Estamos por encima de la media
jueves, 5 de julio de 2012
Estamos por encima de la media
Acabo de leer el libro de Jonathan Gottschall The Storytelling Animal. En el capítulo "Life histories" habla de cómo nos montamos una película de nuestra vida a nuestro gusto, narrativizando lo narrativizable, y descartando lo que no nos interesa. La memoria, decía Jerome Bruner, sirve a muchos amos además de a la verdad. No es finalidad suya hacer una fotografía fiel del pasado, sino más bien resultar útil al sujeto construyendo un pasado que le resulte utilizable y práctico. Eso conlleva mucha selección, y mucha ficcionalización discretamente introducida. No somos conscientes de hasta qué punto son poco de fiar nuestros recuerdos, hasta qué punto cocinamos los datos del pasado. Lo muestran repetidamente experimentos de psicología.
"Dicho de otro modo, el pasado, como el futuro, no existe en realidad. Ambos son fantasías que genera nuestra mente. El futuro es una simulación probabilista que pasamos por la cabeza para ayudar a dar forma al mundo en que vivimos. El pasado, a diferencia del futuro, ha existido en realidad. Pero el pasado tal y como es representado en nuestra mente, también es una simulación mental. Nuestros recuerdos no son registros exactos de lo que sucedió en realidad. Son reconstrucciones de lo que pasó, y muchos de los detalles—grandes y pequeños—no son de fiar" (169).
Parte de la función de la memoria es convertirnos en protagonistas de nuestra propia épica. Todos tenemos razón, si nos preguntan, y somos gente excepcional:
No salimos bien en las fotos, sobre todo si las hacen los demás, pero en el espejo somos más guapos, porque metemos tripa y sacamos barbilla. "Es una buena metáfora de lo que hacemos constantemnte: construir una autoimagen que mejora lo que hay" (172). En un blog llamado Vanity Fea no podría yo pasar por alto los datos que ofrece Gottschall:
Eso lo llaman el "efecto Lake Woebegone"—todos somos más sinceros, fiables u auténticos que el vecino. Estamos por encima de la media, y, además, somos especialmente inmunes al efecto Lake Woebegone, porque nos conocemos a nosotros mismos mejor de lo que los demás se conocen a sí mismos. Eso del autoconocimiento es o una farsa, o una ficción agradable, concluye Gottschall. No queremos saber la verdad; nos gusta más la historia que nos montamos. Nos moriremos, esa es la verdad, y todos nuestros conocidos. Somos insignificantes. Tenemos que mantener a raya semejante autoconocimiento. Y quien no lo consigue—al psicoterapeuta. Los psicoterapeutas son para Gottschall especialistas narrativos.
Vamos revisando la historia de nuestra vida a la vez que la vivimos, concluye Gottschall, y el narrador es un narrador no fiable. Vivimos, en gran medida, de ficciones y en ficciones.
Oigan, pero hay un consuelo. Realmente, y esto no es ensueño sino matemáticas, al menos la mitad de nosotros acertamos cuando creemos que estamos por encima de la media.
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Pongo un comentario en The Storytelling Animal, el blog de Jonathan Gottschall.
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