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Retropost (2006): Un Consejo de Oscuros Funcionarios

Un Consejo de Oscuros Funcionarios

Publicado en Departamento. com. José Ángel García Landa

Ayer tuvimos Consejo de Departamento, una experiencia que desde que entró en vigor la LOU se ha vuelto más minoritaria y restringida, con lo cual da más para el ego. Antes iban al Consejo todos los profesores del Departamento; con la LOU sólo los que van con derecho propio (como yo) y representaciones de los no permanentes y no doctores. Que haberlos hay muchos, circulando en todas direcciones, ayer nada más le "dieron la bienvenida" in absentia a dieciocho nuevos profesores, mayormente asociados con un pedazo de contrato. "Pedazo contrato" no en el sentido de Forges, sino "pedazo" porque es a tiempo parcial. Pues eso, que de los ciento y pico miembros profesores del Departamento, tienen derechobligación de ir a Consejo unos sesenta, y de esos van unos cuarenta... en horas puntas, pues cuando la sesión se alarga o hay que preparar la comida, ya muchos van clareando. Yo y mi Media Naranja aguantamos bravamente hasta el final, pidiéndole a la nanny que hiciera horas extras recogiendo a los nenes del cole y dándoles de comer.

Mucha gente ya no va al Consejo de entrada. Unos porque viven en ciudades a cientos de kilómetros de distancia; otros porque se les sube la taquicardia, otros porque no van a opinar (de hecho pocos toman la palabra, y menos mal porque si no no acabaríamos nunca)—o no saben no contestan, o tienen cosas más interesantes que hacer que ésta que es su obligación por la cual les pagan. Otros para ahorrarse sofocos, vergüenzas, o porque confían en que su grupo que sí asiste defenderá suficientemente sus intereses. Y es que un Consejo es aburrido sólo según se mire. Visto como Living Theatre, da bastante de sí.

En el Informe de la Dirección se nos comunica que nuestro escrito solicitando la revisión del programa de doctorado de Estudios Ingleses no va a ser atendido... puesto que ya que hemos planteado un recurso, a pesar de las indicaciones a nuestro favor de la Comisión de Doctorado de la Universidad, se va a esperar a la resolución del recurso. Así que entre tanto sigo expulsado del Doctorado. También se nos dice que por fin va a ser publicada la memoria de actividades de nuestro departamento, con un retraso considerable este año... y es que hay gente que la boicotea y no envía los datos de lo que hacen.

Luego hay una sección de la reunión en la que se ratifican las actas elaboradas por las distintas comisiones. Se revisan 31 actas con numerosos anexos, escritos satélites, etc. Por supuesto son las comisiones las que hacen el 98% del trabajo del departamento en reuniones y papeleo; si lo tuviera que hacer el Consejo in person pues viviríamos en consejo y encima no se haría. En los veinte años que llevo desde la constitución de este departamento, aún hay un tema que las distintas direcciones y Consejos no han logrado desentrañar... o que no están interesados en desentrañar, porque se presta muy bien para que se aplique la ley del embudo en cuanto conviene. Es el siguiente. El orden del día reza así, por ejemplo: "Ratificación, si procede, de las actuaciones de las diferentes comisiones departamentales". Y llega el acta de una comisión (a veces incluso son comisiones que no existen administrativamente, reuniones extraoficiales con actas; y otras veces las reuniones de las comisiones van precedidas de estas reuniones extraoficiales con acta o sin ella: un pequeño caos legal, realmente). Resulta que la comisión nunca ha aprobado previamente el acta que presenta al consejo, por operatividad o por no multiplicar las entidades; y así el Consejo tiene que aprobar a la vez el carácter fidedigno del acta (supongo que eso se refiere a los miembros de las comisiones en cuestión que estén presentes allí) y tiene a la vez que ratificar la actuación de la comisión en tanto que delegada del Consejo. Con lo cual, a veces se dice "esto ya está aprobado y es decisión tomada, no se puede tocar", otras veces "No, a revisar, que sólo se ha aprobado la redacción del acta". Uf. No es extraño que a veces se líe el tema: ayer fue una sesión especialmente caótica en ese sentido. Un presidente de comisión manda una carta comunicando un acuerdo unánime que otros miembros dicen que no se tomó; una comisión presenta un acuerdo que luego es impugnado por uno de los supuestos acordadores, o por su grupo, y hay que deshacer la actuación de la comisión, etc. etc. A veces parece que no se aclaran ni los propios presentes de lo que se ha acordado en una reunión; otras veces se desconoce el derecho de hacer voto particular y disociarse de la decisión tomada colegiadamente. Me parece que unas lecciones de derecho administrativo básico nos vendrían bien a todos. Por suerte esta vez no hubo muchas antinomias administrativas aparte del plomazo...

Sí hubo alguna, resuelta por votación, y unida a penosos agravios personales—aunque esto último no cuenta para la Administración. En cuanto a resolver el asunto por votación, me temo que no era el procedimiento más adecuado... pues si a un absurdo administrativo se le suma una votación improcedente y recurrible se crean dos absurdos en lugar de uno. El tema es que un profesor se sentía perjudicado por un acuerdo de una comisión, pero lo acataba, aunque quería que constase su oposición. Los catedráticos que lo apoyaban decidieron que había de revisarse el acuerdo, aunque ya se había decidido en un Consejo de Departamento anterior que la decisión de la comisión iría a misa (o sea, a instancias superiores). Y forzando la votación (de algo imposible de votar, porque ya se había decidido y pasado la decisión hace meses a otras instancias) pues se lograron dos efectos: uno, lograr un absurdo administrativo; dos, castigar a una de las firmantes de aquel recurso presentado contra el programa de doctorado diseñado por los catedráticos. Me temo que el absurdo administrativo vuelve absurdo el intento de castigo, pero ya veremos. Las antinomias mal se resuelven por votación. Como decía Roberto Carlos: errores no corrigen otros, eso es lo que pienso.

Un asunto espinoso y recurrente nos atormenta reunion tras reunión: la discusión sobre qué es lo que hay que hacer constar en acta y qué no es objeto de innumerables disquisiciones, a pesar de que según la ley está claro que han de recogerse los acuerdos, y sólo necesariamente las intervenciones que explícitamente deseen hacer constar los miembros del órgano colegiado....  Ayer vivimos momentos de surrealismo kafkiano revisando actas (¡y grabaciones de las sesiones! de marzo pasado) A veces las votaciones también son un caos, porque no queda claro cuál es la implicación de lo que se vota, si va a haber una segunda vuelta entre propuestas más votadas, etc.  Pero el debate y votación de la división del departamento en tres secciones debería quedar para los anales de la Circumlocution Office de Dickens.

Un dato que pasó casi desapercibido. La Comisión de Planes de Estudios propone que se parta, para la reforma del plan de estudios de nuestra carrera, de la ficha del grado de Estudios Ingleses propuesta por AEDEAN. Que a mí no me gusta, pero en fin. Supongo que en cuanto a la denominación del título se irá con pies de plomo antes de abandonar una denominación existente y asociada a un área de conocimiento oficial ("Filología Inglesa") por una todavía inexistente y a la que se le han puesto pegas administrativas.

Ayer vimos, por otra parte, el Triunfo y Apoteosis del Sexenio. La LOU requiere que los miembros de algunas comisiones y tribunales de acceso a puestos universitarios tengan "experiencia investigadora acreditada", y en nuestra universidad eso se ha interpretado en el sentido de que tengan un complemento salarial de esos que se dan por sexenios de investigación. Eso de usar un complemento salarial como criterio administrativo fue muy polémico, y hubo un movimiento en contra del Sexenio (en tanto que cuerpo administrativo fantasma) que sacó un manifiesto al cual me adherí; y se recurrió el tema, por lo visto sin éxito apreciable. Los primeros tiempos era un secreto bien guardado eso de quién tenía sexenio y quién no. Naturalmente es un tema que se presta bien a las pequeñas miserias y acosos que tan bien se nos dan en el medio académico: Juanito me parece que no tiene sexenio, no lo pongas en el tribunal, o ¿alguien sabe si Periquito tiene sexenio? Es que no ha venido a la reunión. Bueno, pues el sexenio va a más, y las ocasiones de sexar al personal in praesentia o in absentia también. Algunos no han pedido nunca sexenio por estar en contra; a otros se les ha denegado (cosa que provoca humillaciones y ofensas que no creería quien no las ve—¡y eso antes de conocer las consecuencias locales que va a acarrear!), otros pavonean sus sexenios peacock-like, otros, humildes, esperan su turno y aguardan instrucciones. Pues eso, que a medida que la LOU se va aplicando, los sexenios van causando efecto, en especial a la hora de nombrar tribunales. Y es que para un tribunal hay que nombrar a doce personas con sexenio, entre miembros titulares, suplentes, y ternas propuestas al Rectorado para que designe a sus propios designables y sus respectivos suplentes. Yo renuncio de entrada a formar parte de tribunales, mientras haya voluntarios. Así nadie se pondrá a investigar si tengo sexenio o no.

Vuelve el sexenio a la carga a la hora de tratar el punto 8 de la reunión de ayer, "Propuestas para la composición y funciones de la Comisión de Posgrado del Departamento". Como funciones, se acuerda, claro, que se ocupe de los asuntos de postgrados (nuevos, incluyendo nuevos doctorados) y de doctorado (viejo plan). Lógico. En cuanto a composición... hasta ahora eran miembros todos los doctores del departamento. Ahora se somete a votación si han de ser miembros todos, o sólo los doctores con sexenio. (El plan de nuestras fuerzas vivas Investigadoras me parece oler que era que sólo fuesen miembros de la Comisión de Doctorado los doctores sexeniados y miembros de un equipo de investigación. Pero se han debido cortar cuando presentamos el recurso el otro día). En fin, que sale por mayoría que los doctores sin sexenio no formen parte de la comisión. (Votos, de todo hay: los sexeniados mayormente votan esto, claro, otros no; de los des-sexeniados, algunos se abstienen, quizá porque no se les llame resentidos o parciales, quizá sintiéndose perros apaleados—o quizá creyendo de buena fe que no tienen derecho a estar allí, jeje... ; otros votan disciplinadamente la propuesta de los SenexSeniati, otros votan en contra también...). Yo voté a favor de que fuesen todos los doctores a la comisón, pero ná.

En Ruegos y Preguntas, ruego que se me informe del número de estudiantes matriculados en el nuevo Máster de Estudios Textuales y Culturales (con cuyos criterios e implantación disentí fuertemente en su momento). Este era al parecer el secreto mejor guardado, pues esta misma pregunta causó indignación y furor en el pasado Consejo de Departamento, aunque (¿a pesar de que?) no se tenían los datos y no se me pudo contestar.  Esta vez se me contesta educadamente que hay ocho estudiantes matriculados, y que se espera que sean más en años venideros. Inocente no es que sea la pregunta, pero desde luego tengo derecho a conocer los datos, y el Consejo también, así que bienvenida sea la respuesta. También le pregunto al Director por la cifra de estudiantes matriculados en Filología Inglesa, y por su evolución en años recientes. No se tienen los datos, me dice, y no ha sido costumbre informar sobre ellos... así que solicito que se incluyan en futuros informes de la dirección, por ser todos estos datos de interés y relevancia para nuestra actividad. ¿O no?

Ah, estudiantes. Eso es lo de menos. De hecho, estos últimos años no asiste a los Consejos ni uno solo de los representantes elegidos por los estudiantes. Fracaso del sistema representativo: rotundo. No es extraño que los profesores nos dediquemos a nuestras batallitas y obsesiones, con tan poco marcaje.

La apatía del profesorado




 

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