Hoy hemos presentado con Beatriz un recurso al Rectorado, contra la  decisión del Departamento (tomada por su Subdirector de Ordenación  Docente, el Dr. Ignacio Guillén) de no admitir a trámite nuestra  solicitud de impartir docencia en el nuevo segundo ciclo de Estudios  Ingleses. No se nos admite como capacitados para la docencia en segundo ciclo por no estar recibiendo financiación externa para nuestra  investigación. Amén de otros criterios abusivos, que ya fueron  declarados contrarios a derecho por el Rector para el Tercer Ciclo de  ese mismo postgrado. Pero el Departamento ha decidido no sacar  conclusiones de esa decisión del Rector, y seguir aplicando en Segundo  Ciclo esos mismos criterios abusivos. Así que ha habido que presentar un  nuevo recurso. Unas veinte páginas de recurso.
 
 Es ésta una  labor a la que dedicamos bastantes horas por semana quienes somos  víctimas del mal hacer de la administración. Pero es absolutamente  necesario hacerlo, pues si no presentásemos recursos estaríamos  aceptando los abusos que se producen, e invitando además a que el acoso  administrativo pasase a la siguiente fase. Porque acoso administrativo  es lo que hay, cuando los grupos de investigación del Departamento  funcionan como partidos políticos para arroparse mutuamente y defender  sus intereses, aprobando en Consejo de Departamento normas y actuaciones  contrarias a derecho. En el contexto claustrofóbico e histerizado de  este pequeño mundo parecen estas votaciones "democráticas" sencillamente  porque se ganan. Se olvida el hecho de que (como pequeños Planes  Ibarreche) están decidiendo sobre cuestiones que no son de su competencia,  y saltándose las normas de funcionamiento general de la Administración.  Pero esta viene siendo una tónica muy general en nuestro Consejo de  Departamento: muchísimas ausencias, muchas abstenciones, y disciplina de  voto férrea para los equipos de investigación. Así se toman numerosas  decisiones que vulneran los intereses de alguien que no tiene un grupo  que le apoye—y muchas veces, también, los derechos de los mismos  miembros del partido, que votan por disciplina a favor de decisiones  contrarias a derecho y que, encima, les perjudican.
 
 Normalmente ni se recurren estas decisiones injustas: por asqueo, por  inercia o por pereza, por ignorancia, por inocencia… Pero últimamente  estamos empezando a recurrir. Sobre todo porque vemos que es una  dinámica que no cambia: una minoría actúa como un partido político  decidido a saltarse las normas que haga falta si es preciso; una mayoría  o no asiste o se abstiene. Y de los que asisten (y se abstienen)  siempre hay quien reprocha a los que se quejan del maltrato  administrativo que esas cosas son asuntos que sólo conciernen a los que  se quejan, y que no intenten esos involucrar al Consejo en algo que no  le interesa (pero que en cambio sí es de su competencia legal), que le  aburren… y así, abstención al canto, aun si se está votando vulnerar  alguna norma. De este modo se lleva el gato al agua el grupo que actúa  como un partido controlado: a saber, los catedráticos y sus satélites.  Víctima típica del maltrato: alguien que ni es catedrático ni satélite,  normalmente algún profesor titular que va por libre y cuyos derechos  chocan con la voluntad de control y distribución de bienes de los  catedráticos.
 
 Me he encontrado en un aula una fotocopia de  alguna clase anterior, en la que ponía este texto procedente de algún  manual de historia de Francia, de interés crucial para analizar el  funcionamiento de la Universidad:
 
 Feudalismos y sociedades feudales
 
 "¿Queréis  ser mi hombre?" "Quiero". Durante toda la Edad Media estas fórmulas  rituales han sido intercambiadas por los señores y vasallos. Ni siquiera  era preciso un contrato para sancionar la entrada de un hombre dentro  del vasallaje de otro: bastaba una serie de gestos minuciosamente  reglamentados, realizados en presencia de varios testigos para que se  establecieran entre los miembros de las clases dominantes de la sociedad  unos lazos personales y jerárquicos. En su acepción más restringida, la  palabra feudalismo designa el conjunto de estos vínculos que unen a los  señores y a los vasallos, vínculos que crean entre las partes  contratantes ciertos derechos y obligaciones, el primero de los cuales  es la concesión al vasallo de un beneficio a cambio de los múltiples  servicios que éste debe a sus señor. Al ser el beneficio, en la mayoría  de los casos, una tierra, el feudalismo tiene una clara base rural, y de  ahí que sea un sistema de posesión y explotación de la tierra que  favorece a las clases dominantes de la sociedad; algunos incluso lo  consideran un modo de producción que perdura hasta la destrucción del  régimen feudal, por la asamblea constituyente, en agosto del año 1789.  No obstante, no conviene olvidar otro aspecto del feudalismo: a causa  del fraccionamiento del poder público, el feudalismo apareció como un  sistema de gobierno que intentaba establecer un orden político basado en  unas solidaridades voluntarias y privadas. Los ritos del homenaje,  varias veces repetidos, sirvieron a los dueños de los castillos, a los  príncipes y, luego, a los reyes para restaurar la autoridad y, en última  instancia, la propia noción de Estado. Hubo, pues, una evolución de las  relaciones feudo-vasalláticas, diversidad en el tiempo y en el espacio,  incluso si las clases dominantes de la sociedad compartían el mismo  género de vida.
 Donde pone "príncipes" léase  catedráticos, donde pone "castillos" léase grupos de investigación  financiados, etc. Los becarios, ayudantes, asociados son siervos de la  gleba; los Profesores Titulares somos pequeños terratenientes y  granjeros, freeholders; y  también está el yeoman, Titular que ha hecho rituales de homenaje y se debe al señor del Castillo. Buen vasallo, si oviere buen señor.
 
 Bueno, pues hoy hemos recibido la resolución a uno de estos recursos  que presentamos los descontentos del feudalismo. Sentencia el Rector:
 
 HE RESUELTO
  PRIMERO.-  ESTIMAR INTEGRAMENTE el recurso de alzada interpuesto por Dª Micaela  Muñoz Calvo y con ello, estimar nulo de pleno derecho el Acuerdo del  Consejo de Departamento de Filología Inglesa y Alemana de la Universidad  de Zaragoza de 10 de noviembre de 2006 en lo relativo al punto 5 del  Orden del Día, ratificación del Acta nº 153 de la Comisión Permanente y  declarar plenamente ajustado a derecho el Acuerdo reflejado en dicha  acta nº 153 en la parte referida a la asignación a la profesora Dº  Micaela Muñoz Calvo la impartición de la asignatura "English for Earth  Sciences".  SEGUNDO.- La  nulidad del acto comporta la de cuantas actuaciones dimanen del mismo  como son el traslado a la Comisión de Ordenación Docente y actuaciones  subsiguientes de dicha Comisión o del propio Consejo de Departamento.  TERCERO.-  DAR TRASLADO de esta Resolución a la Dirección del Departamento de  Filología Inglesa y Alemana para que se de el debido cumplimiento a la  misma.
 La raíz del problema y del recurso, para nada  visible en esta respuesta al recurso, es de orden feudal-partidista. En  sustancia, había habido una desavenencia entre la Dra. Muñoz y otro  profesor de su centro sobre la impartición de una asignatura y el  Departamento en principio asignó la docencia a la Dra. Muñoz, tras la  renuncia del otro profesor. Ahí habría quedado la cosa si no hubiera  tomado cartas en el asunto el Partido de la Investigación… que lo hizo— menos por  proteger a uno de sus miembros que por castigar a la Dra. Muñoz, pues  ésta había tenido la osadía de firmar, como lo hice yo, un recurso  contra el programa de postgrado monopolizado por dicho Partido. (Aquí el recurso y su resolución favorable a los recurrentes).
 
 ¿Ah sí, recurso hay? Pues los catedráticos tomaron cartas en el asunto.  A instancias de la Dra. Onega y el Dr. Deleyto, coordinadores del  Máster recurrido, el Departamento—aunque fuese meses más tarde, fuera de  plazo, contra las normas de funcionamiento, etc.— votó por anular la  asignación de docencia a la Dra. Muñoz. Con muchas abstenciones, pocos  votos en contra, y los votos a favor del Partido. Que no dudó en  vulnerar una normativa y dar lugar a un absurdo administrativo, todo a  instancias de los jefes. Argumentó la Dra. Onega que la decisión  original se había tomado sin su conocimiento, pues ella estaba de viaje  (aunque no es que le concerniese el asunto éste, ni dependiese de ella  su resolución). Y el Dr. Deleyto propuso la votación a pesar de que  tampoco tenía nada que ver en el asunto, que atañía a otro centro y otra  titulación. Pero en el Partido votaron quienes tenían que votar, se  abstuvieron como siempre quienes siempre se abstienen… y nueva  vulneración de la normativa. Democrática, sí, porque se había votado.  Cualquier día se deroga la Constitución, o el Estatuto de Autonomía de  Aragón, en este consejo de departamento. Curioso es que el otro profesor  supuestamente "beneficiado" por esta actuación del Partido Catedrático  se negó a manifestarse en contra de la decisión original, y a promover  públicamente esta decisión contraria a derecho. Como digo, era  directamente una maniobra de castigo de los equipos de investigación a  alguien que había contravenido sus intereses (en este caso la Dra.  Muñoz), utilizando una ocasión que creyeron se podía coger por los  pelos. Lo feo es que tantos colegas hayan dejado hacer, en este caso. Y  en otros.
 
 Explico las circunstancias para que se entienda algo  si no incomprensible: que a un grupo de gente le dé por contravenir las  normas para cambiar una decisión tomada conforme a derecho meses atras,  sin que les vaya ni venga nada en ello a primera vista. Hay mucho margen  en la Universidad para acosar a la gente por lo bajini, sin que se  note, y siguiendo aparentemente las reglas del juego. Pero cuando se  coge confianza, se mete la pata y se pasa a actuaciones que pueden ser  recurridas y anuladas. Y en fin, ahora esa decisión improcedente del  Departamento, retroactiva y contraria a derecho, ha sido anulada.
 
 Es cosa que lleva su esfuerzo, y atención, esto de seguir al pie del  cañón defendiendo los derechos de uno. Sobre todo porque, si pasiva es  la actuación de los miembros del Consejo de Departamento, peor que  pasiva es la actuación de la Dirección del Departamento. El Director  hace suyas por sistema las decisiones improcedentes inspiradas por los  grupos/partidos de investigación, y las favorece en todo momento; no  impide la celebración de votaciones contrarias a derecho, y no recurre  el resultado cuando se produce, sino que lo tramita adhiriéndose  automáticamente a las decisiones del Consejo, sean o no legales. Lo de  velar por la legalidad de los procedimientos, o no sabe hacerlo, o no es  una de sus prioridades. Así, por ejemplo, se ha negado el Director a  tratar en Consejo de Departamento la cuestión de si los criterios que  son ilegales para Tercer Ciclo podrían asimismo considerarse ilegales  para Segundo Ciclo… una cuestión molesta para los intereses de los  equipos de investigación que pretenden seguir aplicándolos, lo que nos  ha llevado a presentar hoy este nuevo recurso. Tampoco ha exigido el  Director que se lleve a cabo una reforma del Doctorado para ajustarlo a  derecho según ordenó el Rector, y ha optado por promover un simple  maquillaje a ver si pasa. Y así sucesivamente. Son asuntos que al  entender del Director no son de su responsabilidad, o de su interés. Y  esto lo hace este director, y la dirección anterior, y la anterior, y  así sucesivamente. Una actitud muy extendida, como se ve, en la  Administración: dejar vulnerar la norma, abstenerse de actuar, y a ver  si gana por votos el vulnerador o el vulnerado. Es decir, dejar que  quien corta el bacalao por sus propios poderes, lo siga cortando, pues  en la mayoría de los casos ni siquiera se recurrirán sus actuaciones  contrarias a derecho, por la propia dinámica de las cosas. Y si se  recurren, pues mejor que haya sido muy descarado y con huellas, que si  no también sale a cuenta no hacer mucho caso a las protestas.
 
 Y así la sociedad neo-feudal encuentra su estructuración y  jerarquización natural, por las líneas de fuerza que se establecen entre  los grupos de apoyo mutuo.
 
  
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