El Club de los Quemados
Algunas veces me dicen (por lo mucho que despotrico) que soy un caso típico de burnout o quemado. Yo no hacía mucho caso, pero tendré que resignarme, visto este artículo de El Mundo que se recoge (sin firmar) en Ibercampus. Lo pongo enterito: tantas son las cosas que al parecer se me aplican en primera persona (pongo algunas en negrita). Ahora bien, me tranquiliza ver que soy un caso leve. De grandes quemados, dice una encuesta que hay muchos depresivos: un tercio de estresados/frustrados/deprimidos, y hasta un 8% con pensamientos suicidas. Sí que veo a mi alrededor tendencias depresivas. Pero yo, para nada. Frustración, algo tendré—pero bah, se me va todo por la boca.
Añadiría yo la pasividad desesperante de las autoridades universitarias ante las denuncias presentadas por acoso o manipulación, y la tolerancia (es decir, el estímulo) a los feudalismos y corrillos con normas extraoficiales propias.
Y la actitud irritante de los que se someten a las cacicadas, o que con su comportamiento sugieren que todo esto se lo inventa uno, o que el que protesta es que "se ha vuelto loco".
El estrés crónico, un peligro
Los profesores se "queman" cada vez más con la Universidad
www.ibercampus.es 17 de enero de 2008
El estrés laboral encuentra en el sector docente una víctima habitual. Varios estudios demuestran que el número de afectados no sólo es mayor de lo que se cree, sino que a menudo, sus víctimas piensan de forma cada vez más alarmante en el suicidio. En una encuesta realizada entre varias facultades españolas, el 8% de los encuestados ha confesado habérselo planteado.
En 1572 el Santo Oficio irrumpía en la Universidad de Salamanca para apresar a Fray Luis de León, acusado de traducir sin licencia ´El Cantar de los Cantares´. Le habían denunciado, entre otros compañeros, los catedráticos León de Castro y Bartolomé de Madina.
Si Fray Luis de León hubiera vivido en la actualidad, sin duda se vería encuadrado en ese 31,7% del profesorado universitario que dice estar afectado de estrés laboral crónico a causa del ´mobbing´ al que le someten sus colegas. Si bien, la posibilidad de ser condenado a morir en la hoguera parece un caso extremo de síndrome del ´quemado,´ como normalmente se denomina al estrés laboral crónico o ´burn out´.
El profesor de la Universidad de Murcia José Buendía, uno de los expertos mundiales en ´burn out´, define este síndrome «como un cuadro clínico cuyos síntomas principales son el cansancio emocional, la despersonalización -de los que le rodean en su ámbito laboral- y la falta de realización personal».
Buendía es también director de una investigación sobre los niveles de esta afección en el personal de las universidades españolas. Los resultados son escalofriantes: el 83,6% del profesorado Universitario evaluado en la Universidad de Murcia dice sufrir de estrés laboral crónico. Más extremo aún parece ese «30% que admite tener sentimientos de inutilidad y carecer de esperanza de futuro; o el 8% que ha reconocido pensar recurrentemente en quitarse la vida». Los datos de este turbador estudio confirman que algo falla en la Universidad española.
MOTIVOS. El informe enumera algunas de las razones por las que el porcentaje de profesores afectados por ´burn out´ es tan escandaloso: «La arbitrariedad en la promoción que genera relaciones de apadrinamiento y vasallaje y no admite críticas; la evaluación del profesorado -un sistema que no siempre es apto para calificar adecuadamente los resultados -; la relación profesor/alumno. Pero sobre todo la falta de participación en la toma de decisiones y saber que se trabaja muchas veces sin apoyos». Esta opinión coincide con la de Rosa Caramés Balo, profesora en la Universidad de La Coruña, y Francisco Ramos, catedrático en Salamanca, autores de sendos estudios sobre ´burn out´ en sus respectivas instituciones. «El profesor de universidad siente que se ha convertido en un instrumento -despersonalización-. No se cuenta con él para abordar las reformas que debe afrontar la universidad española».
Un ejemplo claro es la adaptación al tratado de Bolonia. Un cambio que requiere «un giro de 180 grados. Preparar nuevo material, metodología, reducir las aulas y consecuentemente dar más clases». En efecto, muchos profesores sienten que no tienen tiempo material -el 40% del estudio de La Coruña- y que no se ha escuchado su opinión sobre como enfocar este proceso. «Y un profesor quemado siempre acaba contagiando a los alumnos.», sentencia Francisco Ramos.
Habría que hablar también del raquitismo salarial de muchos contratos, como los de los adjuntos; o la relación con los alumnos que, como indica Pedro Álvarez, de la Universidad de Extremadura «llegan cada vez menos preparados, algo que también nos desilusiona».
Pero todo se resume en un argumento: es la propia idiosincrasia de la Universidad Española la que quema a su profesorado. Una institución que, como se atreve a declarar Buendía, y suscriben anónimamente muchos de sus compañeros, «amenaza cada vez más la libertad de expresión de las voces críticas -algo que también frustra- y que hay que cambiar». Una opinión que ha supuesto la relegación profesional de muchos de los que se han aventurado a denunciar lo evidente.
José Buendía sabe de lo que habla ya que acaba de presentar su libro ´Más allá del Poder y de la Muerte´ (Aguaclara)´.´ Una de las partes versa sobre la Universidad española y lo que para él supuso la publicación, en estas mismas páginas, de un artículo denunciando esta situación. ¿El retorno de la Inquisición?
Un último dato: un informe de la National Education Association descubrió que un tercio de los profesores no se dedicaría a la docencia si pudiese elegir de nuevo. ´Dichoso el humilde estado / del sabio que se retira / de aqueste mundo malvado´.
Como decíamos... ¿ayer?
Los profesores se "queman" cada vez más con la Universidad
www.ibercampus.es 17 de enero de 2008
El estrés laboral encuentra en el sector docente una víctima habitual. Varios estudios demuestran que el número de afectados no sólo es mayor de lo que se cree, sino que a menudo, sus víctimas piensan de forma cada vez más alarmante en el suicidio. En una encuesta realizada entre varias facultades españolas, el 8% de los encuestados ha confesado habérselo planteado.
En 1572 el Santo Oficio irrumpía en la Universidad de Salamanca para apresar a Fray Luis de León, acusado de traducir sin licencia ´El Cantar de los Cantares´. Le habían denunciado, entre otros compañeros, los catedráticos León de Castro y Bartolomé de Madina.
Si Fray Luis de León hubiera vivido en la actualidad, sin duda se vería encuadrado en ese 31,7% del profesorado universitario que dice estar afectado de estrés laboral crónico a causa del ´mobbing´ al que le someten sus colegas. Si bien, la posibilidad de ser condenado a morir en la hoguera parece un caso extremo de síndrome del ´quemado,´ como normalmente se denomina al estrés laboral crónico o ´burn out´.
El profesor de la Universidad de Murcia José Buendía, uno de los expertos mundiales en ´burn out´, define este síndrome «como un cuadro clínico cuyos síntomas principales son el cansancio emocional, la despersonalización -de los que le rodean en su ámbito laboral- y la falta de realización personal».
Buendía es también director de una investigación sobre los niveles de esta afección en el personal de las universidades españolas. Los resultados son escalofriantes: el 83,6% del profesorado Universitario evaluado en la Universidad de Murcia dice sufrir de estrés laboral crónico. Más extremo aún parece ese «30% que admite tener sentimientos de inutilidad y carecer de esperanza de futuro; o el 8% que ha reconocido pensar recurrentemente en quitarse la vida». Los datos de este turbador estudio confirman que algo falla en la Universidad española.
MOTIVOS. El informe enumera algunas de las razones por las que el porcentaje de profesores afectados por ´burn out´ es tan escandaloso: «La arbitrariedad en la promoción que genera relaciones de apadrinamiento y vasallaje y no admite críticas; la evaluación del profesorado -un sistema que no siempre es apto para calificar adecuadamente los resultados -; la relación profesor/alumno. Pero sobre todo la falta de participación en la toma de decisiones y saber que se trabaja muchas veces sin apoyos». Esta opinión coincide con la de Rosa Caramés Balo, profesora en la Universidad de La Coruña, y Francisco Ramos, catedrático en Salamanca, autores de sendos estudios sobre ´burn out´ en sus respectivas instituciones. «El profesor de universidad siente que se ha convertido en un instrumento -despersonalización-. No se cuenta con él para abordar las reformas que debe afrontar la universidad española».
Un ejemplo claro es la adaptación al tratado de Bolonia. Un cambio que requiere «un giro de 180 grados. Preparar nuevo material, metodología, reducir las aulas y consecuentemente dar más clases». En efecto, muchos profesores sienten que no tienen tiempo material -el 40% del estudio de La Coruña- y que no se ha escuchado su opinión sobre como enfocar este proceso. «Y un profesor quemado siempre acaba contagiando a los alumnos.», sentencia Francisco Ramos.
Habría que hablar también del raquitismo salarial de muchos contratos, como los de los adjuntos; o la relación con los alumnos que, como indica Pedro Álvarez, de la Universidad de Extremadura «llegan cada vez menos preparados, algo que también nos desilusiona».
Pero todo se resume en un argumento: es la propia idiosincrasia de la Universidad Española la que quema a su profesorado. Una institución que, como se atreve a declarar Buendía, y suscriben anónimamente muchos de sus compañeros, «amenaza cada vez más la libertad de expresión de las voces críticas -algo que también frustra- y que hay que cambiar». Una opinión que ha supuesto la relegación profesional de muchos de los que se han aventurado a denunciar lo evidente.
José Buendía sabe de lo que habla ya que acaba de presentar su libro ´Más allá del Poder y de la Muerte´ (Aguaclara)´.´ Una de las partes versa sobre la Universidad española y lo que para él supuso la publicación, en estas mismas páginas, de un artículo denunciando esta situación. ¿El retorno de la Inquisición?
Un último dato: un informe de la National Education Association descubrió que un tercio de los profesores no se dedicaría a la docencia si pudiese elegir de nuevo. ´Dichoso el humilde estado / del sabio que se retira / de aqueste mundo malvado´.
Como decíamos... ¿ayer?
Añadiría yo la pasividad desesperante de las autoridades universitarias ante las denuncias presentadas por acoso o manipulación, y la tolerancia (es decir, el estímulo) a los feudalismos y corrillos con normas extraoficiales propias.
Y la actitud irritante de los que se someten a las cacicadas, o que con su comportamiento sugieren que todo esto se lo inventa uno, o que el que protesta es que "se ha vuelto loco".
0 comentarios