Anxietas Honorum
He estado hoy un buen rato recopilando (en plan autoloa y autobombo) las citas y reseñas que se han hecho sobre mis publicaciones recientes, no sólo para agrandar mi ego sino para pedir un sexenio (un tramo, un complemento salarial) que alivie mi precaria situación económica. Bueno, no es que haya encontrado muchas citas ni reseñas que no tuviese ya controladas. Y entre col y col, me he reído un buen rato con este artículo de José Carlos Bermejo, "Anxietas Honorum et Delirium Administrativum: Una pandemia académica en el Mundo Occidental", que va sobre la curriculitis aguda y el carrierismo competitivo y el workoholismo y la pasión por los índices oficiales de calidad. Cierto es que sufro en parte de esta anxietas honorum, pero casos más agudos, ay, hay. De congresitis y jetsetitis y comisionitis aguda desde luego no peco, más bien al revés. Yo he ventilado más mis ansiedades últimamente por este lado bloguístico y ajeno a la calidad con marchamo, y así me va a ir, supongo. Eso si no localizo algunas citas más en la Casa de Citas...
Como en el caso de tantos, la persona que más me cita soy yo mismo. Lo cual es justificable, y hasta divertido, en un blog, vanitas vanitatum, pero tiene menos gracia en el mundo de la academia. ¿Debería proponer una teoría chocante y de fácil refutación, para que me citen aunque sea para mal?
En realidad, tampoco me va a solucionar la vida un complemento que me den: más me valdría seguir la estrategia contraria y recortar gastos. Los complementos y sexenios estos van dirigidos a alimentar la anxietas honorum por cuatro perras, y tener a todo el mundo circulando y compitiendo y vigilándose mutuamente mientras el Estado se ahorra una subida de sueldo para ponernos al nivel de los fontaneros. Y los proyectos de investigación, lo mismo: son pseudo-subidas de sueldo, que te gastas en libros para currar, en congresos, en hoteles, en servicios de apoyo a la investigación—y con eso nos entretenemos y nos picamos unos a otros los mal pagados funcionarios. Como un convento de monjes envidiosos es la universidad, murmurando a ver a quién le dejarán leer la epístola hoy. Divide y vencerás: con el personal en este estado de ansiedad terminal, cuatro zanahorias y arreglado.
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