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En la selva de las formas

En la selva de las formas: Ideas y cosas en los gabinetes de curiosidades de Thomas Browne


Reseño aquí el capítulo "In the Wilderness of Forms: Ideas and Things in Thomas Browne's Cabinets of Curiosity", de Claire Preston, publicado en el libro de estudios mediáticos retrofuturistas The Renaissance Computer: Knowledge Technology in the First Age of Print (ed. Neil Rhodes y Jonathan Sawday, 2000). Según su propio resumen,


"Empleando una analogía entre las operaciones de búsqueda electrónica y los métodos de los curiosi estudiosos de la ciencia y de la Antigüedad en la modernidad temprana, este ensayo nos muestra cómo los coleccionistas del siglo diecisiete 'imponían estructura en el desconcierto aparente del mundo de los fenómenos, buscando 'equivalencias' entre unos elementos de estudio por lo demás misceláneos'. Los sistemas de parecidos—patrones visuales que a nosotros nos pueden parecer meramente fortuitos—se expresaban mediante una 'contigüidad horizontal o vertical' en los gabinetes y las ilustraciones que tanto caracterizaron a la primera época de la era científica. En el fondo, lo que impulsaba estos intentos de buscar un 'orden originario del mundo' era una creencia de que la creación era coherente, y que la tarea del estudioso era desvelar y exhibir esta coherencia perdida. El ensayo de Claire Preston introduce estos temas de orden y de contigüidad antes de centrar su atención en Sir Thomas Browne (el 'arquetipo del curioso' por excelencia) que nos ha legado en sus obras literarias (Urne-Buriall, Pseudodoxia Epidemica y Religio Medici) el equivalente virtual, o intelectual, de los gabinetes del siglo XVII. El ensayo explora la ordenación del conocimiento, asomándose al límite de la reestructuración crucial de la experiencia que resultó de la 'revolución' científica de finales del siglo XVII." (170)
 


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La cultura del coleccionismo

"El Arca de Noé fue la primera colección. Athanasius Kircher, el jesuita del diecisiete cuyo museo era una de las maravillas de Roma, reconoce implícitamente esto en Arca Noë (1675)." (171). Reconstruir intelectualmente el orden de la Creación era para los estudiosos, como para Noé, un acto de enmienda. "Thomas Browne era tanto un coleccionista como un enciclopedista cuya misión baconiana era extraer un sentido ordenado del rompecabezas del mundo, del cual obviamente faltaban algunas de las piezas más importantes" (171). Mediante diversos paradigmas taxonómicos (normalmente basados  en la Gran Cadena del Ser) se organizaban y clasificaban los seres y los fenómenos naturales. Son interesantes las ubicaciones dadas en los gabinetes a objetos borrosos o ambiguos que desafían las clasificaciones: animales raros, fósiles, monstruos. Las clasificaciones eran fluidas, variables, abiertas, arbitrarias, basadas en analogías y antítesis: natural/artificial, normal/anormal, animal/vegetal/mineral, raro/ordinario, etc.

Los gabinetes y museos renacentistas

Los hay con fines diversos: principescos, especializados, científicos, enciclopedicos como el de Ole Worm. Tanto éste como su posterior catálogo impreso siguen una taxonomía clásica ordenada, artificial/natural, y dentro de estos mineral, vegetal, animal. La disposición espacial refleja el orden conceptual y la valoración; las excepciones y fenómenos raros se colocan entre unas y otras categorías. Cada gabinete proponía su propia conceptualización, dentro de un orden variado. P. ej. la colección de herramientas del Elector Augusto en Dresde; John Bargrave en Canterbury tenía un interés literario, clásico, curioso y limitado por sus menores medios. Foucault escribió sobre esta episteme premoderna. Se buscan analogías e intencionalidades en la naturaleza, rastros de un orden divino de la creación aun cuando el sentido sea oscuro y casi ilegible. Según Preston,

"las enciclopedias impresas y los gabinetes son funcionalmente parecidos. Muchos gabinetes contenían bibliotecas además de objetos: una parte significativa del museo Aldrovandi, por ejemplo, consistía en en 8.000 ilustraciones, una enorme colección de bloques de madera para grabarlos, y 7000 plantas secas pegadas en 15 volúmenes, convirtiendo parte del gabinete en una biblioteca o taller de impresión, y a los libros mismos en agregados de objetos comparables a museos". (175)


—en fin, que los técnicas de impresión y de presentación del conocimiento se combinaban de maneras experimentales y sin precedentes en gabinetes y también en libros como la Micrographia de Hooke (1655).

Los gabinetes de curiosidades de Thomas Browne

Mary Astell caricaturizaría estas excéntricas colecciones de los "virtuosos"; también John Donne en su Catalogus Librorum Aulicorum. Y Browne escribe su Musaeum Clausum a modo de catálogo de objetos curiosos imposibles o perdidos, o misterios de la historia, parodiando los aspectos más improbables o desmedidos de los gabinetes. "La tercera categoría de Browne, 'Antigüedades y rarezas de diversas clases', imita muy claramente el efecto de totum recopilatum típico de principios de la época empirista, cuando las estructuras organizativas del estudio de la naturaleza eran aún fluidas y se prestaban a su reorganización" (177).

En su Catalogus, Donne inventó lo que podría ser una parodia por anticipado de la Pseudodoxia Epidemica de Browne (o sea, su Refutación de los errores vulgares)— titulada "Quid non? or, A Refutation of all the errors, past, present and future, not only in Theology but in the other branches of knowledge, and the technical Arts of all men dead, living, and as yet unborn", parodia quizá del subtítulo de la Acanthologia de Aldovandri, que se proclamaba como la Historia universal de todas las cosas. Browne fue expandiendo su Pseudodoxia a lo largo de 4 ediciones, organizando en el libro un Thesaurus mental de conocimientos, a modo de gabinete impreso, que va de lo 'bajo' a lo 'alto' y del cosmos al microcosmos humano, antes de pasar a cosas astronómicas y celestiales; la discusión del hombre en cuanto ser natural está en el centro, y así "con el animal humano en el centro del libro 4, el central de los 7, Browne sitúa simbólicamente a 'este gran amphibium', a la mayor de las anomalías, entre el mundo natural y el mundo de las ideas" (179). En minerales, se pasa de los naturales a los artificiales, de ahí a los equívocos, curiosos o ambiguos, y a la simbología mineral.

Browne recoge elementos de sus lecturas dispersas y refleja así a la vez el desorden del mundo y el anuncio de esa reordenación de las cosas que se dará en el Juicio Final. Repasa los posibles paradigmas explicativos para interpretar los misterios o excepciones, baraja órdenes posibles. "Esto es un gabinete de ideas, es el Musaeum Brownianum" (181). Son colecciones mentales y gestos de ordenación intelectual que encuentran, o buscan, analogías entre los fenómenos del mundo, y en esta operación mental de ordenación Browne busca o imita  a Dios, cuya voz devolverá al mundo su orden un día, reordenando "las partes de minerales, plantas, animales, elementos . . . y restos descompuestos . . . que se hallan dispersos entre la selva de las formas" (Religio Medici). Y nos dice además que busca no enterrar las curiosidades o saberes, sino atesorarlos: es decir, no monopolizarlos, sino comunicarlos, crear una comunidad de conocimiento.

Este capítulo de Preston tiene menos que ver con los ordenadores, y más con la ordenación: los paradigmas interpretativos y la taxonomía. Para complementar este tipo de aproximación a los gabinetes de curiosidades, es muy interesante cotejarlos con los comentarios de Michel Foucault en Las palabras y las cosas, sobre la "episteme clásica" que precedió al desarrollo de la ciencia moderna, y también con estudios relativos a la Gran Cadena del Ser, como el de A. O. Lovejoy, La Gran Cadena del Ser, el de E. M. W. Tillyard The Elizabethan World Picture o El pequeño mundo del hombre, de Francisco Rico. En cuanto a gabinetes de curiosidades, todos poseemos alguno a pequeña escala, ya sea ordenado o desordenado. Yo tengo un trilobites, un hacha de mano de piedra pulimentada, un par de primeras ediciones de clásicos, poca cosa es.

De los gabinetes de la hornada clásica de Barroco, el más famoso de mis alrededores era, tengo entendido, el de Lastanosa, en Huesca. Hace unos años ví una exposición en la Diputación de Huesca donde se recreaba su papel como humanista y gentilhombre polígrafo a mediados del XVII. La mejor evocación de su recuerdo en la literatura está en el Criticón de Baltasar Gracián (segunda parte, Crisi segunda). Es la de Salastano una casa "donde parecía haber desembarcado la de Noé, teatro de prodigios", a la que se llega "por un tan delicioso cuan dilatado parque que coronaban frondosas plantas de Alcides, prometiéndole en sus hojas, por símbolos de los días, eternidades de fama. Començaron a registrar fragantes maravillas, toparon luego con el mismo laberinto de azares, cárcel del secreto, amenaçando riesgos al que le halla y evidentes al que le descubre". El parque de Huesca, yo también he estado allí.

La Academia Francesa de Pierre de la Primaudaye: Enciclopedizándose


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