Es el título original de la última película de Spike Lee, "Plan oculto" aquí, que ya tiene un artículo completito en la Wikipedia. Bueno, pues en efecto funciona muy bien el thriller, dentro de las limitaciones del género "criminal inteligente". Como siempre, todo está demasiado bien pensado, se calculan los movimientos del otro con una precisión imposible, se dan a conocer al espectador cosas que no tiene por qué conocer (así las confesiones innecesarias del viejo banquero ex-nazi) y se arriesga la vida de maneras gratuitas sólo garantizadas por la red de seguridad que da el guión. Luego se liman las aristas para que esta estructura de control de expectativas e información se tenga en pie y adquiera un aire de inevitabilidad. Esto son las reglas del género, que siempre suele distanciarse de los planes imperfectos de los criminales cotidianos mediante una serie de trucos que podrían exponerse. Más interesante es lo que hace la película en su conjunto con un guión que sin duda tiene numerosos agujeros. Y la verdad es que funciona muy bien llevándolo adelante. Logra mantener la tensión a la vez que nos informa, mediante flashforwards, de que todos los protagonistas siguen vivos tras el atraco. Hay un pequeño fallo de ritmo: la primera mitad de la película, el atraco hasta la liberación de los rehenes, parece casi una película aparte, y la segunda mitad (la solución del misterio, por qué no había habido atraco en realidad). El ambiente de terror del secuestro está recreado maravillosamente, y está muy bien llevada la manera en que se mezcla el asunto del secuestro con la histeria terrorista y los prejuicios raciales (como por ejemplo la historia del empleado Sij al que confunden con un terrorista árabe). O la manera en que se trata a las víctimas del secuestro como si fuesen auténticos terroristas. Aprovecha Spike Lee para meter sus pullas antirracistas, y también para atacar a los negros que tiran piedras sobre su propio tejado, como en el episodio del videojuego callejero del niño, con una estética gangsta-rap perniciosa. Pero sobre todo se desquita Spike Lee dando una patada al culo del sistema, presentando dos polis negros honrados, mientras todo el establishment, que es blanco y corrupto, intenta comprarlos: desde el banquero que hizo su fortuna con los nazis, pasando por el alcalde, hasta el jefe de policía. Es dudoso que en semejante ambiente un poli con problemas (Frazier, Denzel Washington) no ya resistiese tanto, sino que sobreviviese... pero es uno de los mensajes que quiere llevar la película, claro; que la justicia que logra hacerse se consigue con el trabajo de la gente honrada, y que el sistema está generalmente corrompido: en un fotograma, el frontispicio de un majestuoso edificio nos muestra una imagen de la justicia sosteniendo dos carteles, uno dice "Lex scripta" y el otro "Lex tradita": es decir, hecha la ley, hecha la trampa. Otra contraposición de actitudes muy gráfica se da entre la power broker Madeline White (Jodie Foster) y el poli bueno Frazier: ella se aplica la misma norma que hizo trepar al viejo banquero filonazi, "Cuando hay sangre en las calles, compra propiedades"; él prefiere decir "Cuando hay sangre en las calles, busca al culpable".
- Y la Jodie, menudo personaje, comprando favores de uno y pasándoselos al otro. Ahora que conoce la historia del nazi, le coge el cheque y además lo pone en su lista para que le avale el otro asunto que lleva: comprarle una casa en Manhattan al sobrino de Bin Laden.
Y se la comprará, claro, porque el dinero lo tiene, y los contactos.
- Ahí sí que muestra bien cómo se entienden entre sí los que tienen dinero.
- Cómo se entienden ellos, y cómo los entendemos los demás.
- Pero con el poli bueno lo que pasa es que no dan con su precio. Que si ascensos, que si me olvido de ese caso en el que metiste la pata... Les falta información. Si le llegan a decir: ¡Olvídate de nosotros, y te libramos del cuñao! Entonces lo tenían hecho.
- Sí, jeje, ahora sí que lo tendrá de cuñao, porque ya tiene un diamante para el anillo.
Además del otro anillo que le permitirá seguir la pista hasta el nazi. El judío mismo sólo quiere la documentación nazi del banquero para atarle las manos, que no los persiga. No actúa por justicia, sino por codicia. Pero hay dos personas que sí ven la necesidad de justicia. Son dos idealistas, el poli negro y el atracador blanco: el primero sólo roba un duro, como aquél viejo gordo del bolso de su tía. Y el criminal es otro idealista. Primero, porque actúa por estilo más que nada, "porque puedo": pero también reconoce en el poli negro a otra mente privilegiada, que ve detrás de las apariencias. Y no sólo le deja una pista, generosamente, para que la siga, sino que le regala, al chocar con él mientras sale del banco, un diamante. Esto sí es solidaridad interracial, el club de los cráneos privilegiados. Da para un optimismo limitado, dentro de un mundo regido por la gramática parda, pero es optimismo al fin y al cabo.
Plan de vuelo: Desaparecida
—oOo—
0 comentarios