Vuelta y media
(28 de julio de 2007)
Vamos a Negradas dando vueltas (infinitas vueltas) por el fondo de la ría de O Barqueiro, y llegamos hasta el lugar de los tres puentes juntos que enlazan Lugo y La Coruña. El exceso de puentes y la belleza increíble del paisaje del fondo de la ría producían la sensación de estar uno en una realidad alternativa, o en otro planeta, o en un futuro interferido con el pasado—o en Myst, como diría Álvaro. Bajamos hasta la playa que está frente a O Barqueiro, vacía del todo y que ya la querrían pillar en las Seychelles. Subía la marea tan fuerte que no avanzabas nada nadando, pero bueno, nos lo planteamos como la cinta sin fin en un gimnasio. Si te dabas la vuelta, eso sí, ibas como un torpedo ría adentro. Y luego volvemos para Viveiro, que esta tarde los nenes tienen cumpleaños del vecinito Jairo en la ermita de San Roque.
Volviendo al coche, Álvaro llevaba una bolsa de baño agarrada, y me dice:
– Mira, papá, consigo darle a esta bolsa infinitas vueltas en el mismo sentido, agarrada con la mano y sin soltarla un momento.
Y en efecto, hace a la bolsa girar de modo continuado, con un hábil juego de muñeca y hombro—y sin dar vueltas él alrededor de la bolsa, que sería una solución. Muy hábil, Abo. (Puedes probar a hacerlo, dilecto lector, a ver si das con la manera).
Así que, encantado, va Abo a presumir con el pequeño Pibo:
— Mira, Ivo, puedo darle a esta bolsa infinitas vueltas con la misma mano sin soltarla un momento.
— Eso es imposible—sentencia Pibo.
– Mira.
(Y repite Abo la maniobra, ante el incrédulo Pibo—pero éste aún tiene un as en la manga).
—Ah.– ¡Pero ahora tienes que darle infinitas vueltas! Lo has dicho. ¡Infinitas!
(Álvaro, pillado en pleno vuelo: ¡Aggg!).
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