Retropost (2006): El complot de los negros
Polonio
Publicado en Terrorismo. com. José Ángel García Landa
Presuntos presos
Publicado en Ideología. com. José Ángel García Landa
"Presunción de inocencia" es una frase utilizada con demasiada alegría por la prensa, me parece. Entiendo el concepto un tanto fundamentador del derecho en el sentido de que generalmente no hay que considerar a alguien como culpable hasta que se ha demostrado su culpabilidad. Es un principio garantista que (incluso en nuestro ordenamiento jurídico excesivamente garantista) es saludable y muy de agradecer, sobre todo cuando te pasa eso que llaman los anglosajones being framed, que te hagan un montaje para hacerte pasar por culpable de algo. A mí desde luego me gustaría que me presumiesen inocente si lo era. (También si no lo era...).
Ahora bien, esto de la presunción de inocencia rechina bastante cuando deja de ser un principio inspirador general del derecho y se invoca preferentemente en los casos criminales más sonados, de manera un tanto incongruente — "bueno, hay que respetar la presunción de inocencia"... cuando los presuntos inocentes cantan tanto que han sido capturados mientras le cortaban el cuello a su señora en plena calle, o sorprendidos con una ametralladora y un saco atracando un banco... De los asesinados en estos casos nadie dice "los presuntos cadáveres". Y tenemos así, además, la paradoja (que hace parecer muy feo a nuestro sistema legal) de presuntos inocentes arrestados por la policía, encarcelados, obligados a pagar fianzas... Mientras, otros que son presuntos culpables para mucha gente, si bien no para la ley, se pasean "con cien mil delitos".
Vamos, que mal que nos duela, estos señores arrestados que digo no tienen nada de presuntos inocentes, excepto para algún incondicional, que todos los tenemos—y para la prensa, siempre. Para mí desde luego son (no me refiero a mi opinión sobre su culpabilidad, sino a lo que considero que es su status legal objetivo), o sea, son para la ley de facto, si no de boquilla, presuntos culpables, que por eso son enviados a prisión preventiva. Hasta que se confirme su presunción de culpabilidad, o se demuestre que no se puede demostrar su culpabilidad. Que no es lo mismo que demostrar su inocencia... aunque esta sí pase entonces a ser presumida por la ley, y bien que presumen de ella entonces los interesados.
Ajusticiamientos
Publicado en Ideología. com. José Ángel García Landa
Oía ayer una entrevista en la Cadena SER con una responsable del gobierno, la secretaria general de Políticas de Igualdad, Soledad Murillo, comentando la oleada continua de agresiones machistas criminales, y quedándose sin saber qué decir cuando el entrevistador exponía la incapacidad de la nueva ley de violencia de género para introducir un cambio apreciable en la situación. (Quizá sea pronto todavía para ver sus efectos, pero la Secretaria de Estado desde luego no supo qué responder: ni eso ni otra cosa coherente). Ahora que lo que me impactó de la entrevista fue la manera reiterada en que la Secretaria de Estado se referia no ya a las víctimas y sus "verdugos" (extraño que este término sea de uso corriente ya establecido para asesinos y terroristas, pues un verdugo es un agente de la ley, técnicamente hablando)--no, la Secretaria de Estado iba más allá, y decía continuamente que esos maridos, exmaridos o "compañeros sentimentales" ajustician a sus exposas, compañeras o víctimas. Así, "ajustician", una y otra vez.
Esto lleva a uno a la desesperación. No cambiaremos, nunca. Una responsable ministerial consciente de la importancia del tema, supuestamente culta, feminista, etc. etc., hablando de la importancia de la concienciación social... y me dice una y otra vez que a las mujeres las AJUSTICIAN los asesinos. ¿Será posible un nivel tan bajo, tan inexistente, de conciencia lingüística—o de talento, sin más?
(Pues quizá sí: oigo a la ministra de cultura, Carmen Calvo, invocando los contactos culturales con los países árabes, con el ejemplo de que hasta Cervantes hizo una estancia en Argel... ohmyGod!!)
(Y una sorpresita: intentando certificar en Google la identidad de estas dos excelsas declarantes, me encuentro con que hay páginas de acceso prohibido en los servicios de Internet de las bibliotecas españolas... entre ellas la página de resultados DE GOOGLE que estaba consultando! Sin palabras me quedo).
Sacré langage
La música de otros
Publicado en Música. com. José Ángel García Landa
¿Por qué será que siempre nos parece tan inexpresiva, tan sosa, la música que nos recomiendan? ¿Por qué a nadie le gusta la música que le regalamos? Porque no es la música de nuestra vida, ni la música de su vida. (A menos que realmente sea compartida, claro: música que une a un grupo de amigos, etc.). A poca gente le gusta la música, realmente. Lo que nos gusta es la banda sonora de nuestra vida. El destino, y nosotros, somos los compositores o disc-jockeys, y pocas veces admitimos sugerencias de nadie. Casi nos desagrada que alguien intente que apreciemos su música.
(Algo parecido pasa con las fotos de otros. También aquí somos egocéntricos. He puesto fotos nuevas en la web).
Ayer tras la manifestación me pasé por la FNAC, por la sección de literatura francesa, a ver qué recuerdos me traía, y me hice con un libro que me pienso leer este verano, y hasta he prometido regalarlo: Suite française, de Irène Nemirovsky. Pero se habían llevado el último ejemplar de la primera edición que había el otro día... grr... un recordatorio más de que hay que actuar impulsivamente, seize the day.
También, en busca del tiempo perdido, aunque no lo encontré, compré À la recherche du temps perdu, en un volumen sólo, me llamó la atención, 2403 páginas. También ayer, más experiencias proustianas, leía en Speech Acts in Literature:
En cualquier caso comprendí la imposibilidad de saber de manera cierta y directa si Françoise me amaba o me aborrecía. Y así fue ella la primera que me dio la idea de que, al contrario de lo que yo había pensado, una persona no se presenta inmóvil y clara ante nuestros ojos con sus méritos, sus defectos, sus planes, sus intenciones para con nosotros (como un jardín al que miramos a través de una verja con todos sus límites extendidos ante nosotros), sino que es una sombra que nunca podemos penetrar, de la cual no puede haber conocimiento directo, sobre la cual formamos múltiples creencias, basadas en palabras y a veces en acciones, que no pueden darnos, ni las unas ni las otras, más que información insuficiente y en última instancia contradictoria – una sombra tras la cual podemos imaginar, con la misma justificación, que arde la llama del odio o la del amor.
O, sospecha más terrible, y más plausible, que quizá no arda ninguna llama: la de la indiferencia.
También me compré un disco de tangos de Calamaro, Tinta roja. Y esta noche estaré por el concierto de Noa. Vamos a Noa-Noa.