El Gran Diseño y Hacedor de Estrellas (3): ¿Qué es la realidad?
martes 4 de enero de 2011
El Gran Diseño y Hacedor de Estrellas (3): ¿Qué es la realidad?
Arguyen Hawking & Mlodinow que si nuestro mundo fuera una burbuja de realidad, una ilusión contenida en el seno de otra realidad, todavía tendría sentido hablar de nuestra propia realidad, limitada, en la medida en que la ilusión fuera consistente y siguiera leyes. Un pez en una pecera ve la realidad distorsionada, pero en la medida en que la distorsión es coherente, su realidad es real. Si hubiese un más allá de nuestra realidad pero esta mantuviese consistencia perfecta, no podríamos deducir si existía o no una realidad detrás de la simulada. Es de hecho lo que sucede en Matrix: para todos los habitantes de Matrix, la realidad ilusioria en la que viven es la única que hay, y son sólo las inconsistencias que se infiltran "desde afuera" hasta individuos como Neo lo que les permiten romper la ilusión y descubrir la auténtica naturaleza (limitada y derivada) de la realidad en que vivían. No es una experiencia ajena a la humanidad: de hecho construimos realidades autocontenidas, y a veces una ruptura del marco que rodea o acota esas realidades nos permite ver la naturaleza construida de la realidad que tomábamos por "natural" o espontánea: charadas, bromas pesadas, espionaje… lo que Goffman analiza en Frame Analysis bajo la denominación de fabrications.
Una realidad, en la medida en que es consistente, depende pues de las leyes que aseguran su consistencia. Los sueños son una realidad efímera e inconsistente, pues no enlazan unos con otros, de una noche para otra, y es nuestra experiencia despierta la que los enmarca y los acota, no viceversa: los sueños no tienen la continuidad necesaria para llegar a rivalizar con la realidad, por muy vívida que sea la realidad limitada que se genera en el seno de cada cual. Vemos pues que la naturaleza de la realidad es cognitiva, comunicativa, estructural, y semiótica. Dicho al modo de Hawking y Mlodinow,
El problema (aunque no parece un problema a Hawking y Mlodinow) a la hora de definir la naturaleza de la realidad de este modo es que puede haber varios modelos que justifiquen la existencia y apariencia de los fenómenos que observamos: así,
Claro que el cambio y el desplazamiento no era caprichoso o arbitrario. Las nuevas teorías y el nuevo modelo global del mundo era más consistente con otras observaciones o fenómenos que escapaban al marco del primero. El realismo modelo-dependiente no elige lados entre el realismo filosófico y el idealismo, entre Johnson y Berkeley.
Se advertirá aquí la tendencia matematizante y formalizante del argumento de H&M: si los modelos son matemáticamente consistentes, son igualmente válidos de por sí. A la vez, queda la pregunta de qué pasa con el conflicto que se da entre el modelo más simple y natural a aplicar en una situación (por ejemplo, "el sol gira alrededor de la Tierra") y el modelo más complejo pero que más fenómenos ayuda a explicar, aunque la relación entre ellos no sea obvia para la mayoría de los observadores ("la tierra gira alrededor del sol"). ¿Qué observaciones son las que hemos de tener en cuenta? La respuesta de H&M es, "depende del fenómeno que queramos explicar". Hay de hecho un continuo entre la construcción de modelos por parte del científico y los modelos mentales tanto conscientes como inconscientes que generamos y aplicamos para entender el mundo—de hecho para generar su representación en el cerebro, pues el mundo es a la vez el entorno físico en el que nos movemos y el modelo mental de dicho entorno:
El cerebro combina la información de los sentidos, llena huecos, construye hipótesis, y en suma genera una versión viable y coherente de la realidad. De modo similar, una hipótesis científica formula un modelo coherente de la realidad, y el único criterio para elegir entre modelos alternativos es la simplicidad (siendo preferible el modelo más simple que sea coherente con las observaciones, y que permita hacer predicciones).
Así, los modelos van incluyendo no ya sólo cosas difícilmente observables, como los electrones, sino también objetos en principio inobservables, como los quarks, con tal de que permitan hacer predicciones correctas. No se puede decir que los quarks existan como objeto perceptible, pero, "según el realismo modelo-dependiente, los quarks existen en un modelo que concuerda con nuestras observaciones del modo en que se comportan las partículas subnucleares" (49).
Dicen, de paso, H&M que el modelo de universo del Big Bang es más explicativo que el del Génesis pero que "no se puede decir que ninguno de los dos sea más real que el otro" (!). Y que los criterios sobre "simplicidad" de los modelos son "obviamente subjetivos" (!!). Aquí no puedo estar de acuerdo, aunque matizando siempre entramos en complicaciones. Hay modelos de realidad más generalmente aceptados que otros entre quienes usan un criterio coherente… aunque sea ésta una comunidad borrosa.
Sobre los límites de lo observable, en Historia del Tiempo Hawking mostraba cómo el horizonte de acontecimientos para la ciencia humana se encuentra entre el Big Bang y los agujeros negros, que son efectivamente los límites posibles para nuestro universo… y reducen en cierto modo al absurdo la cuestión de si hay otros universos:
En suma, que nuestro mundo, aparte de fantasías y gustos particulares, tiene límites desde el punto de vista científico, sea o no una pecera, sus límites son opacos. Parte importante del saber es reconocer los límites de hasta dónde pueden llegar nuestros conocimientos, y qué cuestiones son pseudo-cuestiones… aunque, naturalmente, esos límites del conocimiento también están sujetos a variación de modo no previsible.
La coherencia y simplicidad de los modelos existentes está sujeta a debate. El modelo estándar sobre la interacción de las partículas elementales no está generalmente aceptado, pues "contiene docenas de parámetros ajustables cuyos valores han de fijarse para atenerse a las observaciones, en lugar de ser determinados por la propia teoría" (52).
Es decir, es un modelo "poco elegante"—un hecho que suele anunciar el fin próximo de un modelo, como pasó con el ptolemaico y sus epiciclos, o con el modelo del universo estático, tras la llegada del modelo de Hubble a final de los años 20. El ejemplo de la luz (con los modelos ondulatorio y corpucular) nos muestra cómo dos modelos pueden coexistir mucho tiempo puesto que cada uno ayuda a explicar aspectos distintos del fenómeno que no pueden ser explicados por el otro—eso hasta que los integró Einstein.
Con respecto a los principios básicos de la física, la cosa está como sigue:
H&M anuncian a continuación que van a exponer una teoría en la cual está basada "nuestra visión moderna de la naturaleza" – y el problema está en "nuestra", que no queda claro si se refiere a los dos autores o a la "generalidad de la comunidad científica", si es que puede generalizarse hasta este punto en este ámbito de la reflexión, y no se puede, ni siquiera hablando de "la comunidad de los físicos", otra comunidad más o menos imaginaria. En fin,
Dos puntos me parecen dudosos en este párrafo que termina el capítulo 3 de The Grand Design. Uno, el grado de consenso científico en torno a esta teoría. Pasan Hawking y Mlodinow de hablar una teoría "estándar" (la física cuántica) a una versión especial de la misma (la teoría del multiverso) de modo un tanto solapado, como si hubiese igual consenso en torno a ambas. En cuanto a la comprobación experimental, habrá que especificar si es la teoría cuántica la que ha superado las comprobaciones experimentales (en cualquiera de sus versiones) o si esta teoría del multiverso ha superado comprobaciones experimentales que otras versiones de la teoría cuántica no han superado.
El problema viene a ser que todas nuestras nociones de la realidad, religiosas, científicas, históricas, de andar por casa… todas, excepto en algunas ficciones marginales, se basan en la noción de que la realidad es una: cognoscible o incognoscible, pero una. Existen, en esta noción comúnmente aceptada del mundo, otras líneas paralelas de realidad, cómo no—pero son ficticias, o hipotéticas, o falsas, o potenciales. Van marcadas con respecto a la realidad efectiva que es aquella en torno a la cual se articulan los consensos y las percepciones.
Una de esas subrealidades alternativas que destacaremos, por su interés para la noción del multiverso, es la novela de Olaf Stapledon Star Maker. Es una ficción en nuestro mundo, pero es una ficción generadora de mundos. La divinidad que el narrador llega a conocer al final de la novela, el Hacedor de Estrellas, hace un mundo tras otro, y aunque para las criaturas de ese mundo sea ése el único mundo real, desde el punto de vista panorámico u omnisciente en que nos sitúa la novela no puede decirse que un mundo de entre ellos sea más real que otro.
Esa divinidad de Star Maker es una figura desplazada del propio autor–con quien comparte la responsabilidad e irresponsabilidad a la vez de crear múltiples invenciones, mundos paralelos o alternativos, cada uno con sus propias leyes y su propia consistencia. (Más sobre esta perspectiva sobre Star Maker en este artículo, "An Apocalypse of Total Communication").
El multiverso propuesto por Hawking y Mlodinow seguiría manteniendo, supongo, esta jerarquía de realidades que distinguimos entre los distintos mundos que hay en este, pero ya se trataría de una jerarquía puramente perspectivística: todos los mundos son equivalentes o coexistentes desde el punto de vista de la teoría, si bien nuestra perspectiva nos sitúa solamente en uno, desde el cual concebimos los demás como coexistentes—sin muchas posibilidades, sin embargo, de interferencia o comunicación con el nuestro. Si la única comunicación entre estos mundos es la que se da en los parámetros de una teoría matemática, hay que decir que tienen una realidad muy tenue, apenas más densa (en términos de interacción humana) que las ficciones de Stapledon.
Porque desde el punto de vista del formalismo matemático, todas las soluciones de la ecuación pueden ser igualmente viables, pero nuestra experiencia del mundo no está matematizada. La realidad humana inmediata compartida mediante la existencia corpórea, la comunicación, y la interacción social, son la base de la realidad primaria que habitamos, y sobre la base de la cual se edifican todas las demás hipótesis en tanto que mundos posibles subordinados a éste. Tiene el mundo éste que llamamos real una solidez considerable, en comparación a ficciones, sueños, imaginaciones y teorías matemáticas sobre multiversos—y sin embargo es también, él mismo, un espacio múltiple y problemático—de coherencia siempre provisional y límites borrosos. Vivimos los humanos en un mundo de sentido elaborado colectivamente, una compleja realidad lingüística de presuposiciones e interacciones, que consta en realidad de muchas realidades presupuestas entrelazadas entre sí, y parcialmente solapadas: la realidad en la que yo vivo, y la realidad en la que tú vives, y la realidad de este tercero que es musulmán, y en ella nos comunicamos, pero es una realidad con bordes deshilachados y borrosos, sólo lo que más nos une a la experiencia física directa es la base más cierta que podemos presuponer como el centro de la realidad. Sus fronteras más remotas ya derivan hacia conflictos de ecuaciones, ficciones hipotéticas y paraísos de huríes, realidades alternativas que van unidas de modo cada vez más remoto a la experiencia de cada cual. Es el espacio de interacción comunicativa el que llamamos la realidad, y es a la vez predecible e impredecible, conocido y familiar pero desfamiliarizable, es sólido y a la vez evanescente—una sombra, una ficción.
En el sentido más generalmente humano del término "realidad", entendido como un espacio común de interacción y comunicación, ya vivimos en una realidad múltiple, o en diversas realidades cuyas fronteras inciertas podemos atravesar a veces en con un gesto, asumiendo otro papel. Decía Christine Kenneally con relación a los científicos que empiezan a hablar de un multiverso, que gracias al lenguaje ya vivimos los humanos en un multiverso. (Era en el capítulo final de The First Word). Realidades, las hay de muchos tipos, en el seno de la realidad: las hay más y menos acotadas, más y menos aisladas. Si es la existencia de conexiones entre unas realidades y otras (la islámica y la occidental, por ejemplo) la que nos permite hablar de una única realidad que engloba a todas esas realidades humanas, hay también que hacer notar que esas conexiones (por el mero hecho de existir) no existen con la misma fuerza entre todas las realidades humanas. Así, el llamado "Descubrimiento de América" suposo el establecimiento de contactos entre dos realidades, la América precolombina, más difusa de por sí, y la civilización europea—dos realidades culturales cuyos puntos de contacto directos eran mínimos hasta ese momento, en la medida en que existían. (Porque haberlos, los había indirectos y abundantes, en la medida en que ambas se fundaban en un base común de experiencialidad humana). Así pues, las realidades se solapan, se infiltran unas a otras, tienen puntos críticos de circulación—la traducción, pongamos por ejemplo. De modo parecido, los universos múltiples de la física, si son totalmente autocontenidos, vale decir que no existen para nosotros sino como una hipótesis matemática, sin puentes que permitan pasar de uno a otro o puntos mínimos de conexión directa. Ahora bien, si la ciencia llega a formular las bases comunes de la generación de múltiples universos, bases que sustenten tanto el nuestro como otros potenciales, en ese sentido los multiversos estarían conectados con el nuestro de modo objetivo, tal y como lo estaban los aztecas y los alemanes (sin ellos saberlo) durante la Edad Media. La máxima conexión posible sería con todo, como vemos, muy tenue, y estaría justificada la noción de universos diferentes en el seno de un universo más global y remoto.
La formulación extrema de la noción del multiverso humano podríamos remontarla (dice la Dra. Penas) a Protágoras, con su aserto de que el hombre es la medida de todas las cosas—cuando la entendemos en el sentido relativista de que cada individuo vive en un mundo a su medida, incomunicado o imperfectamente comunicado con los demás (una interpretación frecuente en los testimonios de Sexto Empírico, Platón, o Aristóteles sobre Protágoras). Protágoras negaba el criterio y la razón—que son las vías que permiten comunicar estas diversas realidades o mónadas humanas. Los diversos solipsismos, relativismos y subjetivismos también participan de esta percepción. (Recordemos por ejemplo la formulación crítica de Anatole France en La Vie Littéraire). Cada sujeto sería el centro definitorio de una realidad aislada de los demás sujetos. La moderna teoría del sujeto, naturalemente, hace mucho por refutar semejantes nociones—el sujeto es más bien un efecto de una realidad colectivamente producida—será en todo caso un nódulo fenoménico en el que se puedan entrecruzar diversos sistemas de generación de realidades normativas. Más sobre esto podemos leer en la teoría de Goffman sobre la identidad social, explicada por ejemplo en "Equipos y sujetos... al equipo". Bien entendida, la teoría de Goffman imbrica de modo muy interesante la interacción social, como generadora de diversos planos de realidad (o "marcos") y la estructura interna del sujeto. La profundidad individual del sujeto, su experiencia subjetiva, aun siendo hasta cierto punto original e intransferible, está generada por la interacción social: viene a consistir en la complejidad con que se interioriza y se gestiona esa realidad social colectivamente elaborada. Más diserto sobre esta extensión de la teoría goffmaniana en "Goffman: La realidad como expectativa autocumplida y el teatro de la interioridad".
Desde el punto de vista físico, y mientras no se alternen sustancialmente las teorías hasta hoy existentes, nuestro universo está autocontenido en todos sus elementos, excepto en la Fuerza original e inanalizable que traza su límite, y que podría interpretarse como la ventana a un universo más allá del nuestro. Pero esa ventana está fuera del alcance de nuestra ciencia—entra el viento con demasiada fuerza para asomarse. Otros universos, y por tanto un multiverso, que sería la Realidad más allá del universo, pueden concebirse, como modelos teóricos, en la mente de algunos científicos. Como en cualquier noción semiótico-comunicativa del término realidad, esa realidad puede concebirse como la misma que la nuestra en la medida en que existen vías de comunicación. Pero los puntos de contacto son escasos y sujetos a debate—las matematizaciones presentes en teorías que muy pocas personas entienden. Y si son puntos que tengan alguna solidez, o puedan servir de apoyo a una comprensión más firme de la realidad, y mayores capacitaciones para manipularla, eso lo habrá de decidir el desarrollo posterior de la ciencia. Hay quien dice que la hoy la física teórica se agota y halla sus límites en los límites de lo medible y computable—que habiendo llegado a las fronteras del tiempo y del universo, la ciencia nada más tiene que decir sobre la naturaleza de la realidad. Pero el tiempo es largo, y el progreso que se ha hecho en el último siglo no hace suponer que pronto vayamos a dar por cerrado el debate sobre la realidad. Que se sigue transformando día a día, y ya no es la que era.
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