Terrorismo tolerado... o subvencionado
Hay que leerse este excelente artículo de Mikel Buesa en Basta Ya, "Eta y la financiación del terrorismo".
Cuánto elemento hay que se cree más de izquierdas y progresista cuanto más dinero haga derivar hacia el entorno de la mafia nacionalista. Y los que denuncian esta situación, claro, fachas. Es el pensamiento único y la consigna que ha logrado imponer, con éxito notable, el departamento de aborregamiento del PSOE—esa maquinaria psoeudosocialista de generar colocaciones para quienes repitan los mantras con suficiente apariencia de fe.
Como añadido al artículo de Buesa, y explicación de lo que allí queda como una pasividad inexplicable por parte del gobierno, he aquí un análisis sociopolítico, con la panorámica de cien años de distancia, sobre la rentabilidad del uso del terrorismo en política. Viene de un libro que traduje hace tiempo, El siglo rebelde, 1830-1930, de Charles Tilly, Louise Tilly y Richard Tilly (Prensas Universitarias de Zaragoza, 1997). ¿Es rentable políticamente el uso de la violencia, se preguntan los autores? Pues...
¿A alguien le suenan los equivalentes españoles y actuales de estas alianzas non sanctas—por ejemplo, entre el gobierno del PSOE y los enemigos de los fascistas centralistas españolistas, o entre los que agitan el árbol y los que recogen las nueces? ¿Queda claro cuál es el "oponente importante" a inutilizar, con una alianza tácita?
El único desfase venía dado en el País Vasco, donde la alianza tácita tradicional venía siendo PNV/Eta contra los centralistas (algunos de éstos en alianza con el gobierno vasco, para mayor ironía). Zapatero ha venido a intentar deshacer esa asimetría, y a poner al PSOE vasco, y al entorno de ETA, en el lado que considera más ventajoso para sus planes: todos contra el PP, que es quien le disputa el poder y la influencia—bastante más que la Eta. Había que buscarles algún tipo de utilidad a estos chicos, ya que tanto les pagamos.
Cuánto elemento hay que se cree más de izquierdas y progresista cuanto más dinero haga derivar hacia el entorno de la mafia nacionalista. Y los que denuncian esta situación, claro, fachas. Es el pensamiento único y la consigna que ha logrado imponer, con éxito notable, el departamento de aborregamiento del PSOE—esa maquinaria psoeudosocialista de generar colocaciones para quienes repitan los mantras con suficiente apariencia de fe.
Como añadido al artículo de Buesa, y explicación de lo que allí queda como una pasividad inexplicable por parte del gobierno, he aquí un análisis sociopolítico, con la panorámica de cien años de distancia, sobre la rentabilidad del uso del terrorismo en política. Viene de un libro que traduje hace tiempo, El siglo rebelde, 1830-1930, de Charles Tilly, Louise Tilly y Richard Tilly (Prensas Universitarias de Zaragoza, 1997). ¿Es rentable políticamente el uso de la violencia, se preguntan los autores? Pues...
Depende de las posiciones de poder que ocupan los grupos en cuestión. Casi por definición, para un grupo poderoso raramente tendrá sentido elegir una forma de acción colectiva que tenga alta probabilidad de producir violencia: la principal excepción surge cuando la violencia puede inutilizar a un oponente importante. Por otro lado, para un grupo sin poder puede a veces ser rentable el buscar la violencia o incluso iniciarla deliberadamente. Esto es así por varias razones. Primero, un grupo sin poder cuyas reivindicaciones tienen ciertas simpatías entre los poderosos más importantes, pero que no ha sido escuchado, puede a veces ganar el apoyo de esos poderosos por medio de un uso dramático de la protesta y convirtiéndose en víctima de la represión oficial. Los poderosos forman una coalición tácita y temporal con los que no tienen poder, en contra del gobierno o de otros poderosos. Los fasci italianos, en alianza temporal con los burgueses liberales de la isla, son un ejemplo claro del éxito a corto plazo (y del fracaso a largo plazo) de esta táctica.
Segundo, las vías de acción colectiva abiertas a un grupo que carece relativamente de poder son muy pequeñas. Su programa, sus formas de acción y su existencia misma probablemente serán ilegales y, por lo tanto, serán objeto de represión violenta. Por consiguiente, tal grupo elige entre realizar acciones que tienen una alta probabilidad de causar una respuesta violenta (pero que tienen alguna posibilidad de alcanzar los objetivos del grupo) o no actuar en absoluto (asegurando así la derrota de sus objetivos).
Tercero, donde la represión gubernamental es débil o ineficaz, el terrorismo selectivo y violento magnifica el poder de un grupo pequeño al desacreditar al gobierno; también amenaza a los enemigos del grupo pequeño con represalias. Nuestra panorámica europea ha sacado a la luz poco terrorismo no gubernamental. Los principales casos son grupos que disfrutan del apoyo tácito del gobierno, como sucedió con los nazis y los fascistas antes de llegar al poder. (...) Por estas razones, nos sorprendería descubrir muchos grupos inicialmente sin poder que consigan partes importantes de sus objetivos sin recurrir de algún modo a la violencia. (327).
Segundo, las vías de acción colectiva abiertas a un grupo que carece relativamente de poder son muy pequeñas. Su programa, sus formas de acción y su existencia misma probablemente serán ilegales y, por lo tanto, serán objeto de represión violenta. Por consiguiente, tal grupo elige entre realizar acciones que tienen una alta probabilidad de causar una respuesta violenta (pero que tienen alguna posibilidad de alcanzar los objetivos del grupo) o no actuar en absoluto (asegurando así la derrota de sus objetivos).
Tercero, donde la represión gubernamental es débil o ineficaz, el terrorismo selectivo y violento magnifica el poder de un grupo pequeño al desacreditar al gobierno; también amenaza a los enemigos del grupo pequeño con represalias. Nuestra panorámica europea ha sacado a la luz poco terrorismo no gubernamental. Los principales casos son grupos que disfrutan del apoyo tácito del gobierno, como sucedió con los nazis y los fascistas antes de llegar al poder. (...) Por estas razones, nos sorprendería descubrir muchos grupos inicialmente sin poder que consigan partes importantes de sus objetivos sin recurrir de algún modo a la violencia. (327).
¿A alguien le suenan los equivalentes españoles y actuales de estas alianzas non sanctas—por ejemplo, entre el gobierno del PSOE y los enemigos de los fascistas centralistas españolistas, o entre los que agitan el árbol y los que recogen las nueces? ¿Queda claro cuál es el "oponente importante" a inutilizar, con una alianza tácita?
El único desfase venía dado en el País Vasco, donde la alianza tácita tradicional venía siendo PNV/Eta contra los centralistas (algunos de éstos en alianza con el gobierno vasco, para mayor ironía). Zapatero ha venido a intentar deshacer esa asimetría, y a poner al PSOE vasco, y al entorno de ETA, en el lado que considera más ventajoso para sus planes: todos contra el PP, que es quien le disputa el poder y la influencia—bastante más que la Eta. Había que buscarles algún tipo de utilidad a estos chicos, ya que tanto les pagamos.
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