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El Origen del Planeta de los Simios

El Origen del Planeta de los Simios

  viva la evolución



 




El origen del Planeta de los Simios está remotamente en el cuarto viaje de Gulliver, con sus Yahoos, y más inmediatamente en la novela de Pierre Boulle. Pero en realidad nos acordamos más de Charlton Heston y la Estatua de la Libertad semienterrada, en la película de 1967.  Y de esas minifalderas tan imponentes vestidas de pieles y que no tenían ni dos palabras de conversación, una cosa muy de liberación al estilo de los sesenta. Es curioso que la reseña de Roger Ebert, a la vez que intuye que El Origen del Planeta de los Simios sugiere que seguirá una secuela, ni menciona toda la serie que la precede—con las secuelas ya hechas a priori, empezando por la película original. O sea, ni menta que la película es una "precuela". Quizá sea un síntoma, porque probablemente poca parte del público ha visto siquiera la primera película, a estas alturas. Aquí en PlanetaSimios.com hablan de toda la saga. Y en "Too Much Monkey Business" describen la serie casi completa, a la que se suma el remake de Tim Burton, la única que queda probablemente en la memoria fílmica del espectador medio.

Los guionistas de esta película evidentemente sí conocen la serie, aunque se han atenido a ella sólo en lo que les ha parecido adecuado—sobre todo para hacer una serie de referencias discretas (más que guiños) a episodios de la serie—por ejemplo cuando César grita la palabra prohibida, "NO!" La presecuela que más se aproxima a la situación de esta película es La Rebelión de los Simios (Conquest of the Planet of the Apes, 1972)—donde el chimpancé César, o mejor Espartaco velludo
, se convierte en líder de la revuelta racial antiesclavista, en una película muy marcada por la era de la lucha por los derechos civiles. planeta simios origenAllí se retrataba una abusiva sociedad futurista, ambientada, qué tiempos fueron futuros, en 1990. Por cierto que este nuevo César de 2011 ya no desciende de los simios inteligentes del futuro, por un loop temporal, como sucedía en La Rebelión de los Simios. Ahora se busca un origen para los simios inteligentes no en la paradoja temporal sino en la manipulación genética y en la experimentación abusiva con animales. El evolucionismo, en cambio, ni se menciona, por si acaso, aunque está ciertamente latente por la naturaleza misma del material.

La serie original estaba plagada de referencias raciales (básicamente una alegoría de negros contra blancos en USA) y lo cierto es que en cualquier película americana que se precie hay una lectura racial del asunto, no menos en ésta. Así, por ejemplo, se sabe que el negro siempre muere, y aquí muere doblemente: muere el negro uppity que dirigía los laboratorios de investigación neurológica, y muere también el negro de base, el gran gorila Buck que ayuda al (negro blanco) César en su rebelión por liberar a los simios.
A la mala conciencia racial se suma ahora una buena dosis de auténtica mala conciencia de especie. Así la película retorna a sus orígenes por así decirlo, al sintetizar en uno el maltrato a las razas oprimidas y a los grandes simios, y casi lo más efectivo son las escenas carcelarias en las que vemos a los simios como casi humanos, en una variante del cine de presidiarios. Como en presidio no faltan los comportamientos antropoides, es un acierto de la película invocar este género, potenciando el terreno intermedio entre lo humano y lo simiesco—con muchas imágenes y situaciones que permiten percibir lo tenue que puede ser el terreno entre lo humano y lo no humano.

australopithecusAunque por supuesto uno va aquí a ver sobre todo efectos especiales: y ahora hemos pasado del maquillaje convincente a los gráficos generados por ordenador y a la captura de movimiento. En ese sentido, y en sus secuencias de acción, está muy lograda la película, aunque los efectos que usa se verán como bastante más artificiales en menos tiempo del pensado. Para entonces el futuro y el pasado ya serán otros, y seguro que ya tenemos una secuela del remake de la precuela, o quizá un remake de la precuela de la secuela.

Adam's Tongue 4: ¿Simios parlanchines?



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