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Bibliografía sobre cine e ideología

miércoles, 9 de marzo de 2016

Bibliografía sobre cine e ideología

Continúa la scribdización, por partes, de mi bibliografía. Aquí una lista sobre CINE E IDEOLOGÍA:

Ideology & Film by JOSE ANGEL GARCIA LANDA - Uploaded by  Marc Roca Vives



Hasta Pablemos sale. Una lista anterior que había subido alguien a Scribd ha desaparecido ya; ésta toma el relevo.

Maquiavelo frente a la gran pantalla



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Retropost: Brokeback Mountain

Retropost #712 (20 de enero de 2006): Brokeback Mountain


 

Acabo de verme Brokeback Mountain, de Ang Lee, basada en un relato de Annie Proulx. Es la famosa peli que marca un antes y después de la homofobia en América (hopefully), con esos dos cow-guys que se gustan. Muy recomendable, va de los obstáculos que hacen imposible la convivencia y  cuando hay problemas prácticos, de otras parejas, y de dinero, y con homofobia circundante por si había dudas, y de la distancia, aunque la distancia no es problema precisamente, más parece serlo la proximidad... en suma, que los vaqueros siguen siendo vaqueros toda la vida, aunque nunca hayan sido vaqueros (eran ovejeros), y uno se dedique a capar corderos y el otro a vender tractores, su corazoncito estaba en aquel verano de Brokeback Mountain, y en fin, que somos poca cosa, y cada cual cuelga sus ilusiones de plenitud y su identidad de donde puede; al final sólo nos queda alguna camisa vieja a la que agarrarnos como si estuviese allí la esencia de lo que hemos amado, y quizá esté. Muchas escenas de disfunciones causadas por los cabreos internos, la represión y la imposibilidad de decir la verdad; eso y las escenas finales de los ritos funerarios sin guión son lo mejor de la película. Les falta lenguaje a estos vaqueros, pero van creando sus rituales necesarios mal que bien; el ambiente no invitaba mucho hace cuarenta años. Ni ahora, vamos. Claro que pobres señoras las que los tienen que aguantar, tan desganados... Me parece entender que al vaquero Jack lo matan una pandilla de homófobos y que su señora prefiere no darse por aludida; pero igual lo de la señora me lo invento, queda ambiguo.



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Cine y mitología - M. Ángel Navarro Crego

Cine y mitología - M. Ángel Navarro Crego


Retropost: El hombre del tiempo

Retropost #704 (15 de enero de 2006): El hombre del tiempo



The Weather Man. Dir. Gore Verbinski. Written by Steve Conrad. Cast: Nicholas Cage, Michael Caine, Hope Davis, Gemmenne de la Peña, Nicholas Hoult, Michael Rispolli, Gil Bellows, Judith McConnell. 2005. (www.weathermanmovie.com)

Es una película perteneciente al género "película de crisis vital" -- me recuerda más que a ninguna otra a Wonder Boys. Trata del generation gap, de la incomunicación y distancia entre padres e hijos, del trabajo y sus servidumbres, y de cómo la vida requiere que nos adaptemos y maduremos y dejemos muchas ilusiones atrás. El protagonista Dave Spritz (Nicholas Cage), un hombre del tiempo de Chicago, está alienado, gana mucho dinero y aún quiere ganar más, pero mientras su familia se va desintegrando, él cree que la solución es ganar más dinero, tener más y más "Ójala tuviera dos pollas", piensa mientras su futura ex lo manda de compras. Es inmaduro, está aún viviendo a la sombra de su padre, Robert (Michael Caine) que ganó el Pulitzer, e intenta ser escritor como él, pero como escritor Dave es nulo. Al final borra la novela que escribía, y su padre le dice "En esta mierda de vida hay que tirar por la borda muchas cosas". Otra enseñanza del padre: "Ser adulto nunca ha sido fácil. Requiere siempre tomar el camino más difícil". Spritz se resiste a cerrarse posibilidades y a ponerse límites (a crecer encogiendo): está obsesionado con el éxito. Es tan egocéntrico que sólo piensa en sus escritos, o en sus perspectivas profesionales, y no en las enfermedades y problemas y preocupaciones de quienes le rodean. Aquí me reconozco yo, mira -- a ver si me sale una reseña autobiográfica. Bueno, en realidad está pensada la película para mostrar la incomunicación entre generaciones como un signo de los tiempos. En su trabajo, Cagespritz está alienado porque es "un payaso", no es meteorólogo sino un actor que presenta el tiempo contando lo que le dicen, sin tener idea, es sólo una imagen telegénica, y se cabrea cuando la gente lo identifica con su personaje. Nada tiene sentido, el tiempo es impredecible: "Viento. Todo es viento. No hay manera de saber dónde va" -- es la vida en esta película, o la vida de Cage: su padre era "Like a rock", como dice la canción. Pero ahora Spritz tiene que perderlo. Le hacen un funeral por anticipado, cosas de americanos, con discursos ante el futuro muerto, y hasta ahí hace el guión que la cague Cage: la relación con su padre Robert/Caine es incomunicativa, el padre está pasmado por la nulidad de su hijo, lo erróneo de sus prioridades, pero a pesar de todo sigue siendo un modelo para él. Sus hijos son una niña obesa (a quien nadie habla de poner a dieta) y un muchacho "que va en malas compañías"; Cage se pseudocomunica con ellos, los pasea a ratos, mal que bien pone un poco de orden: aunque no pone a dieta a su hija, le compra ropa que le siente mejor y no la ponga en evidencia, y le zurra al pederasta que quería ligarse a su hijo. Pero sus sueños de volver con su esposa resultan ser una ilusión, como su carrera de escritor. Al final consigue su supertrabajo soñado en la televisión nacional, pero seguirá siendo el hombre del tiempo, sólo una sonrisa convencional en una pantalla. Aceptará mantenerse a distancia, la nueva familia americana: nada tiene solución, hay que adaptarse a los tiempos que corren, vivirá en Nueva York y por lo menos no le montará números a su ex y la dejará tranquila con su nueva pareja. Así pues, la crisis de Spritz se resuelve adaptándose a sus auténticas circunstancias, aceptando sus limitaciones y no intentando soluciones que pueden parecer las ideales pero que ni es capaz de imponer ni está realmente dispuesto a hacer los sacrificios que conllevarían; por otra parte están fuera de su control, pues mal puede volver con su mujer cuando ésta ahora lo encuentra sexualmente repulsivo.

Zirtaeb Sanep, que siempre propone lecturas políticas de las películas norteamericanas, también ve esta película no como una historia de una crisis personal sino como una alegoría política. Tiene que ver la película con la macdonaldización de la sociedad. El padre representa otras maneras de hacer, otras relaciones sociales y profesionales que pueden ser las de Europa, o las de Nueva Inglaterra; Cage está atrapado de lleno en la América postmoderna de la imagen vacía y la alienación consumista. "Soy comida rápida", piensa -- todo imagen, es sabrosa pero una porquería, la gente la tira (de hecho el motivo central de la película es cómo la gente le tira todo tipo de comidas rápidas al hombre del tiempo conforme lo ven por la calle: McNuggets, Big Gulps, Frosties... ). Lo vemos en una pantalla dentro de la pantalla, la televisión en la pantalla del cine, mostrada como una ilusión, una pantalla; detrás de las cámaras todo es distinto, un vacío, el hombre del tiempo se mueve ante un fondo verde uniforme haciendo su danza que no tiene sentido más que en una cadena de montaje de imágenes. Hay que aceptar esta nueva América y buscar un sentido a la vida en las condiciones que ofrece, con sus ventajas e inconvenientes, y no creer que hoy podemos pisar roca cuando todo es viento. Cage ni se plantea dejar de ir al Burger King, a pesar de lo que le aterriza encima; y allí vemos imágenes de una gorda empapuzándose de hamburguesas, pero también de un negro, delgado, con aspecto sabio y muy parecido a Michael Caine/Robert Spritz. La hija de Dave será una gorda, su hijo no; será cámara, artista como el director de la película, no un simple actor como Cage. Quizá no todo esté perdido, there’s hope yet, y Cage hace bien su trabajo.

Una película pues sobre las desilusiones necesarias, sobre la aceptación de los propios límites, de la pérdida del amor y de la muerte. Pero optimista, optimista... hay posibilidades en América, y Spritz supera su crisis, aceptando que la vida es una crisis. Y en cuanto a la macdonaldización de la vida... "You don’t need a weather man to know which way the wind blows" (Bob Dylan, "Subterranean Homesick Blues").



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Jarhead - otra másh

Retropost #699 (14 de enero de 2006): Jarhead - otra másh



Vista queda la que era la película más valorada de la cartelera, Jarhead, de Sam Mendes. (El de American Beauty, ya se veía allí que algo no le rulaba del todo al hombre en sus bajos instintos). Está basada en las memorias de Anthony Swofford sobre la guerra del golfo; no del golfo de Bush sino de su padre, Bush también (con lo cual ciertos problemas que podrían haberse planteado aquí quedan obviados, o mejor aún, disimulados, porque un golfo vale otro, todas las guerras son iguales, y así en esta nadie ha dicho mentiras... aunque bah, qué más da, lo que se diga sobre el enemigo siempre suena a mentiras, y siempre cuela lo suficiente, sobre todo si ganamos. Aquí lo que importa no es tanto la guerra sino el trato a gritos con el sargento y las palmadas en el culo a los colegas. Pues eso, MASH para los tiempos que corren: la crítica de RedAragón nos remite a Full Metal Jacket, a Platoon... también se me ocurre Black Hawk Down. Películas donde el idealismo patriótico o los motivos justicieros no aparecen en ningún momento por el horizonte, pero lo que sí pervive es la guerra como escuela de vida: ahí se hace uno un hombre. (Menos en la de Kubrick, donde uno se hace un cacho carne embrutecido como los de esta película). Aquí se restringe la perspectiva hasta hacerla coincidir con la manera en que vive la guerra un individuo que se ha alistado estúpidamente, y va descubriendo mayores niveles y abismos de estupidez y absurdo, desde dentro, como es debido, no en plan observador irónico. Y claro, a medida que va sumiéndose en la brutalidad rutinaria y el sinsentido, va desarrollando lazos homosociales más y más estrechos con sus colegas, otros skinheads a sueldo del gobierno, como él, y con los mandos... ay, chicos, es que de pensar en los mandos se me pone dura, tíos con tanta mili, es como pensar en el enemigo... mmm.... Vamos, que el orgasmo final de la película es cuando marcan a uno de los colegas a fuego, sujetándolo entre todos, con un hierro al rojo con las iniciales de los Marines. "Te lo has ganado, tío". Por favor, que me den el mando a distancia. Ah, no, que he pagado para verla. Bueno, pues también tiene escenas tipo "Los desastres de la guerra" en plan casi surreal, con el soldado meditando (poco) entre un grupo de iraquíes calcinados; un poco de "fuego amigo" que subraya el absurdo de la guerra, muchas escenas de pasatiempos desesperados, de vaciado de letrinas y mili a la española... tiene sus puntos, no lo negaré. El mensaje de principio y final es que después de tanto abrazar tu rifle, serás siempre un "cabeza de bote", un jarhead, llevas la mili dentro, toda tu vida, hagas lo que hagas... pero la ironía es que jamás le dispara su rifle a nadie, ni entra en combate; cuando está a punto de hacerlo, hay una contraorden y es la aviación la encargada de planchar al enemigo. Y el pobre marine que quería matar un iraquí, por favor, Sargento, déjeme... También hay crisis nerviosas, aburrimiento, muchas pajas, y amor, amor, amor callado al grupo de machos machotes, unidos por la ausencia de mujeres, máxime sabiendo que otros se las están tirando en casa, eso une más que jugar al fútbol en calzoncillos... si es que se me contagia, esto de la homosocialidad terminal es contagioso, pronto voy a empezar a contar mi mili; yo tampoco entré en combate y dispraré todas mis balas asignadas el mismo día, que había que hacer el número de disparos reglamentario, así que vete al desierto a vaciar cargadores tirando al vacío, eso hice yo, hale, que estuve en la mili más que este tío. Todas las milis son iguales, no sé para qué voy a ver semejantes películas. En realidad en las pelis de soldados el patriotismo guerrero siempre ha sido el trasfondo, nunca prominente, y lo prominente siempre ha sido la relación con el grupo. En este caso, la relación de solidaridad obscena en el grupo, obscena porque no tienen ninguna cualidad que les haga dignos de ser apreciados, como no sea el estar tan asqueados de la vida como uno mismo, y sobre todo obscena porque la solidaridad esa se monta sobre la base de crear un chivo expiatorio abyecto -- el enemigo, las mujeres, el novato... Vomitivo, vamos, y bien analizado aquí, como digo, desde dentro y con fe. Este ambiente es inmune a la autocrítica o a la reflexión -- ya les pueden pasar Apocalypse Now a estas bestias blancas (pocos negros veo, sólo mandos, je) que lo que hacen es vitorear, y chillar de placer mientras los helicópteros napalmean civiles vietnamitas al son de Wagner-- sin duda Mendes espera que su película también sea un éxito no sólo de crítica sino en los campos de entrenamiento, y que también chillen los reclutas de placer mientras un jarhead quema la mierda de las letrinas. Pues eso, muy buena la peli, pero francamente os la podéis ahorrar; a quien disfrute con esto le recuerdo que el ejército anda escaso de efectivos, y que en vista de eso han bajado un poquito más el coeficiente intelectual mínimo para entrar. El ejército en su salsa es la brutalidad organizada, una banda de skinheads vestidos de verde y pastoreados por chusqueros y quemaos de la vida. Cuanto más lejos de eso, mejor. A ver si resulta que es antimilitarista esta peli y todo... me parece que se ubica donde el militarismo y el antimilitarismo pierden su honesto nombre, y es que retratarlos es atacarlos para quien le ponen enfermo (como yo), pero homenajearlos para quien siente latir en su corazoncito el militroncho interior... anda ya...

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Retropost: King Kong

Retropost #691 (8 de enero de 2006): King Kong



Los remakes tienen una bonita dimensión retrospectiva-intertextual, en especial cuando están tan atentos no sólo a retomar la historia, sino a homenajear a la película original (en lugar de ignorarla, que es otra actitud posible). El remake nos hace ver cosas que no había en origen en la primera película, pero que se han ido agregando a ella por el trabajo de su recepción, de la crítica, y de la historia. King Kong era un falso mito en los años 30 (aunque las raíces ya estaban allí, claro...): setenta años más tarde la película, y el gorila, ya son un mito auténtico. Cosas que no había, vemos. Y cosas que había, quedan amplificadas, subrayadas, o atenuadas... la diferencia entre añadir y subrayar no es absoluta. No me acuerdo muy bien del primer King Kong, y no sé si tendré paciencia para volverla a ver (como si fuera Hitler). El segundo (años 80) ni lo ví. Otros que hay no los conozco ni de oídas, como se observará.

Mitos y textos y realidades que hay detrás de King Kong:

- King Kong

- El mundo perdido, de Conan Doyle: la tierra fuera del tiempo, los dinosaurios, las tribus primitivas coexistiendo con ellos... y el dinosaurio en londres de la película que se hizo en los años 20.

- Indiana Jones, y la moda retro de las aventuras de los 30 (Tarzán, Las Minas del Rey Salomón, etc.). Pero llevar al exceso a Indiana Jones, que ya llevaba esas aventuras el exceso, es... un exceso. De ahí la sobreabundancia de tiranosaurios, escolopendras gigantes, pterovampiros, y persecuciones y caídas rocambolescas. Esto es circo, divertido, y admirablemente hecho, pero un número cómico, básicamente.

- La bella y la bestia, claro... más en general, la oposición sexual hombre / mujer, el dimorfismo llevado al paroxismo, el hombre cuanto más peludo más hermoso, y la chica que sea rubia, y con ropa interesante.

king kong
 
- Adán seducido por Eva. Las mujeres nos traen problemas, nos sacan de la isla, y también sacan el gorila de nuestro interior. Pero son tan guapas. Al final resulta que la bella y la bestia van juntas, no hay una sin la otra, nacieron para ser pareja, y por eso también en el espectáculo teatral, y en los carteles, se los coloca como imposibles imágenes simétricas. También hay una chica sola en la cima del Empire State.

- Polifemo y Galatea. Los cíclopes eran, para Vico, representativos del primer estadio de la evolución cultural. Así pues, King Kong es también nuestro cavernícola interior. Y es especialmente ciclópea la caverna con osario, y la fuga en las barcas de los aqueos.

- Maridos celosos, violencia de género; qué brutos, abusadores, barbazules: tienen en el cíclope King Kong a su arquetipo. Pero King Kong se civiliza, no como otros. Años de filmaciones de gorilas y de antropólogos enseñándoles American Sign Language dejan huella también, y King Kong casi habla con la nueva Fay al final, "qué hermoso".

- Caliban y Miranda, en una isla de pesadilla, sin Próspero ni Ariel, sólo con el galán y los marineros borrachos, que quieren exhibir a Caliban en la civilización: "not a holiday-fool there but would give a piece of silver. There would this monster make a man. Any strange beast there makes a man. When they will not give a dolt to relieve a lame beggar, they will lay out ten to see a dead Indian".

- Gulliver, prisionero de su mono, primera imagen en Occidente de un humano diminuto capturado por un simio gigante. Ahora la chica le hace monadas al mono, como Gulliver a los de Brobdingnag; con el mono en persona Gulliver chillaba como Fay Wray. Que era mona, por cierto (el mono de Gulliver digo que era mona), y quería amamantarlo, ahí hay más sexo explícito. También le da de comer asquerosidades que se saca de la boca; si King Kong hiciese eso, la nueva Miss Darrow lo encontraría menos seductor. (Otra con mono violento: "Los asesinatos de la Rue Morgue" de Poe).

- También en las Mil y Una Noches hay un demonio gigante y celoso, con una diminuta esposa infiel que le hace bailes... El ogro de los cuentos suele estar casado con una señora normal, cosa que yo no entendía nunca.

- También es King Kong el macho subido de testosterona (el cíclope otra vez, falo personificado, claro - el cíclope es un gigantesco pene en erección que no atiende a razones, no ve las cosas estereoscópicamente sino con una idea fija). Por eso King Kong se sube a un rascacielos, contraste/identificación entre el macho primigenio y el falo pétreo del imperialismo americano, el capitalismo que penetra hasta lo más hondo de la selva y de los espacios cerrados. Bueno, fálico, pero no tanto; al final King Kong resulta ser sentimental como el dramaturgo existencialista. El sexo sólo es simbólico; a nivel de presentación superficial el gorila es viril pero casto. En cambio sí vemos pollas gigantescas y voraces surgir del barro y comerse a los exploradores. Aunque la escena es cómico-repulsiva, en estas pollas-vagina dentata también sale el inconsciente de la película a relucir... su versión histerizada de la dicotomía de los sexos. En Ingagi (vía BoingBoing), otra de gorilas de 1930, el sexo era explícito, y hasta nacían híbridos (de gorila y africana; con las blancas no llegaban a meterse).

- Sansón y Dalila. La fuerza derrotada por la belleza. En la película de Peter Jackson, muy deliberado, al hacer que Sansón esté, aunque no ciego, sí encadenado a las columnas: y derrumba el templo de los filisteos. Los filisteos somos nosotros, claro: la vulgaridad y autocomplacencia de los años 30 continúan casi sin interrupción visible, en la misma sala de proyecciones en que vemos esta película. King Kong destroza el patio de butacas, continuación del nuestro, y casi parece que viene a por nosotros. Nos lo merecemos. Pero estamos a salvo, monstruo, jaja -- a menos que explote una bomba en el cine (King Kong como el pánico urbano de masas, el terrorismo o revolución latente).

- Darwin. La distancia entre el hombre y el mono es menor hoy que en los años 30, pero ya los mundos perdidos de principios de siglo XX partían de un cierto interés por la evolución.

- El último mohicano. Contempla el crepúsculo de los dioses desde la isla, desde el Empire State, un mundo que lo desplaza. Por cierto, esta vez vemos que no era un caso único, sino el último de su raza, vemos las osamentas. Cementerio de los elefantes, dignos animales frente al innoble explorador-mercenario-comerciante-director de cine, que hace negocio trivializando el mito, a la vez que se flagela a sí mismo. Hacemos cine de masas, y a ellas nos debemos.

- Heart of Darkness. "No, Jimmy. No es un libro de aventuras". Pero la película sí, aunque también haya aventuras a los abismos interiores. King Kong también es una especie de Marlon Brando, o vice versa.

- Moby Dick. la persecución del animal mítico y gigantesco, inocente y cruel a la vez ("Dick Kong: The Moby"). No hay Ahab, sólo una especie de Orson Welles obsesivo y timador. Pero sí hay un cierto Pequod, con su comunidad multiétnica.

- Los negros. Empezamos con negritos bailando (genial la recreación del Nueva York de los 30, la depresión y los últimos coletazos del music-hall). Luego se invierten los papeles de negro y blanco, con el nuevo Queequeg a bordo del Pequod: el contramaestre negro ha recogido a un blanquito que lo idolatra, Jimmy; es su bwana negro. Totalmente siniestros son los nativos, al estilo de los 30, sin concesiones a la corrección política. Estos son negros de tam-tam e ídolo sangriento donde los haya, buenas piezas para el rifle del blanco. Claro, estamos en los años treinta, la película así (more postmodernista) a la vez señala a lo que critica en los 30, lo ve con distancia, y también lo reproduce; es una imitación de una peli barata de aventuras y tambien es una peli de aventuras barata (bien cara, por cierto). Podemos permitirnos el lujo de masacrar otra vez a Gagool, es intertextualidad. Pero a lo que iba: el negro mayúsculo es King Kong; en los años 30 aún es la pesadilla postesclavista, quizá ya se intuían los derechos civiles; desde luego Manhattan se les había llenado de negros. En las películas de Hollywood, y de post-Hollywood, como ésta, los negros representan el contacto con las fuentes de la vida y de la autenticidad, lejos de las falsedades e indirecciones de los blancos. King Kong es pues el negrazo monumental, no es Copito de Nieve, no -- aunque sí es el gorila meditabundo del zoo de Madrid. Hasta aquí ha llegado mi pueblo, y qué puede hacer un hombre en esta situación. En Hollywood, los negros mueren.

- La chica reconoce la autenticidad de King Kong. Y del dramaturgo intelectual, que es el guionista (¡pero si el guionista nunca se lleva a la chica!). Entre el hombre hipercivilizado y el monstruo está la elección. Menos mal que el guionista, contra toda probabilidad, también es heroico. Tras la caída de Kong su espíritu ha pasado sin duda al dramaturgo-guionista que besa a la chica.

- Y el espectador... el espectador está, como digo, en la posición del filisteo; es el que contempla a King Kong convertido en espectáculo de feria, o que paga para ir a ver al indio muerto, o al gorila de Madrid, o que se hace fotos junto al cadáver del monstruo, después de haberse proyectado un rato sobre él. Ya el alma deja el cuerpo del gorila y vuelve al nuestro, deseamos nuestra propia muerte al final de la vida, sobre todo si no hay otra salida; la película puede terminar.


King Kong el mito seguirá creciendo, o encogiendo, según manden los cánones de la época. En cuanto a los auténticos King Kongs,

Pas de comeback
Aucun remake
Faut faire avec...

gorillagorillagorilla

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Retropost: La Terminal

Retropost #689 (7 de enero de 2006): La Terminal

 

Es la película de Steven Spielberg, Tom Hanks, Sacha Gervasi, Andrew Niccol et al. (Dreamworks, 2004). Podría también llamarse El Castillo, o Bartleby, o Esperando a Godot, porque algo tiene de todo ésto, más un ingrediente de comedia romántica (frustrada al final) y pequeñas historias de cada personaje sumadas a la central. Que es la historia de Viktor Navorksi (Tom Hanks), un turista que se encuentra atrapado administrativamente en la terminal de un aeropuerto neoyorkino sin poder volver a su país en guerra ni obtener un visado para entrar a los USA. 


Navorski se lo toma con paciencia, espera meses en la Tierra de Nadie, en el espacio que no es ningún sitio, haciendo amistades, encontrando maneras de sobrevivir sin recursos, y evitando caer en las trampas administrativas que le tiende el malvado jefe de seguridad del aeropuerto, que quiere pasárselo a la policía para quitárselo de encima. Ante todo, planta batalla a la "irracionalidad de la racionalidad", según frase de George Ritzer en La MacDonaldización de la sociedad, pues es ésa la ley que impera en el aeropuerto. Acaba Navorski querido por todos, y hasta liga con una bonita azafata (Catherine Zeta-Jones), pero ésta está que se cuela por la pata pabajo por un piloto que nunca abandonará a su esposa, así que vive también en la espera, en un eterno triángulo vicioso.


Navorski espera las llegadas de Z-Jones con tanta ilusión como el visado que al final lo mande a alguna parte; el aeropuerto se organiza cuando viene Z como una geografía erótica que le permita seducirla, y lo consigue... por un rato. Luego cada cual sigue su camino; termina la guerra y Navorski vuelve a su país tras una breve visita a Nueva York (su misión original era conseguir la última firma de uno de los grandes del jazz que le faltaba en la colección de su padre - motor vital gratuito donde los haya). Luego se va, o vuelve, no sabemos a qué, a Krakozhnia o al cielo, pero habiendo logrado si no el amor, sí la dignidad humana y el cariño de todos los que le rodean en su pequeño Gulag. Ella en cambio se queda de azafata en tierra; Zetajones está hasta los, hasta allí, de su piloto, pero elige seguir en su espera imposible y sin sentido... pero qué joder, the fucking sex was so great. La estructura de comedia romántica se utiliza hábilmente, para frustrarla y dar a la pelicula un toque escéptico y desengañado dentro de todo el optimismo sentimental a la Spielberg... porque, desde luego, en mi terminal nadie se interesa tanto por nadie como la gente lo hace aquí por Navorski, o él por los demás.

Es pues una película sobre la espera y la esperanza ("Life is waiting"), sobre el sentido de la vida, sobre el poder de la individualidad y las relaciones personales frente a la burocracia deshumanizada. La terminal es, claro, una terminal, con todo detalle, pero también es una alegoría de la vida como lugar de paso. Quizá de paso hacia ninguna parte (no existe "Krakozhnia"), pero un lugar en el que hay que habitar, improvisar o ir tirando con lo que hay, y humanizarlo, frente a todas las presiones para que seamos sólo números de serie que circulen rápidamente sin obstaculizar el sistema. Una terminal es así el lugar postmoderno por excelencia, el lugar donde el capitalismo ya ha logrado su máxima expansión, y donde tras la parafernalia de letreros, superficies reflectantes y franquicias, hay un estricto control de seguridad que no es amable con los casos individuales. En una escena crucial, el jefe de seguridad negaba el paso a un inmigrante con medicinas cruciales para tratar urgentemente a su padre; Navorksi salva la situación diciendo que había un error de traducción, y que la medicina era para una cabra (con lo cual ya no se le aplicaba la legislación obstructiva). Así se tuerce la ley para atender al caso individual, algo que el jefe de seguridad no está nunca dispuesto a hacer. Es un judío estilo Shylock, que se atiene a la letra de la ley, y a sus intereses, sin importarle el coste para los demás. Por suerte, sus empleados se van volviendo contra él, y al fin su jefe de policía, negro, se hace deliberadamente el ciego para ayudar a Navorski (los negros, los inmigrantes, y los que van haciendo un poco de slalom con el sistema son los buenos de la película).





La terminal ofrece un modelo de sociedad macdonaldizada en fase terminal, nunca mejor dicho, pues su finalidad es procesar ("El Proceso") al personal rápidamente, que entren y salgan a la mayor velocidad posible, dando el menor número de problemas individuales, todos bien provistos de los impresos necesarios, y comprando lo más posible mientras pasan a toda velocidad y se pierden tras las puertas; sonrisa y patada en el culo. Como le dice el jefe de policía a Navorski al abandonarlo a su suerte en la tierra de nadie de la terminal, cuando éste le pregunta qué puede hacer, "sólo hay una cosa que pueda hacer aquí, señor Navorski: COMPRE." Frente a este consumismo frenético y alienante, Navorski luce recursos únicos, viejas tradiciones, habilidad manual, inventiva. Todo a la vez que parece un poco chiflado o subnormal por su manejo creativo del inglés, por ejemplo, hablando con Z-Jones, "he cheats", me engaña, se convierte para él en "eat shit". Todos sus recursos no le servirán, sin embargo, para conservar a Z. Aunque la consigue seducir, el interés erótico de ella por él es nulo. Navorksi le acaricia el alma, pero ella desea las caricias de otra persona, y un poco de castigo también. Así cada cual hace lo que le pide su cuerpo mientras dura la espera.

Hay otras frases memorables, y que traen ecos.... Z se queja a Navorksi, diciendo, contra toda evidencia aparente "I am 39!"... "Oh", dice Navorksi, (¡imposible!)- "I was 39 once"... Sólo le falta decir, "tranquila, ya se te pasará".... aunque la frase me recuerda también a aquella de Twelfth Night, "I was adored once"... Adorar no es suficiente, sin embargo, hace falta querer ser adorada. La película está cuidadísima, llena de detalles significativos o absurdos. Como la oficial de pasaportes puertorriqueña, trekkie ella, y simpática, pero inflexible con su matasellos: así es como funciona América. O, por otro lado, la historia Gupta, el viejo barrendero, inmigrante indio, que tras su aparición arisca acaba siendo encantador y saca también su corazoncito de oro.... Y se arriesga, pues tiene posibles problemas con la policía, y podría acabar en la cárcel por ayudar a Navorski. Gupta parece al principio un paranoico creyendo que Navorski es de la CIA y está espiándoles a él y a sus compañeros de póker... pero al final resulta que sus peores sospechas sobre la vigilancia están justificadas, aunque era el jefe de seguridad quien lo vigilaba y guardaba los trapos sucios de los empleados como un as en la manga, para utilizarlos en caso de que le fuera útil. Burócrata perfecto, el jefe de seguridad, está detrás de las cámaras de vigilancia omnipresentes, dirigiendo el aeropuerto al estilo de El Show de Truman, pero en la realidad nuestra, que es un show de Truman; son un toque metacinematográfico, esas pantallas dentro de pantallas, algo muy al gusto de Spielberg desde siempre, y aquí convertido en un arte metaficcional tan refinado que esconde el arte de la metaficción, si tal cosa es posible.


La realidad postmoderna de la terminal nos ofrece de hecho la vida como experiencia ya always already metaficcional: hay un desfase entre lo que el Sistema dice que somos, y lo que somos, vistos por otra cámara. La racionalidad terminal ya es aquí el trasfondo móvil, la materia bruta, la selva primitiva donde hay que inventar, cada día, en plan bricolaje —utilizando restos, rendijas, sobras, ratos perdidos— una segunda civilización, nuevas maneras de mantenerse, o hacerse, humano.  Y, como en la canción de Tim Rice, "any dream will do", una vez ha desaparecido nuestra Krakozhnia natal y nos encontramos perdidos en esta terminal.

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Retropost: Oliver Twist

jueves, 25 de febrero de 2016

Retropost #669 (26 de diciembre de 2005): Oliver Twist

 

Acudimos, huyendo del frío, a ver la celebrada película de Polanski, los niños por obligación dictada por sus superiores (hmm, muy a tono con la película: "y ahora, niños, silencio y a ver Oliver Twist, que ahí vais a aprender lo que es bueno y cómo las gastan con los niños que no quieren ir al cine..."). Yo por mi parte con curiosidad por ver si le añadían a twist to the old tale. Y bueno, siempre lo hay, pero básicamente por el procedimiento de que queda enfatizado lo que no se corta; en la novela entran naturalmente a hachazos, no hay otra manera...

Así, desaparece el parentesco de Oliver con sus benefactores, desaparece toda la historia de la madre, y la de Monks su hermanastro maligno, con el anillo y el medallón, y desaparece toda referencia a herencias y fortunas caídas del cielo; desaparecen otras casualidades demasiado casuales (no hay Noah Claypole en la banda de Fagin, se pierde de vista el señor Bumble cuando ya sobra, etc...). Lo que queda proporciona una muy buena adaptación clásica. La ambientación histórica está muy lograda, y algunas actuaciones son memorables: la de Nancy, la del perro de Bill Sikes, y en especial la de Ben Kingsley como Fagin. Pero es curioso, es básicamente el Fagin de Ron Moody, el del musical Oliver! el que recrea Ben Kingsley: claro que todo en aquella película era un gran acierto, y por tanto un reto difícil de ignorar -- así que de hecho esta película de Polanski da la impresión de ser un remake de Oliver! sin la música, más que una visión independiente de la novela de Dickens. El modelo realista elegido ya estaba logrado y superado en el musical, por tanto es un poco pobre volver a él sin más cuestión: la estética de la película es todo menos experimental, y eso que el material es excelente: un clásico sólo a medio explotar (y no me contradigo), más una tradición fílmica de Olivers como filón... La estrategia de adaptación contraria a la aquí seguida hubiera enfatizado las casualidades, los retornos obsesivos de personajes, las fortunas caídas del cielo, el surrealismo de Dickens más que su realismo, la voz narrativa incluso, por qué no, las ilustraciones de Cruickshank (aunque han inspirado a la iconografía fílmica, también ellas tienen más jugo por exprimir). En lugar de thrillificar el argumento (como se hace manteniendo a Oliver como rehén de Sikes hasta el final) sería más interesante un guión que sacase a la luz los puntos problemáticos de la historia, cosas que la novela contiene a su pesar pero que quiere esconder, como el origen de las misteriosas fortunas, la maquinaria social que destina a unos a mano de obra esclava y a otros a cómodas rentas... una maquinaria contemplada por Dickens con una mirada fascinada y horrorizada, mirada apartada en última instancia con gestos semihistéricos. Bueno, en ese sentido la película sí es fiel a Dickens, pues hace lo mismo que él, instalando cómodamente a Oliver en un orden social que se ha revelado como caótico e injusto: pero es lo que todos hacemos en Occidente, ¿no?

Me interesaba especialmente el tratamiento de la figura de Fagin, siendo judío Polanski y siendo Fagin uno de las representaciones abyectas de judios más emblemáticas producidas por el antisemitismo (claro que Dickens negó ser antisemita, y puso luego un buen judío en otra obra). Y sí que encontramos en la película un cierto énfasis en la figura de Fagin y su destino. A pesar de su maldad, pues malvado es, nunca pega a Oliver, y lo cura de su herida (visto que aquí falta Rose Maylie) con un ungüento "más viejo que el tiempo", tradición judía sin duda. Merece también Fagin que se conserve (y es un episodio subrayado aquí, por tanto) la visita de despedida de Oliver en la cárcel, cuando se le va a colgar como espectáculo público; y un cierto asomo de chivo expiatorio sí se le da al personaje en este momento. Además es una visita tanto más gratuita cuanto que el Fagin de la película no tiene ningún secreto crucial que revelar. No llega el blanqueamiento de este Fagin, sin embargo, al nivel del simpático Fagin de Oliver!, que es indultado por el guión y se pierde, a modo de John Silver, por el horizonte de nuevas aventuras, implausiblemente redimido. Aquí no: el judío ha de ser exterminado, y presentado como ente abyecto. Polanski no es averso a estas caricaturas chocantes (pienso en el final de El Pianista, con su confrontación estética entre un acobardado judío de manual antisemita y un elegante, artístico y noble nazi). Y tampoco es cosa sólo de Polanski: Spielberg, por ejemplo, otro judío, muestra la caricatura más abyecta de un judío jamás aparecida en el cine, en la persona de ese moscardón que era el amo del niño Anakin en el "episodio 1" de Star Wars (una figura que quizá deriva de Fagin, por cierto). Aunque ni en este caso ni en el del Fagin de Polanski se menciona la palabra "judío". Son curiosos experimentos, a medias quizá entre la tradición antisemita, el humor judío y una cierta voluntad de autoabyección. Todo lo cual es... curioso, y quizá el aspecto más experimental y arriesgado de esta película, con, insisto, una magistral actuación de Ben Kingsley, irreconocible y memorable.



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