Retropost (2006): No evolucionaremos
No evolucionaremos 
Publicado en Evolución.  com. José Ángel García Landa 
Bueno, nosotros seguro que no; lo que digo es que tampoco  evolucionará la especie humana en su conjunto. Una teoría que he  conocido a través de The Structure of Evolutionary Theory, de Stephen Jay Gould, parece avalar la teoría de que las especies con  éxito en su dispersión tienden a no evolucionar. Es lo que argumentan B.  S. Lieberman y S. Dudgeon en su artículo "An Evaluation of Stabilizing  Selection as a Mechanism for Stasis" en Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology 127 (1996): 229-38. Sostienen estos autores lo siguiente, traduzco,  sobre el llamativo estatismo de las especies que parece contradecir  algunos postulados de Darwin: 
 
 El estatismo puede surgir de la  manera en que las especies se organizan en grupos reproductivos que se  dan en medioambientes separados (...). La morfología de los organismos  en cada una de estas poblaciones puede cambiar a lo largo del tiempo  debido a la adaptación local o la deriva, pero la suma neta de estos  cambios independientes a menudo se cancelará, conduciendo a un estatismo  neto de conjunto. (...) Sólo si todos los cambios morfológicos a lo  largo de todos los medioambientes sucediese en la misma direccción, o si  los cambios morfológicos en unos pocos medios fuesen muy dramáticos y  en la misma dirección, habría con el tiempo un cambio neto en la  morfología de la especia. (...) Así, mientras una especie se dé en  medios diferentes, podría predecirse que por término medio será  resistente al cambio. (231, cit. en Gould 882).
 
 Los cambios  adaptativos locales no tienen, precisamente por ser adaptaciones  locales, muchas posibilidades de extenderse a los miembros de la especie  que habitan en ecosistemas muy distintos. Aunque no veo por qué esta  variabilidad local no habría de favorecer la ramificación de especies  diversas con el tiempo (si bien no de una evolución conjunta de la  especie en una dirección dada). Parece faltar algo en la teoría, una  predisposición estructural al estatismo de las especies que ha sido  capaz de adaptarse a medios tan diversos (y siguen siendo en el momento  del estudio una sola especie).  
 
 Aunque los autores no están  discutiendo este caso, difícilmente puede concebirse una especie más  distribuida por una diversidad de medios que la especie humana. Esto la  haría, si la teoría es correcta, especialmente resistente a la  evolución. Si a los medios diferentes le sumamos los contactos  constantes entre poblaciones aisladas, que favorecen la dispersión de  los rasgos, la variabilidad tendería a cero...  Desde luego, la  paleontología parece avalar la idea de que la estructura corporal del Homo Sapiens no ha experimentado evolución alguna desde su aparición en algún  grupúsculo poblacional africano hace quizá 200.000 años. Y según esta  teoría, se extinguirá la especie como la mayoría se extinguen: sin haber  evolucionado hacia nada distinto, cuánto menos "superior". 
 
 Siempre me ha llamado la atención la diversidad local de las razas y  tipos humanos; cómo ha debido haber un larguísimo periodo donde el  aislamiento de poblaciones predominó, con intercambios mínimos entre  grupos, hasta el punto de haberse diferenciado las morfologías de pelo,  color, rasgos, etc., hasta este extremo. Y cómo, a partir de un momento  dado, se invierte la dirección, al menos en parte, al terminar la  prehistoria: la globalización, los viajes e intercambios mucho más  generalizados vuelven a poner a estos grupos en contacto uno con otro y  tienden a difuminar los cambios producidos a lo largo de decenas de  miles de años.
 
 Ni siquiera la degradación global del medio  ambiente es probable que conduzca a una evolución diferenciada. En  nuestra experiencia, desde luego, el medio no se degrada igualmente para  unos y para otros. Siempre hay humanos en el ecosistema del lujo, y  otros en el ecosistema de la miseria. Así que no cambiaremos.
De este tema se hablaba al final de Sapiens: El largo camino de los homínidos hacia la inteligencia, de Josep Corbella, Eudald Carbonell, Salvador Moyà y Robert Sala  (Península, 2005). Eudald Carbonell dice allí que en el futuro habrá  cambios mentales y culturales, como siempre los ha habido, pero que es  improbable que evolucionemos hacia una especie distinta. "Para que  evolucionáramos hacia una especie distinta haría falta que un grupo de  humanos viviera aislado del resto de la humanidad durante miles de años.  Así es como aparecieron los neandertales. Pero es imposible que esto  ocurra en la Tierra, porque ya controlamos todo el planeta" (150). La  respuesta deja una vía sin discutir: quizá las colonias en otros  planetas sean la única (muy improbable) manera en que un grupo pudiera  aislarse lo suficientemente como para evolucionar independientemente,  como en las historias del futuro de Stapledon. Salvador Moyà apunta la  otra posibilidad, la de cuasi-extinción por catástrofe nuclear que  aislase pequeñas poblaciones en un ambiente muy alterado: posibilidad  aún más indeseable explorada humorísticamente por Kurt Vonnegut en Galápagos (1985).  Pero la expansión por toda la Tierra probablemente se produciría en una  fracción del tiempo que llevó la primera expansión. 
 
 Carbonell  apunta posibilidades utópico-distópicas igualmente inquietantes: la  historia tiene una dirección, que es la de la globalización. Y la  globalización llevará, piensa, a un salto ideológico y social  trascendente para acceder a una nueva sociedad (que recuerda a la  sociedad del Último Hombre de Fukuyama). Pero para Carbonell, "en el  futuro, el cambio ideológico que debe hacerse para acceder a una nueva  sociedad es imposible sin una catarsis. Usando un símil cristiano, es  como si tuviéramos que hacer una purificación" (152). Un símil peligroso  y extraño... "purificación" para lo que Carbonell describe como "una  catástrofe y que se traducirá en miles de muertos y en deastres  ecológicos brutales". "Nuestra única posibilidad de susbsistir ahora es  continuar con la selección técnica hasta alcanzar la globalización"  (154). Una globalización que en su estado final llevará, según  Carbonell, "a un funcionamiento de laa Tierra como una red neuronal. Los  humanos evolucionamos hacia una inteligencia mundial, hacia una  conciencia única. Crítica, pero única" —Aunque lo de "crítica" debe ser  dentro de un orden, porque seguidamente dice Carbonell que "no habrá  ideologías distintas sino un pensamiento único" (155). Con lo cual la  "evolución" nos conducirá, digo yo, a una segunda Edad Media, la etapa  más parecida que ha existido al pensamiento único... Aunque aclara  Carbonell que él es comunista, y que esta visión (no se sabe si utópica o  distópica) es materialista, "esto no es una visión capitalista de la  evolución humana sino una visión progresista". Un futuro en el que "la  técnica que nosotros hemos generado nos controlará a nosotros. Y esto  que inquieta tanto a tanta gente, a mí me parece un hecho magnífico,  fenomenal, un big bang de la  vida y de la conciencia que es nuestra principal obra en la Tierra"  (158). Y a mí que sí me inquieta. Me inquieta el futuro, pero también el  pasado, y el presente. En ninguno veo ni deseo ver la Gran Conciencia  Universal con la que al parecer se motiva Carbonell al pensar en la  evolución humana. Hay muchas narraciones de cómo se proviene de, o se  vive bajo, o se progresa hacia, esa conciencia total. Pero son eso,  narraciones. Sobre algunas de ellas escribí aquel artículo del  "Apocalipsis de la comunicación total" ("An Apocalypse of Total  Communication: Utopian and Dystopian Perspectives in Star Maker (1937)  and The Matrix (1999)," en Memory, Imagination and Desire in Contemporary Anglo-American Literature and Film, ed. Constanza del Río-Álvaro y Luis Miguel García-Mainar;  Heidelberg: Winter, 2004, 253-68).
 
 No sé si cambiaremos, o si cambiarán, o no. En esa primera o tercera  persona del plural está una cuestión importante: con qué grupo de seres  pasado, presente, o futuro, nos identificamos. Y esa es una cuestión  ideológica tanto como biológica. Si "cambiamos", en todo caso, nunca  seremos "nosotros".
 
 
 
       
		
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