La lucha por la vida y la autoconstrucción de la humanidad
jueves, 15 de enero de 2015
Un comentario que pongo al artículo "¿Qué sabemos de la violencia en el pasado?" de J. M. Bermúdez de Castro:
Quizá haya habido demasiado "buenismo" en antropología, tras las viejas teorías del Cavernícola Violento que se desacreditaron junto con el fascismo y el imperialismo decimonónico en cuyo seno se habían gestado. Pero era cerrar los ojos a una realidad bastante evidente de la especie humana, evidente en ese mismo fascismo e imperialismo. Que el ser humano no sólo se ha hecho a sí mismo sobre la base de la explotación de los recursos naturales, sino también, y de modo muy característico y definitorio, sobre la base de la explotación de los seres humanos. También lo decía Marx, en cierto modo, ¿no? Que el hombre ha vivido de explotar al hombre. Y a la mujer no digamos. Somos una especie extremadamente depredadora sobre sí misma, y es bueno todo lo que nos haga darnos cuenta de ello, porque darse cuenta de ello es el paso primero para tomar una actitud frente a eso. Desdichadamente, una de las lecciones centrales (acertada y desagradable) del darwinismo es que sin la lucha por la vida, y todos sus horrores, no surgen las formas complejas de la vida. Ni de la sociedad—pues los grupos más organizados, más informados y numerosos, han dominado, explotado y exterminado a los más indefensos y dispersos. Es la historia de la humanidad, desde la sabana hasta aquí mismo. Pero está feo hasta recordarlo.
No conviene, claro, dejar de lado la importancia de las virtudes cooperativas y sociales, y de la creatividad social. Pero al igual que la creatividad tecnológica se ha usado de modo prominente en el ámbito bélico, también la diplomacia y la socialidad, y la cooperación, se han usado para la explotación y la guerra. Porque pocas cosas hay más características de la humanidad, de su política y de su diplomacia, que la búsqueda de aliados y la cooperación organizada con otros grupos... para contener o para atacar y saquear a un tercero. Es lo que se llama inteligencia social en estado puro.
Es una perspectiva que ya presentó Hobbes en cierto modo: frente al ´hombre natural´, hombre primitivo producto de la naturaleza, está el hombre hecho a sí mismo, el hombre artificial, politizado y socializado. Ese hombre es producto del hombre. Y del temor a los hombres, esos lobos. El hombre es una manada de lobos para el hombre.
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