Siempre nos quedará París
Pero siempre siempre, porque por fin le contestado al colega que me invitaba a dar una conferencia sobre narratología en una École Supérieure des Hautes Études diciéndole que no estoy con ánimos, o ganas, o circunstancias para ir—
Y que muchísimas gracias por invitarme... que era además con todos los gastos pagados.
Así que no se me oirá dar una conferencia en francés y disertar inteligentemente sobre la narración en el cogollito narratológico. Qué se le va a hacer... Lo dejaremos para otra vida posible, o imposible. No llegamos a todo—ni siquiera a una mínima parte de todo lo que me gustaría hacer, en mi caso.
Las causas de la decisión son muchas, pero la de fondo es la confusión que rodea actualmente a lo que vale o no vale la pena hacer en la carrera académica de uno. Cuando le ponen a uno una puntuación de "muy deficiente" en las oposiciones, o le niegan la capacidad de participar en los programas oficiales de estudios su propio departamento, digo. ¿Vale la pena escuernarse para ir haciendo demostraciones de lo mucho que vale uno en realidad? Pues llego a la conclusión de que no.
En cuanto a lo de dar conferencias, nunca lo he disfrutado realmente, aunque creo que sí que se refocilaría mucho el ego dando una en París. Pero otras circunstancias no acompañan, y así pues nos quedaremos en casa tecleando.
Y que muchísimas gracias por invitarme... que era además con todos los gastos pagados.
Así que no se me oirá dar una conferencia en francés y disertar inteligentemente sobre la narración en el cogollito narratológico. Qué se le va a hacer... Lo dejaremos para otra vida posible, o imposible. No llegamos a todo—ni siquiera a una mínima parte de todo lo que me gustaría hacer, en mi caso.
Las causas de la decisión son muchas, pero la de fondo es la confusión que rodea actualmente a lo que vale o no vale la pena hacer en la carrera académica de uno. Cuando le ponen a uno una puntuación de "muy deficiente" en las oposiciones, o le niegan la capacidad de participar en los programas oficiales de estudios su propio departamento, digo. ¿Vale la pena escuernarse para ir haciendo demostraciones de lo mucho que vale uno en realidad? Pues llego a la conclusión de que no.
En cuanto a lo de dar conferencias, nunca lo he disfrutado realmente, aunque creo que sí que se refocilaría mucho el ego dando una en París. Pero otras circunstancias no acompañan, y así pues nos quedaremos en casa tecleando.
2 comentarios
JoseAngel -
Magda -