Dos cagadillas de Obama
viernes, 18 de noviembre de 2016
Dos cagadillas de Obama
Barack Obama ha pasado por la presidencia de los EE.UU. en conjunto con más gloria que pena y seguramente de su imagen pública se recordarán las luces más que las sombras. Aunque también ha dejado más de dos cagadillas por el camino, pues Obama llegó a la presidencia como populista podemita, y nunca dejó de serlo, aunque también haya sido más cosas.
Ahora tenemos a Obama despidiéndose de Europa, o a Europa despidiéndolo con lagrimita, ante la llegada de ese señor colorado, iracundo y gritón llamado Trump (que al parecer no tiene intención de seguir pagando gastos extra para la defensa europea). Obama ha pasado por la presidencia en conjunto con más gloria que pena. No ha cerrado Guantánamo, es cierto, pero lo ha ido cerrando. Ha hecho gestos hacia seguridad social con el Obamacare, que a ver lo que dura. Ha llevado el tema racial con elegancia y con la ayuda de Michelle, y ha sobrellevado así el punto doloroso de que si era el primer presidente "negro" (suponiendo que los hijos de blanca sean más negros que blancos) no es porque fuese un descendiente de la comunidad afroamericana oprimida por la esclavitud. Vamos, que puestos a ofenderse, en una comunidad tan susceptible, podría haberse tomado a mal que habiendo tantos afroamericanos de solera americana, haya de llegar a presidente uno que viene de importación africana directa. Ya puestos a especular, entre los antecesores africanos de Obama es probable que hubiera más esclavistas que esclavos, pues africanos de África eran los que vendían otros africanos a los blancos. Y si Obama desciende de algún esclavo negro americano, al parecer es (cosa llamativa) por parte de su madre blanca. Pero el africanismo siempre ha impresionado a la mitología negra en USA, y así se quedan todavía esperando al primer presidente procedente de las plantaciones, cosa que no va a ser para pasado mañana. Entretanto, Obama ha resuelto el dilema de si llegaría a la Casa Blanca una "persona de color" antes que una mujer, así que punto a su favor, for what it’s worth. La carta racial, como digo, la ha jugado con habilidad y soltura, y sin estridencias, cosa que es de agradecer.
Ah, y tiene otros puntos positivos, many points. Ha proyectado a los medios una imagen intachable: no ha hecho el idiota en público como Bush ni se ha despachado con escándalos sexuales como Bill Clinton. De fronteras para afuera, no ha habido catástrofes visibles directamente atribuibles a él. Una machada de vaquero hizo: le dio por delegación un tiro entre las cejas a Obama bin Laden, cosa ilegal y de malos modos, pero comprensible, y más en USA.
De otros aspectos de su política exterior mejor no hablar, aunque sería mucho atribuirle a Obama el control o descontrol de levantamientos y revueltas árabes que han dado lugar a las guerras de Siria, Irak y Argelia, y otras como Ucrania, etc. En todo caso no ha intervenido visiblemente para aclarar la falsaria posición de Estados Unidos (y el resto de Occidente) en esos conflictos. Que seguramente le desbordan a él ampliamente, y hay mentes más involucradas en ellos, como el famoso Soros, la propia Hillary Clinton, y las partes de las agencias de seguridad y servicios secretos controlados por ellos. Que Obama le ha dado al Islam radical y sus tiranos mulás más cancha y respeto del que merece, en línea Zapatera, de eso hay poca duda. También tiene el dudoso prestigio (que habría que ver lo que dirían los liberals o progres americanos si fuese cosa de Bush) de haber promovido e institucionalizado, y defendido públicamente, el espionaje masivo de las comunicaciones de todos los ciudadanos, que ríanse Vds. de Nixon. Y la persecución sañuda a quienes denunciaron estos trabajos sucios de los servicios secretos, como Assange, Snowden, y otros como ellos.
No es breve, no, tampoco, el listado de los puntos negativos de Obama. Puntos que a veces son borrones de tamaño natural, sorteados con labia y retórica de bailarín, cuando salen a relucir.
Pero estos días preelectorales en USA depositó Obama dos cagadas públicas que lo retratan como un oportunista sectario y manipulador, mucho más de lo que da a entender su imagen simpática. Dijo un par de cosas sin defensa ni coherencia posible (para un mandatario de los Estados Unidos), en plena línea progre-sectaria de la abogada por Hillary. Y si no, juzguen.
- Defendió la existencia de la inmigración ilegal, diciendo que es beneficiosa para el país. Ojo: no de la inmigración, sino de la inmigración ILEGAL. Que quizá sea beneficiosa para el país, no lo niego, desde el punto de vista de un sociólogo o de un politólogo o un historiador, o de un cura—pero ahí el presidente se sale de su papel de modo impresentable. Defender la inmigración ilegal es defender la ilegalidad—y un presidente no puede defender la ilegalidad. (No puede, o no debe. Como en el chiste de vascos: "Aitor, que ahí pone que aquí no se puede mear" –"¿Que no se puede? Claro que se puede. ¡Mira qué chorro!"). Si más inmigración es buena, vamos, si la inmigración a cascoporro es buena en opinión de Obama, tendría que promover la supresión de las fronteras de los EE.UU., y de los visados y cartas verdes. Menuda hipocresía si no. Pero desde luego no iba por allí la intervención de Obama. Lo que defendía, por tanto, era que es bueno para el país que haya gente en situación de ilegalidad. Menudo progre loscojones.
- Cagada número dos. En la víspera misma de las elecciones, animó Obama públicamente a que las personas en situación de ilegalidad votasen. Esto no es totalmente absurdo, visto que al parecer no existen mecanismos directos que permitan identificar en todas partes si alguien registrado como votante es ciudadano o no, cosa que se encargó de recordar el propio Obama. Esto es algo que ha de considerarse un fallo del procedimiento electoral, ya que según la Constitución de los Estados Unidos por supuesto sólo pueden votar los ciudadanos de los Estados Unidos. Una vez más, se comprende que un activista izquierdoso, etc., pueda hacer ese llamamiento a aprovechar los huecos del sistema en beneficio propio o de su partido. ¿Pero el Presidente de los Estados Unidos, llamando directamente a vulnerar la Constitución? Vamos, hombre. Qué nivel de Maribel.
En fin que Obama, con toda su elegancia y su saber hacer, participa plenamente del punto programático número uno de su partido o cuerda, a saber, todo es fascismo... menos cuando lo hacemos nosotros. Y luego hay que maravillarse de que gane Trump.
Que, no lo duden, será otro que tal, y al cuadrado. En menos fino, eso parece claro—porque allí, como aquí, la elección está entre el populismo fino y cool, con mucha mano izquierda, y el de brocha gorda.
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