The Blind Side (Un sueño posible)
The Blind Side (Un sueño posible)
Qué mal está América para que esta película haya tenido un exitazo, y encima le hayan dado un oscar a Sandra Bullock, que aunque me suelen gustar sus películas no está especialmente nada en ellas, ni en ésta tampoco. Igual el oscar se lo han dado al personaje, y no a la actuación. La película está basada en una historia real; y va de una familia extremadamente republicana que por una ventolera caritativa de la señora acaban adoptando a un chavalote negro de doscientos kilos, Big Mike, que no tenía familia ni amparo en la vida. Le ayudan a superar sus problemas con los estudios y lo promocionan hasta convertirlo en un as del fútbol americano (que era para lo que lo habían admitido en su exclusivo colegio, inicialmente). Siendo atípicas las acciones de la familia en su círculo social, etc., incluso les investigan para ver si era todo un truco para meter deportistas de élite negros en un college sureño tradicionalmente blanco—por vía de la familia. Pero aquí todos son muy sinceros y no hay truco, sólo cristianismo y grandes corazones dickensianos. La película parece mentalmente de otra época, abogando simbólicamente por la integración total del negro en la comunidad blanca, renunciando a su propia comunidad, que aquí es una mera ruina de borrachos, drogadictos, criminales y chulos de barrio. Big Mike se distancia simbólicamente de los de su barrio, peleándose con ellos por los insultos lanzados a su familia blanca—en lugar de hacer como haría un negro bien integrado, y soltarles un insulto todavía más gordo que los dejase planchados y admirados. También es atípico al no tener ningún lazo social real con su comunidad, ni ganas de comunicarse con nadie, y ningún instinto sexual según parece. En suma, será un caso real, pero como decía Aristóteles a veces la realidad no es realista—por mucho que le pongan al final, con los títulos de crédito, las fotos de los auténticos protagonistas de la historia. El sueño será posible, o real, pero sigue siendo un sueño, si no una fantasía delirante. Las películas americanas son siempre a un nivel una cierta alegoría social, con resoluciones imaginarias de conflictos reales (especialmente entre negros y blancos), y podríamos decir que aquí los términos del conflicto están muy amañados—o que la situación tiene muchos ángulos muertos y puntos ciegos. Como digo, es (la película y la señora) extremadamente republicana. Pero muy caritativa, eso sí; yo, particularmente, no acostumbro a invitar a dormir en casa a ningún negrazo de doscientos kilos y aspecto hosco que me encuentro por la calle, ni yo ni la mayoría de mis amigos progres, e incluso diría que pocos republicanos lo hacen. Y hasta que no se generalice la solución de esta película, no sabremos si la receta propuesta para los males de América era la adecuada. A mí me da como que lo último que querrían muchos negros, por mal barrio en que vivan, es que los adopte una familia de republicanos de la Asociación del Rifle, y que los manden a un colegio pijo. A hacer carrera y contactos, hala.
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