El mercado de la atención, al alza
miércoles 7 de septiembre de 2011
El mercado de la atención, al alza
Sobre la importancia de la atención para comprender la naturaleza humana, y las dinámicas de organización social y cultural, ya hemos hablado antes por aquí (Atención a la atención). Muy interesante en esta línea es el artículo de LUIS GÓMEZ-JACINTO, "COMPARACIÓN SOCIAL Y AUTOEVALUACIÓN DESDE UN ENFOQUE EVOLUCIONISTA" (PDF). Nos comportamos de maneras que potencien nuestra autoestima, eligiendo las estrategias adecuadas para ello. Esto habría que aplicarlo a la netiqueta y al comportamiento en Facebook.
Según su abstract,
de las propias opiniones y capacidades desde una
perspectiva evolucionista. El proceso social que permite
la autoevaluación es la comparación social. Se propone
que el origen del proceso de comparación social y
autoevaluación se deriva de la competición social a través
de dos autoconceptos: los potenciales de posesión
de recursos y de posesión de atención social. El equivalente
psicológico de estos dos conceptos es el de la
autoestima. La autoestima evolucionó como un sociómetro
que permite al Homo Sapiens calibrar su grado
de pertenencia social/exclusión social en los grupos de
referencia. Las personas se motivan para comportarse
de tal modo que conserven su autoestima, puesto que
las conductas de mantenimiento de la autoestima suelen
reducir la posibilidad de ser ignorado, evitado o
excluido por los demás. Esta autoevaluación es más
sensible a la exclusión de las personas íntimas que al
rechazo de personas alejadas del círculo más cercano.
Esta sensibilidad está relacionada con el nivel de intimidad
que se mantiene con los otros miembros del
grupo, con los dominios de desempeño y con la relevancia
para el yo. Este modelo de mantenimiento de la
autoevaluación es un mecanismo que resuelve un problema
evolutivo al que hubo de enfrentarse el Homo
Sapiens en algún momento clave de su evolución."
Habla de estrategias de gestión de la atención social, cosa que se hace evitando la confrontación con adversarios más potentes y rivalizando con los que se perciben como más débiles. En los seres humanos, la confrontación física, directa o violenta ha cedido en importancia ante la seducción y el desarrollo de atractivo, en una competición por beneficios sociales que llevan ya su cuota de atención y privilegio incorporado—incluyendo, pero no sólo, posición social, profesión, cualificaciones y capacidades, gustos y aficiones, etc. Y dentro del círculo social o la profesión, el éxito relativo de cada individuo o profesional comparado con los demás. "Ser elegido por los demás en un cortejo, en un equipo de fútbol, en la búsqueda de empleo o haciendo amigos son buenos ejemplos de lo que puede suponer esta motivación por ser y, sobre todo, parecer atractivos a los ojos de los otros." (8). Podríamos decir que las profesiones, titulaciones, etc., son mecanismos sociales para gestionar el mercado de la atención: atención empaquetada y en bloque, podríamos decir, igual que el dinero es trabajo de los demás simbolizado, acumulado y hecho portátil y transferible. El dinero es poder social en metálico ("Money doesn't talk, it swears" decía Bob Dylan), y una titulación o un puesto de trabajo son una modalidad de reconocimiento social "gramaticalizado", indiscutible a un nivel. Somos seres sociales y simbólicos, y todos nuestros esfuerzos se dirigen hacia empresas y objetivos más o menos simbólicos. (De ahí que el fútbol, o la ficción, puro simbolismo vacío de contacto con la realidad del sujeto, gratuidad pura, me parezcan algunas de las esferas en las que la naturaleza humana se manifiesta de manera más pura como la pura nada que es).
menos peligrosa de probar las fuerzas con los adversarios,
en lo que Paul Gilbert y sus colaboradores denominan
potencial de posesión de atención social. Este
potencial se refiere a la cantidad de atención que los
demás le prestan a una determinada persona. En esas
condiciones se compite con los congéneres por la atención
y la valoración de los demás miembros del grupo.
Quien gana en esta competición incrementa notablemente
su estatus, y cae en las regiones del destierro social
quien es ignorado por sus contemporáneos del grupo.
Desde este punto de vista la posición social que uno
ocupa dentro del grupo no procede de la capacidad de
amenazar y luchar, sino de la atención que le proporcionan
los demás (Buss, 2004). Y los demás suelen otorgar
ese interés a las personas que desempeñan una tarea o
función valiosa. Un médico que atiende a un enfermo
recibe automáticamente la mejor de las atenciones por
parte del enfermo y de sus familiares. Los seres humanos
compiten por ser concesionarios de los beneficios de los
demás y así incrementar su potencial de posesión de
atención social. El fracaso en esta tarea conlleva la pérdida
de recursos y de la atención prestada por los otros."
Como digo, Gómez-Jacinto no está pensando precisamente en las redes sociales virtuales o en red, pero merecería repensarse su artículo aplicándolo en este nuevo entorno social—donde resulta, creo, especialmente explicativo.
social y lo doloroso que le resulta la exclusión social de cualquier
grupo que considere importante." (....) "La formación de
coaliciones y de alianzas amistosas son otros de los espacios en
los que se pone en juego la autoestima del individuo."
La autoestima funciona, concluyen los evolucionistas comentados por el autor, como un sociómetro que asegura la supervivencia del individuo mediante su integración adecuada en el grupo. Cuando detectamos señales de rechazo, ajustamos nuestro comportamiento para maximizar la aceptación social y la autoestima.
El análisis de la autoestima no sólo es útil para la teorizadores de la evolución o de las relaciones sociales: también es interesantísimo para hacer observaciones aplicadas de nuestro grupo social, o de nuestro propio comportamiento (especialmente al pelo viene en un blog llamado Vanity Fea). Y también, se me ocurre, podrían derivarse de aquí interesantes líneas de análisis del discurso (desarrollando la politeness theory de Goffman, Brown y Levinson o Leech) y de análisis narrativo—viendo cómo los creadores de ficciones y narraciones interpretan y gestionan por su parte los procesos de autoestima en sus mundos sociales inventados.
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