Vivir en las nubes
jueves 18 de agosto de 2011
Vivir en las nubes
 El verano podría definirse, a estas alturas del siglo XXI, como la estación de la mala conexión, que nos obliga a pelear con el pincho o el iPhone / módem, o a acudir a  la wiflioteca del pueblo, para obtener una mediocre y lenta velocidad  de subida. Y eso cada vez es un problema mayor, ahora que trabajamos en  las nubes, y que todo nuestro material vital lo tenemos colgado por  allí. Hay que cargarse de paciencia, mientras se carga la página, y  pensar en otra cosa, en otras virtualidades. Por cierto, también observo  que van apareciendo por el ciberespacio, con años y años de retraso,  pero inexorablemente y según previsto, todos los viejos conocidos y  amistades y ligues de verano y chicas de la pandilla de hace veinte  años, treinta años, cuarenta años, de la Alfa a la Zeta.  Exes.  Y griegas. Normalmente aparecen por Facebook—el otro día leía que cada  año mueren más de trescientos mil usuarios de Facebook, pero supongo que  aún nacen muchos más. Mi política de Facebook ha sido inflexible desde  el principio (bueno, con una xcepción)—no invitar a nadie a ser amigo, y  dejar que me invitasen. Como justificación mínima para esta presuntuosa  política tengo el que mi Facebook no contiene casi nada que no contenga  mi blog, que es público, que lo pueden ver todos mis amigos y enemigas.  Que el facebook también es público (creo—creo haber elegido esa "opción  de privacidad" nula). Y que por tanto les corresponde a quien quiera de  mis viejos amigos "hundidos en la negra sima del tiempo" autorizarme a ver su facebook el invitarme, puesto todos ya están  invitados al mío en cierto modo de oficio. Y alguna invitación va  llegando—pero rara vez de gente conocida. Las viejas caras se quedaron  en el pasado, y sus avatares en red ya no tienen al parecer nada que ver  con nosotros. O a veces hacen un amago de aparición, y luego  desaparecen, sopesada quizá la responsabilidad de la reconexión digital.  ¿Invitarles, yo, a entrar en su vida de nuevo, siquiera sea de refilón  por vía de escribir en la misma red social? Me parecería una intrusión.  ¿Alguien no se había dado cuenta de que la dinámica de grupos y de redes  sociales es más complicada de lo que parece? "Uf, vaya lío", cantaba  Objetivo Birmania por aquellos años cuando nos veíamos. Es dudoso pensar  que alguien a quien perdiste de vista cuando aún no existía la Web le  vaya a apetecer verte reaparecer con tus actualizaciones de perfil, y  tus chorradas, y tus "me gusta" o "me disgusta", de repente a diario,  como un castigo surgido de lo más hondo del retorno de lo reprimido. Es  casi presuntuoso pensarlo, o pedir amistad a nadie desde mi opción de  redes abiertas. Hay muchas personas de nuestra red social que aun  existiendo en la red, no pasarán a nuestras redes sociales  informatizadas. Una cosa es vivir en las nubes, y otra encontrarse allí  con los habitantes del planeta tierra. Claro que esto es en verano, que  aún hay mala conexión, habrá que ver qué pensamos al respecto en otoño.
Exes.  Y griegas. Normalmente aparecen por Facebook—el otro día leía que cada  año mueren más de trescientos mil usuarios de Facebook, pero supongo que  aún nacen muchos más. Mi política de Facebook ha sido inflexible desde  el principio (bueno, con una xcepción)—no invitar a nadie a ser amigo, y  dejar que me invitasen. Como justificación mínima para esta presuntuosa  política tengo el que mi Facebook no contiene casi nada que no contenga  mi blog, que es público, que lo pueden ver todos mis amigos y enemigas.  Que el facebook también es público (creo—creo haber elegido esa "opción  de privacidad" nula). Y que por tanto les corresponde a quien quiera de  mis viejos amigos "hundidos en la negra sima del tiempo" autorizarme a ver su facebook el invitarme, puesto todos ya están  invitados al mío en cierto modo de oficio. Y alguna invitación va  llegando—pero rara vez de gente conocida. Las viejas caras se quedaron  en el pasado, y sus avatares en red ya no tienen al parecer nada que ver  con nosotros. O a veces hacen un amago de aparición, y luego  desaparecen, sopesada quizá la responsabilidad de la reconexión digital.  ¿Invitarles, yo, a entrar en su vida de nuevo, siquiera sea de refilón  por vía de escribir en la misma red social? Me parecería una intrusión.  ¿Alguien no se había dado cuenta de que la dinámica de grupos y de redes  sociales es más complicada de lo que parece? "Uf, vaya lío", cantaba  Objetivo Birmania por aquellos años cuando nos veíamos. Es dudoso pensar  que alguien a quien perdiste de vista cuando aún no existía la Web le  vaya a apetecer verte reaparecer con tus actualizaciones de perfil, y  tus chorradas, y tus "me gusta" o "me disgusta", de repente a diario,  como un castigo surgido de lo más hondo del retorno de lo reprimido. Es  casi presuntuoso pensarlo, o pedir amistad a nadie desde mi opción de  redes abiertas. Hay muchas personas de nuestra red social que aun  existiendo en la red, no pasarán a nuestras redes sociales  informatizadas. Una cosa es vivir en las nubes, y otra encontrarse allí  con los habitantes del planeta tierra. Claro que esto es en verano, que  aún hay mala conexión, habrá que ver qué pensamos al respecto en otoño.
 
 
 
 
       
		
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