Retropost (2006): Románico y rompientes
 
 Románico y rompientes 
Publicado en Curiosidades.  com. José Ángel García Landa 
 Normalmente vamos a las playas de Viveiro, donde no se ve mucha  gente, la mayoría señoras y ancianos (se pregunta uno dónde está la  juventud y niñez de este país--en este mar, no). Pero también exploramos  las playas de pueblos vecinos y las calas que calamos. A una de esas,  la playa de Portonovo (que de puerto nada, pues estaba totalmente  aislada de la civilización) hemos bajado por una pista de tierra que ha  puesto a prueba el coche a la subida, lo hemos tratado como si fuese un  cuatro por cuatro dieciséis, y para subir nos hemos apeado los cuatro  pasajeros mientras la brava conductora subía en primera a toda leche con  las ruedas patinando y el coche lanzando grava y haciendo eses por la  rampa arriba. No había chalets ni chiringuitos en varios kilómetros a la  vista. Había algunas personas en la playa, bañistas y pescadores;  alguno no sé si lograría sacar el coche de allí... Pero ninguna persona  le prestaba atención a lo que hemos visto--y que no se veía a primera  vista, la verdad. Es de esas cosas que sólo te fijas cuando te las  dicen, y por casualidad nos hemos dado cuenta. En las guías desde luego  no viene anunciada. Es una especie de capilla primitiva que hay en las  rocas ya casi a la altura donde rompen las olas. La playa es pequeña,  limitada por dos promontorios rocosos y otra roca saliente en medio  dividiéndola en dos, y ella misma dividida por una hendidura. Pues en el  promontorio de la derecha, que se adentra en el mar y donde se pone la  gente a pescar, hay una cueva que sí se ve perfectamente, una cueva  pequeñita, justo para que quepa una persona dentro, pero bien definida:  es una cueva, no un hueco en la roca. Está a unos tres metros por encima  de donde rompían las olas; con marea alta, seguro que en ocasiones  llega el mar hasta ella. Justo al lado de la cueva, a la derecha, hay  tres figuras esculpidas en la roca; bajorrelieves, y tan bajos que están  prácticamente al nivel del mar. Apenas se distinguen las figuras, como  digo, en parte porque las rocas tienen formas muy variadas, y en parte  porque están casi borradas; están más o menos tan definidas de rasgos  como la Venus de Willendorf, aunque tienen el tamaño de personas (les  faltan las piernas). Se encuentran en una especie de hornacinas talladas  en la roca, que es allí más blanda y fácil de esculpir por una veta  diferente que recorre el promontorio. El aspecto general recuerda el de  las tallas románicas tardías, con proporciones casi góticas pero como  digo totalmente difusas y borradas. La primera figura parece un hombre,  la segunda una mujer (quizá tenga un niño en brazos, no se llega a  apreciar) y la tercera un niño; ésta tiene además una aureola muy clara  tallada alrededor de la cabeza. Las tres miran al frente. Entre la  primera y la segunda, las hornacinas están separadas por un asomo de  columna tallada en la roca también, y en la columna hay como una  calavera, aunque los agujeros de boca y ojos se mezclan con otros  agujeros que salpican la roca. ¿Será obra inacabada de un jipi  aficionado al románico, hace cuarenta años? ¿Será un viejo santuario de  cuando había aquí un puerto realmente, si jamás lo hubo (que no creo)?  ¿Habrá habido alguna aparición milagrosa en la cueva? ¿Será un sitio  sagrado desde tiempo inmemorial, reconvertido al cristianismo? Quizá  lleven allí siglo tras siglo, cada vez más borrosas y olvidadas, muerta  hace cientos de años la última vieja que puso allí un cirio. Puedes  imaginar lo que quieras, mirándoles la cara erosionada a las figuras y  oyendo romper las olas en esta costa sin gente.
 
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