Cada centímetro contra la Autoridad Fáctica hay que batallarlo
sábado 15 de mayo de 2010
Cada centímetro contra la Autoridad Fáctica hay que batallarlo
Y es una pesadez. Nuestro departamento lleva años embarcado en una Misión o Empeño, consistente en privar de su categoría académica a los profesores que no pertenecemos a los grupos de investigación de los catedráticos: marginándonos, impidiéndonos dar clase en el segundo ciclo de los nuevos estudios oficiales, el máster, y expulsándonos del programa de doctorado (doctorado "boloñés" también). En la práctica, no podemos ni siquiera optar a tutelar estudiantes de tercer ciclo ni a dirigir una tesis, porque a alguien le pasa así por las narices. Según quién sea ese alguien, a nuestro departamento le parece un argumento de peso.
Esta situación es, naturalmente, ridícula e intolerable. Pero más ridículo e intolerable es que el Rectorado lo haya venido permitiendo durante años, y que hayamos tenido que acudir a los tribunales de justicia para ver si conseguimos que no se vulnere la ley con maniobras que no habría que ser muy mal pensado para calificar de acoso laboral. Según la ley en ciernes, aliñada al gusto de Bolonia, con mi titulación y currículum yo podría dirigir no ya una tesis doctoral sino un programa de doctorado (que ya los dirigí por cierto el siglo pasado) y hasta una Escuela de Doctorado, si se funda. Pero en mi departamento se me viene negando hasta el derecho a impartir una asignatura del ciclo previo al doctorado, inventándose una normativa ad hoc. Eso sí, quien se haya doctorado hace dos meses, y no hace veinte años como yo, no tiene ningún problema para ello siempre que vaya bajo el ala protectora de algún catedrático. Feudalismo del clásico, lo que les digo, sólo que aquí lo llaman equipos de investigación.
Tras un par de sentencias judiciales a nuestro favor, el Rectorado ha cambiado de táctica y ha optado por exigir al Departamento que cumpla con la normativa. Bravo, y podíamos haber empezado por allí.
En una de las sentencias, se ordenaba al departamento que nos incluyese a mí y a la Dra. Penas en el programa de doctorado. Se hizo a regañadientes, y añadiendo letra pequeña que facilitase seguir excluyéndonos de facto. Protestamos al Rectorado, argumentando que no se había cumplido adecuadamente la sentencia. Y en efecto el Rectorado ha ordenado al Departamento que se cumpla punto por punto la sentencia en los términos que nosotros exigíamos, no mediante la solución "con truco" que habían buscado.
Claro que de esta orden, y de la reprimenda del Rectorado, avisando al Director de que "podrían derivarse responsabilidades" si tampoco esta vez se cumple, nada se nos ha dicho en Consejo de departamento. Chitón... Y a estas alturas la orden sigue sin cumplirse, como puede comprobarse consultando el programa aquí
http://www.unizar.es/departamentos/filologia_inglesa/doctorado.htm
—pues siguen sin incluirse nuestras líneas de investigación:
Extraño, porque al Director, que es un mandado, lo mismo le da esto que lo otro, supongo, y debería obedecer gustoso o indiferente una orden clara que le venga de arriba. Al ser responsable de que las decisiones del departamento sean correctas, es la suya una posición más comprometida que la de los catedráticos, y Catedrática, de quien proceden estas normativas absurdas y estas obcecación en excluirnos. Ellos, más cómodos, actúan normalmente por persona interpuesta, y sus nombres nunca se ven comprometidos.
Esta vez ha vuelto a salirles mal la jugada. Pero arrieros son, nuestros catedráticos, y seguramente ya van pensando que en el camino nos encontrarán. Con el máster también siguen mareando la perdiz.
Cuánto empeño mal orientado, cuando les bastaría con seguir las normas que sigue todo quisque en la Universidad, y crearían mucho mejor ambiente de trabajo. Y más Calidad de esa que tanto les llena la boca—pues menuda calidad la de un programa de estudios que no cumple ni siquiera con la ley.
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