Web, teoría, filología, anglística
Acabo de localizar por la red en edición electrónica (PDF) un artículo que publiqué hace años en Links and Letters número 8 (2001), sobre la situación de la crítica y teoría literaria en los estudios de Filología Inglesa y en España hacia finales del siglo XX, Recent Literary Theory and Criticism in Spanish Anglistics: Some Observations on Its Institutional Context and Practices.
(http://www.bib.uab.es/pub/linksandletters/11337397n8.htm) Pues eso, lo añado a mi página de publicaciones online. Voy a traducir lo que decía allí, al final, de la WWWeb, a cuenta de que los académicos españoles debíamos estar más atentos a nuestro contexto:
Hace falta más contextualización también en otro sentido: mayor consciencia de la especificidad de las humanidades y de los estudios textuales en una época en la que los textos electrónicos están ya en todas partes. La mayoría de los anglistas están haciendo lo que T. S. Kuhn llamaría "ciencia normal", en un momento en el que el paradigma mismo que ha constituido la disciplina de los estudios literarios está experimentando una transformación repentina. Por ejemplo, se crea Internet, ¿y qué hacen los filólogos al respecto? Llenan la red de letra impresa, escritos e información bibliográfica. Quizá una "revolución disciplinaria" en las humanidades no sea tan espectacular como una en las ciencias; sea como sea, los filólogos no parecen estar alarmados en exceso por la palabra digital, ya que el terreno común que comparte con modos de escritura más antiguos (el lenguaje, las estructuras textuales y los protocolos retóricos) parece lo bastante amplio como para proporcionar una transición suave. Los enlaces y las letras parecen combinarse bastante bien, y, por tanto, los efectos de la revolución digital sobre la teoría literaria probablemente consistirán en producir todavía más teoría, en lugar del fin de toda literatura, ya que la teoría prolifera en la interfaz de las disciplinas.
Sin embargo, se viene dedicando poca atención a las implicaciones teóricas de la escritura electrónica, y la mayoría de los académicos han explorado sólo una fracción de las posibilidades que les ofrecen las herramientas electrónicas más simples, como el correo electrónico. No hay duda de que la revolución en las tecnologías de la información reestructurará las disciplinas filológicas. Ahora ya se requieren muchas habilidades prácticas de manejo de ordenadores incluso a los académicos humanistas, y esta tendencia no puede sino crecer. Esto no significa que la comprensión crítica, la sensibilidad hacia el significado de las palabras, las convenciones textuales, etc., vayan a dejar de ser requisitos necesarios; pero sí significa que los académicos tienen que añadir la cibercompetencia a las competencias lingüística y literaria. A corto y medio plazo, las consecuencias van a ser de gran alcance para el aprendizaje de lenguas y para la teoría literaria. Hay formas literarias digitales que se están desarrollando ahora mismo, y reciben escasísima atención por parte de los humanistas académicos, pues todavía se les aplica la etiqueta de "cultura popular". Pero es una área emergente y tan interesante como cualquiera de las que los críticos y teóricos se dedican a estudiar en masa.
Nuestra disciplina, la "Filología Inglesa", está en perpetuo dilema, intentando definir su identidad, y sus problemas de identidad no pueden sino volverse mayores en el futuro -- un futuro intercultural y globalmente interactivo, con el inglés como lengua franca. El sueño de R. S. Crane, de unos estudios filológicos interdisciplinares en el que no sólo la teoría, sino también la historia de la teoría, jugase un papel central, como preparación en autoconsciencia metodológica y pluralismo crítico, todavía es relevante. Quizá su visión no se pueda realizar tal como él la pensó en origen, pero sí puede contribuir a una redefinición de la disciplina. El lugar que se destine a la teoría literaria en la anglísticas, si es que la anglística va a sobrevivir como una discipina consistente, estará en perpetua evolución. Las teorías mismas seguirán cambiando, con el Postcolonialismo evolucionando hacia la Semiótica Socioecológica de la Conciencia, el Ciberdialoguismo, o lo que haya de ser -- la literatura misma cambiará de maneras irreconocibles, como siempre ha hecho. Todo fluye, y, para seguir siendo crítica, la teoría fluirá.
(Pues no sospechaba yo por entonces que le quedaba a la disciplina de Filología Inglesa en España lo que el canto de un vizcaíno... ni las dimensiones reales de su crisis de personalidad. Pero bueno, la realidad dejará las cosas en su sitio, y todos vamos a acabar siendo filólogos ingleses, aficionados o profesionales. Y ciberdialoguistas, de rebote, aunque cinco años más tarde no esté el personal mucho más metido en la red que cuando escribía esto -- una cosa que ahora ya empieza a ser extraña).
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