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Epifanía del Mundo como Teatro

martes, 4 de febrero de 2014

Epifanía del Mundo como Teatro

En la increíble —pero verosímil— novela de Christopher Rush, Will,  Shakespeare (Will) redacta su testamento (Shakespeare's Will) a la vez que repasa lo que ha sido su vida—will in the world, como decía Greenblatt. El mundo como teatro ha de ser uno de los ingredientes, claro, de esta ficción plausible. La noción del mundo como gran drama le era cara al que seguramente fue quien puso nombre al Globe Theatre—yea, the Great Globe itself—e inventó su lema, "Todo el mundo actúa". 

Veamos un episodio de Will en el que se presenta este Teatro del Mundo en forma de revelación, o epifanía—un modo de aparición que le sienta bien al teatral mundo, puesto que lo propio de las epifanías modernistas—la chica-pájaro en la playa, en The Portrait of the Artist as a Young Man, la pincelada final de Lily Briscoe en To the Lighthouse— es una fusión estética de la vida y el arte, o una súbita infusión de la percepción estética en la vida cotidiana, para transformarla a la vez que dejarla como estaba y revelarla en lo que es. Una obra de arte immersiva, una película en 4-D, con un ritmo complejo, con disonancias inesperadas y oculta melodía, un gran videojuego con unos gráficos cojonudos. 

A Will le pilla por sorpresa la revelación, como debe ser, justo a tiempo para rescatarlo de una crisis vocacional cuando estaba a punto de tirar la toalla, o de cerrar el telón. Andando de cómico errante por esos caminos de Dios.


wagon landscape


How I stuck it Christ knows. Days uncounted I nearly left the road and went straight back to Stratford. Once I remember—it was my turn for walking—I just stopped in my tracks and watched the wagon clanking on into nowhere in particular till it turned into a tiny cloud on the skyline, and of no more consequence, so it seemed than any of the other spots and specks on landscape and skyscape. Nothing of it had anything to do with me—I could have gone like an arrow into Warwickshire. Then, suddenly, I heard the clown Kempe's voice coming out of the cloud, a thin little birdson on the wind.

When that I was and a little tiny boy
With hey, ho, the wind and the rain;
A foolish thing was but a toy,
For the rain it raineth every day.
 
 
 Those were my lines Kempe was singing. I remembered he'd asked me for a song to help fill out a poor part and I'd dashed it off. When I heard it now wafting across the melancholy fields, made poignant by distance, it affected me strangely. The words transformed the landscape, turned it into a vast stage, while the landscape itself gave something back to the song: a context and a setting that made it echo and linger in the mind. It struck me as sadly pleasing. At the same time I thought the song a little too good for friend Kempe, a touch subtle for such an ordinary clown, though he was a cut or two above Tarleton. Even so, I thought, this song could grace another play. Or twinkle on the lips of a wiser fool than Kempe. Who knows? Cheered a little, I trudged on again after the wagon, in the wake of my own words about the wind and the rain, and through the wind and the rain themselves, somehow become a theatre, part of a vast setting, and the faceless actors in some impersonal universal play.


En esta novela, claro, nos llega Will previamente dramatizado y mitologizado por sí mismo, siguiendo la huella—aquí sí que sí—de sus propias palabras, pues la novela de Rush es un vasto mosaico de frases y situaciones shakespeareanas recombinadas y reinventadas. Hay algo de profecía autocumplida en el ejercicio de Rush, e incluso de distorsión retrospectiva—pero tanto más nos ayuda a ver el elemento de profecía autocumplida que hay en la vida como voluntad... y representación. En este Will intentando alcanzarse a sí mismo, o siguiendo sus propios pasos por anticipado. También es narración en curso, la vida, además de ser impromptu dramático.


Hegel: La comedia y la vida como metadrama


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