Puntualizaciones
Hoy hemos tenido la última reunión desagradable del año (Comisión de Postgrado del departamento), donde he hecho algunas puntualizaciones y otras se me han quedado en el tintero. Vamos a sacar unas cuantas.
- Primero lo más desagradable: las alusiones personales. No se priva la Dra. Onega de manifestar en esta y en otras reuniones que todas las complicaciones administrativas por las que estamos pasando se deben, sin más, a mi carácter destructivo—a saber, que mi única intención en el mundo es destruir lo que otros construyen. Así, literal y sin empacho. Dije en la reunión, y repito aquí, que no estoy dispuesto a tolerar que se me hagan semejantes character assassinations— y que yo también entraré a hacerlas si deriva por allí la argumentación. Ante esta "narrativa" de la Dra. Onega, yo también puedo ofrecer una narrativa alternativa—a saber, que por su voluntad deliberada y prioritaria de excluirme de "su" postgrado, la Dra. Onega se sacó de la manga una normativa ilegal, absurda, contraria a derecho (según ha resuelto el Rector)—una normativa que pretende prohibir la docencia de postgrado y la dirección de tesis a quienes no estén en un equipo de investigación subvencionado. Una normativa que jamás habría salido de ninguna otra cabeza en este equipo, aunque todos la apoyen por no decir que no.
Esta es una narrativa con más visos de realidad que esa otra según la cual yo soy una especie de Atila de la academia. Pero dejémonos de atribuciones de intenciones.
- Dice la Dra. Onega que un grupo de personas trabajadoras, dedicadas, competentes, etc.—han organizado un máster departamental (previa exclusión de otras personas y de un debate abierto, aunque eso no se dice). Y que si otras personas que no han hecho nada quieren tener su máster, pues lo pueden organizar —otro máster, se entiende— en el seno del mismo postgrado de Estudios Ingleses, que para eso se le dio un nombre más amplio que al máster. Bien, pues puntualizaré que esa diferenciación se logró con una batalla que se libró gracias a mí y a los pocos disidentes, cuando el grupo de la Dra. Onega se quería apoderar sin más de todo el segundo y tercer ciclo reformados de nuestro departamento. Aquí se cuenta la historia. Y ahora dice la Dra. Onega que se organicen otros másteres dentro del postgrado, pero cuando se ha hecho la propuesta efectiva de hacerlo, se ha opuesto en tanto que coordinadora—y nuestro Director le ha concedido la mayor, aceptando ese veto y proponiendo un postgrado diferente que no tenía ningún viso de llegar a realizarse. Pero claro, en las reuniones se habla muy alegremente, se dice lo contrario de lo que se hace, o lo contrario de lo que se decía hace dos días, o de lo que se piensa hacer dentro de dos lunas, y aquí no pasa nada. Memorias cortas, parece que tenemos—algunos. Y así sí que se puede reescribir la historia.
También tuvo la Dra. Onega el descaro de decir que yo dejé de participar en las reuniones de preparación del Máster porque me dio la gana. Eso después de haber introducido esa norma que me excluía, y naturalmente dejar de enviarme convocatorias para esas reuniones. Pero ahí queda: primero te excluyen, luego dicen que te has excluido tú, y tan frescos. Y todos callados como muertos, en las reuniones, pero eso sí, apoyando implícitamente todas estas falacias, como se ve a la hora de ver la postura de quién sale votada, y en el equipo de quién se está.
Qué práctico, decir una cosa o la contraria y luego hacer según convenga llegado el caso. Y aún se emplean palabros para decir que tengo poca "seriedad académica". La experiencia me enseña que es para echarse a temblar, cuando se empieza a invocar en este departamento la seriedad académica.
- Otra cosilla. Que no investigo. Que yo antes investigaba, dice la Dra. Onega. Que me pida un proyecto. Etc. Lo escandalizada que se quedó, dice, cuando vio que yo no había conseguido el tercer tramo de investigación. Ante lo cual le puntualicé en la reunión que sí, que lo había conseguido. "¡Con años de retraso!" exclamó. Bien, pues no. Con un año de retraso. Porque me olvidé de pedirlo, qué se le va a hacer, no estoy pensando en mis tramos ni en mis sexenios todo el día. El caso es que suponiendo que los tramos midan los resultados de la investigación (y aunque sea mucho suponer), mi investigación es tan buena como la del vecino. Y eso sin subvenciones millonarias. O sea, rendimiento input-output, o inversión-resultados, infinitamente mejor a mi favor. Porque me dice la Dra. Onega que no tengo proyecto, pero ahí confunde proyecto con subvenciones conseguidas por presentar ciertos papeles en concierto con un grupo de dependientes. Y un proyecto es un proyecto; yo tengo proyectos, y resultados—aunque no subvenciones. Porque se pueden tener muchos proyectos que acaben en algo, o en nada, pero lo importante son los resultados, no los proyectos. Y me cansa repetir este razonamiento, por lo obvio.
- Ahora bien, ya que tanto me lo dicen. ¿Por qué no tengo proyecto? Pues, por ejemplo, porque las convocatorias de proyectos imponen unas condiciones excluyentes, abusivas, absurdas y, sobre todo, FEUDALES. Donde los proyectos están pensados ad maiorem gloriam Directorem. Todos bien aherrojaditos trabajando para el Dire, que es el Investigador Principal—oh, cerebro—y se les penaliza si abandonan el equipo. Los equipos han de agruparse en torno a su Investigador Principal, y auparlo como castellers, todos para uno, y uno sobre todos. Y luego, en las oposiciones, te exigen no investigación, sino dirección de investigación—toma ya. No me extraña que le encante el planteamiento a la Dra. Onega, que lleve a rajatabla las sugerencias de la ANECA o las suyas propias, y que esté feliz ahora que le dan otro proyecto por el mero hecho de haber dirigido muchos. A mí no me hace tanta gracia el sistema. También quiero recordar que el último proyecto que pedí me lo denegaron por no tener bastantes aragoneses en el equipo. Riau riau.
- En la reunión, dijo la Dra. Herrero, presidenta de la comisión de postgrado del departamento, que había conseguido una copia de la resolución del Rector sobre el Postgrado (es curioso, como si fuese una cosa tan difícil de conseguir, cuando la repartimos a todo el mundo en el penúltimo Consejo de Departamento, con la oposición del Subdirector de Ordenación Académica, por cierto). Pero que no entendía esa resolución, y había acudido al Secretario General a que se la explicase. Este le dio una interpretación—que se nos podía excluir del postgrado a los no pertenecientes a grupos de investigación, pero no de entrada, sino priorizando simplemente a los que sí pertenecen. Vaya—una tercera interpretación. A la que se iba a atener la Dra. Herrero, dijo, aunque supusiese un cambio en la postura mantenida hasta ahora por el Departamento, que era excluirnos de entrada.
Ante lo cual he puntualizado que era por tanto evidente que no había criterios claros en el Departamento sobre este punto (ni legales)—y que por eso habíamos recurrido al Rectorado.
- Así que la Dra. Herrero propuso que, al no haber presentado la Dra. Penas y yo los currícula que se nos solicitaban, sino en su lugar un recurso al Rectorado, procedía confirmar la propuesta docente del Departamento (o sea, confirmar a los que ya estaban "dentro del Máster").
Ante lo cual puntualicé que no era preciso confirmarles su asignación docente, pues de hecho ya se les había asignado esa docencia en firme, y no condicionalmente como a mí y a la Dra. Penas. O sea que ya estaba decidido todo de antemano. También lo prueba el hecho de, puntualizo, a nadie más que a mí y a la Dra. Penas se le pidió que presentara el currículum y toda la documentación a esta reunión (así en plan Oposiciones). Y no se le había pedido a nadie porque en esta reunión no se tenía ninguna intención de comparar los currícula, sino una vez más de continuar con el acoso administrativo a los disidentes, marear la perdiz, excluirnos de entrada y seguir defendiendo el corralillo contra los indeseables que vienen recordando sus derechos. Qué manía, los derechos, ¿eh?
Pero hoy en día este tipo de mangoneos tienen un recorrido muy corto. Están fuera de sitio. Y de puro empecinarse en Follow the Führer, aun cuando el jefe desbarre, se va a ir a pique todo el invento. Me temo.
- Primero lo más desagradable: las alusiones personales. No se priva la Dra. Onega de manifestar en esta y en otras reuniones que todas las complicaciones administrativas por las que estamos pasando se deben, sin más, a mi carácter destructivo—a saber, que mi única intención en el mundo es destruir lo que otros construyen. Así, literal y sin empacho. Dije en la reunión, y repito aquí, que no estoy dispuesto a tolerar que se me hagan semejantes character assassinations— y que yo también entraré a hacerlas si deriva por allí la argumentación. Ante esta "narrativa" de la Dra. Onega, yo también puedo ofrecer una narrativa alternativa—a saber, que por su voluntad deliberada y prioritaria de excluirme de "su" postgrado, la Dra. Onega se sacó de la manga una normativa ilegal, absurda, contraria a derecho (según ha resuelto el Rector)—una normativa que pretende prohibir la docencia de postgrado y la dirección de tesis a quienes no estén en un equipo de investigación subvencionado. Una normativa que jamás habría salido de ninguna otra cabeza en este equipo, aunque todos la apoyen por no decir que no.
Esta es una narrativa con más visos de realidad que esa otra según la cual yo soy una especie de Atila de la academia. Pero dejémonos de atribuciones de intenciones.
- Dice la Dra. Onega que un grupo de personas trabajadoras, dedicadas, competentes, etc.—han organizado un máster departamental (previa exclusión de otras personas y de un debate abierto, aunque eso no se dice). Y que si otras personas que no han hecho nada quieren tener su máster, pues lo pueden organizar —otro máster, se entiende— en el seno del mismo postgrado de Estudios Ingleses, que para eso se le dio un nombre más amplio que al máster. Bien, pues puntualizaré que esa diferenciación se logró con una batalla que se libró gracias a mí y a los pocos disidentes, cuando el grupo de la Dra. Onega se quería apoderar sin más de todo el segundo y tercer ciclo reformados de nuestro departamento. Aquí se cuenta la historia. Y ahora dice la Dra. Onega que se organicen otros másteres dentro del postgrado, pero cuando se ha hecho la propuesta efectiva de hacerlo, se ha opuesto en tanto que coordinadora—y nuestro Director le ha concedido la mayor, aceptando ese veto y proponiendo un postgrado diferente que no tenía ningún viso de llegar a realizarse. Pero claro, en las reuniones se habla muy alegremente, se dice lo contrario de lo que se hace, o lo contrario de lo que se decía hace dos días, o de lo que se piensa hacer dentro de dos lunas, y aquí no pasa nada. Memorias cortas, parece que tenemos—algunos. Y así sí que se puede reescribir la historia.
También tuvo la Dra. Onega el descaro de decir que yo dejé de participar en las reuniones de preparación del Máster porque me dio la gana. Eso después de haber introducido esa norma que me excluía, y naturalmente dejar de enviarme convocatorias para esas reuniones. Pero ahí queda: primero te excluyen, luego dicen que te has excluido tú, y tan frescos. Y todos callados como muertos, en las reuniones, pero eso sí, apoyando implícitamente todas estas falacias, como se ve a la hora de ver la postura de quién sale votada, y en el equipo de quién se está.
Qué práctico, decir una cosa o la contraria y luego hacer según convenga llegado el caso. Y aún se emplean palabros para decir que tengo poca "seriedad académica". La experiencia me enseña que es para echarse a temblar, cuando se empieza a invocar en este departamento la seriedad académica.
- Otra cosilla. Que no investigo. Que yo antes investigaba, dice la Dra. Onega. Que me pida un proyecto. Etc. Lo escandalizada que se quedó, dice, cuando vio que yo no había conseguido el tercer tramo de investigación. Ante lo cual le puntualicé en la reunión que sí, que lo había conseguido. "¡Con años de retraso!" exclamó. Bien, pues no. Con un año de retraso. Porque me olvidé de pedirlo, qué se le va a hacer, no estoy pensando en mis tramos ni en mis sexenios todo el día. El caso es que suponiendo que los tramos midan los resultados de la investigación (y aunque sea mucho suponer), mi investigación es tan buena como la del vecino. Y eso sin subvenciones millonarias. O sea, rendimiento input-output, o inversión-resultados, infinitamente mejor a mi favor. Porque me dice la Dra. Onega que no tengo proyecto, pero ahí confunde proyecto con subvenciones conseguidas por presentar ciertos papeles en concierto con un grupo de dependientes. Y un proyecto es un proyecto; yo tengo proyectos, y resultados—aunque no subvenciones. Porque se pueden tener muchos proyectos que acaben en algo, o en nada, pero lo importante son los resultados, no los proyectos. Y me cansa repetir este razonamiento, por lo obvio.
- Ahora bien, ya que tanto me lo dicen. ¿Por qué no tengo proyecto? Pues, por ejemplo, porque las convocatorias de proyectos imponen unas condiciones excluyentes, abusivas, absurdas y, sobre todo, FEUDALES. Donde los proyectos están pensados ad maiorem gloriam Directorem. Todos bien aherrojaditos trabajando para el Dire, que es el Investigador Principal—oh, cerebro—y se les penaliza si abandonan el equipo. Los equipos han de agruparse en torno a su Investigador Principal, y auparlo como castellers, todos para uno, y uno sobre todos. Y luego, en las oposiciones, te exigen no investigación, sino dirección de investigación—toma ya. No me extraña que le encante el planteamiento a la Dra. Onega, que lleve a rajatabla las sugerencias de la ANECA o las suyas propias, y que esté feliz ahora que le dan otro proyecto por el mero hecho de haber dirigido muchos. A mí no me hace tanta gracia el sistema. También quiero recordar que el último proyecto que pedí me lo denegaron por no tener bastantes aragoneses en el equipo. Riau riau.
- En la reunión, dijo la Dra. Herrero, presidenta de la comisión de postgrado del departamento, que había conseguido una copia de la resolución del Rector sobre el Postgrado (es curioso, como si fuese una cosa tan difícil de conseguir, cuando la repartimos a todo el mundo en el penúltimo Consejo de Departamento, con la oposición del Subdirector de Ordenación Académica, por cierto). Pero que no entendía esa resolución, y había acudido al Secretario General a que se la explicase. Este le dio una interpretación—que se nos podía excluir del postgrado a los no pertenecientes a grupos de investigación, pero no de entrada, sino priorizando simplemente a los que sí pertenecen. Vaya—una tercera interpretación. A la que se iba a atener la Dra. Herrero, dijo, aunque supusiese un cambio en la postura mantenida hasta ahora por el Departamento, que era excluirnos de entrada.
Ante lo cual he puntualizado que era por tanto evidente que no había criterios claros en el Departamento sobre este punto (ni legales)—y que por eso habíamos recurrido al Rectorado.
- Así que la Dra. Herrero propuso que, al no haber presentado la Dra. Penas y yo los currícula que se nos solicitaban, sino en su lugar un recurso al Rectorado, procedía confirmar la propuesta docente del Departamento (o sea, confirmar a los que ya estaban "dentro del Máster").
Ante lo cual puntualicé que no era preciso confirmarles su asignación docente, pues de hecho ya se les había asignado esa docencia en firme, y no condicionalmente como a mí y a la Dra. Penas. O sea que ya estaba decidido todo de antemano. También lo prueba el hecho de, puntualizo, a nadie más que a mí y a la Dra. Penas se le pidió que presentara el currículum y toda la documentación a esta reunión (así en plan Oposiciones). Y no se le había pedido a nadie porque en esta reunión no se tenía ninguna intención de comparar los currícula, sino una vez más de continuar con el acoso administrativo a los disidentes, marear la perdiz, excluirnos de entrada y seguir defendiendo el corralillo contra los indeseables que vienen recordando sus derechos. Qué manía, los derechos, ¿eh?
Pero hoy en día este tipo de mangoneos tienen un recorrido muy corto. Están fuera de sitio. Y de puro empecinarse en Follow the Führer, aun cuando el jefe desbarre, se va a ir a pique todo el invento. Me temo.
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