Bajo dos tricolores
Tu nombre no sé, nunca lo he de saber;
no he hablado contigo y ya no hablaré.
Ni tan siquiera sé si tu casa está en pie,
o al faltar tú y los tuyos a tierra se fue.
Sólo sé que al partir se te vió sonreir
otro niño soldado que juega a morir...
Viendo a madre sufrir te abrazaste al fusil;
el futuro era negro, la mañana, gris.
Con la Cuarenta y tres, (madre, no llore usted),
por el mundo en que creo con fe lucharé!
¡No pienso vivir sus inviernos sin fin,
ni arriar tricolores banderas de Abril!
De Escalona a Parzán nada te hizo reblar,
de trinchera en trinchera avanzando hacia atrás.
Resistir es ganar Bastará un día más
Y por Junio, en las mugas pudiste llorar.
No, no fue fácil deciros adiós:
Pobres sueños en ruinas, adiós
casas bombardeadas, adiós
días de sangre y pólvora, adiós
chamineras en llamas, adiós
camaradas y amigos, adiós
sucias páginas rotas, adiós
A la falsa, recuerdos, y adiós
Volvió a amanecer, quién lo iba a creer
Tú mirabas Sobrarbe por última vez.
Volvió a alborear, quién lo iba a pensar
Y la Bolsa de Bielsa llegó a su final.
Te tocaba jugar a qué carta apostar
el exilio delante, la guerra detrás...
El Destino, feroz, su jugada cantó:
Tras la guerra, el exilio, otra guerra peor
Y no era un farol, pero no le sirvió
Encontraste otro idioma, otra patria, el amor.
Supiste sufrir, y venciste, por fin:
Bajo dos tricolores entraste en París.
Cuánto tiempo hace ya, y de ti... nada más.
¿Qué destino burlón te impidió regresar?
Descubriste, tal vez, que no basta volver—
Los recuerdos y Bielsa no dejan de arder.
Tu nombre no sé, ni lo quiero saber;
al ser nadie, eres todos: la Cuarenta y tres.
Sin rostro ni voz; ni francés, ni español,
sólo un hombre partido por la muga en dos.
En vez de una flor, clavel rojo en tu honor,
subiré al Puerto Viejo a dejar mi canción.
Tu nombre no sé, nunca lo he de saber;
no he hablado contigo y ya no hablaré.
Ni tan siquiera sé si tu casa está en pie,
o al faltar tú y los tuyos a tierra se fue.
Sólo sé que al partir se te vió sonreir
otro niño soldado que juega a morir...
Viendo a madre sufrir te abrazaste al fusil;
el futuro era negro, la mañana, gris.
Con la Cuarenta y tres, (madre, no llore usted),
por el mundo en que creo con fe lucharé!
¡No pienso vivir sus inviernos sin fin,
ni arriar tricolores banderas de Abril!
De Escalona a Parzán nada te hizo reblar,
de trinchera en trinchera avanzando hacia atrás.
Resistir es ganar Bastará un día más
Y por Junio, en las mugas pudiste llorar.
No, no fue fácil deciros adiós:
Pobres sueños en ruinas, adiós
casas bombardeadas, adiós
días de sangre y pólvora, adiós
chamineras en llamas, adiós
camaradas y amigos, adiós
sucias páginas rotas, adiós
A la falsa, recuerdos, y adiós
Volvió a amanecer, quién lo iba a creer
Tú mirabas Sobrarbe por última vez.
Volvió a alborear, quién lo iba a pensar
Y la Bolsa de Bielsa llegó a su final.
Te tocaba jugar a qué carta apostar
el exilio delante, la guerra detrás...
El Destino, feroz, su jugada cantó:
Tras la guerra, el exilio, otra guerra peor
Y no era un farol, pero no le sirvió
Encontraste otro idioma, otra patria, el amor.
Supiste sufrir, y venciste, por fin:
Bajo dos tricolores entraste en París.
Cuánto tiempo hace ya, y de ti... nada más.
¿Qué destino burlón te impidió regresar?
Descubriste, tal vez, que no basta volver—
Los recuerdos y Bielsa no dejan de arder.
Tu nombre no sé, ni lo quiero saber;
al ser nadie, eres todos: la Cuarenta y tres.
Sin rostro ni voz; ni francés, ni español,
sólo un hombre partido por la muga en dos.
En vez de una flor, clavel rojo en tu honor,
subiré al Puerto Viejo a dejar mi canción.
—oOo—
Me la ensayaré, a ver si también yo se la puedo dejar aquí en ninguna parte.
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