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Matar a un Rey (To Kill a King)

Matar a un Rey (To Kill a King)



To Kill a King. Dir. Mike Barker. Screenplay by Jenny Mayhew. Cast: Tim Roth, Dougray Scott, Rupert Everett, Olivia Williams, James Bolam, Finbar Lynch, Adrian Scarborough, Jake Nightingale, Julian Rivett, Jeremy Swift, Richard Bremmer, Patricia Kerrigan, John-Paul Macleod, Corin Redgrave, Melissa Knatchbull. Photog. Eigil Bryld. Prod. des. Sopie Becher. Prod. Kevin Loader for Natural Nylon Entertainment, Rudolf G. Weismeier and Christopher Petzel, coprod. Kathy Sykes. Assoc. prod. Bradley Adams y Dougray Scott. UK, 2003.*
IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0302436/
_____. Matar a un Rey. YouTube 24 June 2013.*
https://youtu.be/I0QstexdQ3E?list=PLaZDlkL6Ra7PD4M1lK4Pt8nZ5dLUDwIg5


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Retropost (2006): In Good Company

In Good Company

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

(Título español: Algo más que un jefe)- Comedia de empresa, género Wall Street de Oliver Stone, ésta escrita y dirigida por Paul Weitz (2004). No es propiamente "romántica" aunque hay parejita (el joven jefe y la hija de su maduro mano derecha, situación chusca que enfatiza el sentimiento del "suegro" al verse desplazado en su empresa por el jefecillo). El énfasis principal está en la ética laboral y la presión a que se ve sometida por el gran capitalismo, encarnado en la lógica del joven ejecutivo ejecutor y trepa que entra a saco en la empresa cuando lo ascienden a ocupar el puesto del padre de la chica: "I'm being groomed! Mark, thank you, thank you. I'm going to kick so much ass for you, I'm going to take no prisoners, I'm going to be your ninja assassin!"—vamos, como aquello de "Greed Is Good". 

Pueden verse resúmenes y valoraciones generalmente adecuadas en los primeros comentarios de su página en la Internet Movie Database.  Traduzcamos el primer comentario de esos (enviado por jotix100, de Nueva York):

La de veces que hemos contemplado la ascensión meteórica de un jovenzano en nuestro puesto de trabajo a un puesto superior, a un status para el que nos parecía que no tenía las calificaciones adecuadas. Esta es la base de esta encantadora comedia de Paul Weitz, basada en su propio guión.

Los cambios que se introducen en una compañía cuando se pone a dirigirla alguien que no tiene méritos apreciables es algo que sucede constantemente con la manera americana de llevar un negocio. ¿Cuántas veces hemos visto que estos jóvenes advenedizos hacen descarrilar una empresa por su inexperiencia? ¡Más de unas pocas!

A Carter Duryea [¡por favor pronunciar con cuidado!] lo selecciona su protector en la megaempresa donde su estrella va en ascenso, como elección lógica para ponerlo al frente de una revista que ha sido recientemente adquirida por el magnate Teddy K. Este Carter no tiene ni idea de lo que le espera. Despide a la mayor parte del personal más mayor, pero Carter no es tonto, y mantiene en su puesto a un hombre de talento, Dan Foreman, porque puede utilizarlo. Después de todo, Dan tiene poco más de cincuenta años, está casado, tiene un par de hijas universitarias, y deudas.

Carter no tiene vida personal. Su mujer lo deja plantado a pesar de su gran ascenso. Justo después, conoce a la hija mayor de Dan, Alex. Ella pronto se lo lleva a su habitación de la residencia universitaria. Dan Foreman no tiene idea de lo que está pasando delante de sus narices. Carter y sus maneras le repelen más que nada en el mundo. Por eso cuando descubre a los dos amantes en un modelno restaurante de Manhattan, se pone balístico.

El gurú de Carter experimenta una caída trágica, tras haber cumplido su papel y ser usado por Teddy K. Como resultado, Carter también pierde su empleo, porque al final Dan es reconocido por sus propios méritos, y no por ser el sí jefe que eran Carter y su superior. Después de todo, Dan es el único que hace las preguntas que nadie se atreve a hacer sobre la miopía de la gran empresa en su manera de llevar la revista.

Esta ácida comedia arroja una luz sobre la América de la gran empresa como no lo hace ninguna otra reciente. Dennis Quaid interpreta a un brillante Dan Foreman, el hombre mayor. Topher Grace nos da una interpretación sorprendente como el joven Carter. Scarlett Johansson interpreta a Alex Foreman, una joven sin complejos que se lía con el jefe de su padre.

Cuidado con esos superbólidos fugaces...

Para superbólido fugaz, el Porsche de Carter Diarrhea, que lo estampa nada más salir del concesionario. Símbolo de su carrera, claro. Es terrible la vergüenza ajena que se siente en su primer discurso ante la empresa, muerto de nervios... y aunque enseguida se recupera, vemos luego que en su falsa retórica de añadir "sinergia" a la empresa sólo estaba imitando a su patrono Teddy K. El discurso de Teddy K. es interrumpido al final por Foreman, haciendo preguntas molestas sobre cómo iba la empresa, preguntas que en efecto hacen reflexionar al empresario tiburón, y le llevan a deshacerse rápidamente de la revista.... felizmente, ésta pasa a un empresario que apreciaba más al parecer su manera tradicional de funcionar. Los planes de la multinacional de Teddy K. de usar sus empresas para apoyar con tácticas de publicidad unas a otras resultan ser un fracaso... porque las otras empresas competidoras hacen lo mismo, y los clientes que se ganan por un lado (?) se pierden por el otro por las reglas artificiales que introducen esos planes multinacionales en el funcionamiento espontáneo del mercado. Así pues, en un final wishful-thinking, Foreman vuelve a ser el foreman. La película defiende, dentro de una perspectiva capitalista tradicional, a la pequeña empresa individual que halla su "nicho" estable, por encima de la lógica de usar al conjunto de la empresa como ficha en una especulación a nivel superior; otra cosa será que el capitalismo no lleve ineludiblemente a esto segundo, y que el final pase a ser así producto más del deseo que de la observación de la realidad. Es en todo caso la afirmación de unas prioridades éticas: el compromiso de una carrera vital con el trabajo, con un público y una manera de hacer las cosas, sobre la lógica puramente economicista del beneficio inmediato. Ésta lógica lleva a recortes súbitos y reorganizaciones espectaculares pero engañosas del panorama empresarial, y a normas especiales dictadas artificialmente para fines especiales calculados previamente por quienes esperan sacar tajada aun a costa de sus compañeros de trabajo. (Como el pez de Dyurea, "Buddy", que se come a su compañero en la pecera). Reflexiones todas éstas que no sé si serán muy aplicables a la empresa privada, pero que desde luego sí suenan como un comentario adecuado sobre la relación entre una empresa con responsabilidad pública (y pienso en la Universidad Pública) y sus empleados, y su "público" y su razón de ser. La lógica del márketing espectacular, los planes de reforma estandarizados y los recortes de los "michelines" académicos que se nos prometen puede traer no sólo los resultados esperados y planificados, sino también otros que no entraban en los cálculos. Porque los cálculos economicistas siempre son optimistas por defecto (por defecto, digo): otro tipo de cálculos no pasan la selección natural de la reunión del comité de empresa.

Así que eso, cuidado con los superbólidos fugaces, que se estampan... y además normalmente se llevan a varios por delante también.

El hombre del tiempo


 

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Retropost (2006): M. Night Shyamalan, LA DAMA DEL AGUA

 

M. Night Shyamalan, LA DAMA DEL AGUA

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

Qué película más mala, no se os ocurra ir a verla, a menos que disfrutéis con esa variante del cine de terror que son las películas que te hacen sentir vergüenza ajena por lo que rechinan por los cuatro costados y lo mal que combinan sus ingredientes.

Shyamalan se inventa una mitología ad hoc que hace la película arbitraria, y sus pretensiones de moralizar a la humanidad altisonantes desde el primer fotograma. Es una historia de náyades que vienen a ayudar a los humanos y son amenazadas por un perro-hiena monstruoso que a su vez es amenazado por monos monstruosos—en serio. El papel de los humanos es ayudar a las náyades a regresar a su mundo. Y es doloroso ver cómo el engranaje predeterminado para irnos informando de la mitología esa se va desarrollando a trompicones según la fórmula ideada por el autor, mientras los diversos personajes ven aterrizar sobre ellos una serie de roles (la curandera, el protector, el intérprete... etc.) que la historia ha predeterminado para ellos, y asisten con una paciencia infinita a este aterrizaje de mitología oriental en una comunidad de vecinos de Pennsylvania... una paciencia que sin duda sólo es comparable a la de productores y actores de esta película danzando al son disonante de la música de Shyamalan. Es un espectáculo grotesco, para quien quiera vivir emociones aderezadas con un poco de schadenfreude.

Remata la historia la propia presencia del director haciendo un papel como autor de El libro de cocina, (el título probablemente es malo, sí), una colección de pensamientos sobre "nuestros líderes" que cambiará la historia de América tras la muerte futura y violenta de su autor. Todo esto lo sabemos por los poderes proféticos de la náyade, de la que nadie duda jamás ("Ah, eres una náyade. ¿Y cuándo vuelves a tu mundo?", etc.). Quien venga a este blog buscando un display de egolatría, mucha mejor idea es irse a ver La dama del agua.

Es una película del género ése como Bagdad Café donde una comunidad anómica y desintegrada se ve unificada, dinamizada con un propósito y un destino en lo universal por la llegada de un personaje que da sentido a sus vidas, que restaura la comunidad, vamos. En este caso, la comunidad desorganizada es un bloque de vecinos de Pennsylvania, en cuya piscina aparece la joven. La verdad es que los vecinos hasta se conocen, parece, con lo cual la cosa no era tan mala ni mucho menos. Pero el mito de la joven los convierte a cada uno en una figura de juego de rol, cosa que une mucho más. La casa de vecinos puede ser los USA, o el mundo, según se quiera, un microcosmos multirracial donde lo sagrado se desconoce, hasta que lo traen conjuntamente la protectora náyade y Shyamalan el escritor indio, con el Gran Cambio que provocarán sus obras. Hasta los judíos, encarnados en el portero, Cleveland Heep, que acoge a la joven y los va reclutando a todos para esta minisecta improvisada, lograrán superar el doloroso trauma de la exterminación de su familia. (Siempre le van a Shyamalan estos personajes heridos emocionalmente que se superan; aquí se juntan el hambre y las ganas de comer cuando a este portero lo encarna Paul Giamatti, el de Entre copas). Convencidos inexplicablemente por el portero Heep, todos los vecinos se unirán, al parecer, en un redescubrimiento del Sentido, que acabará fructificando en la transformación de los USA por los efectos de la obra visionaria de Shyamalan. Esto sí que es plantear la propia narración como una solución imaginaria a problemas reales, pero a un nivel de arbitrariedad tal que te cuelga la mandíbula.

La historia se desarrolla según previsto, tras una ligera confusión de los personajes al asignarse los papeles en el juego de rol, para distraer al personal. La náyade era una náyade especial, cosa que la abruma pero poco, y por eso está tan perro el perro y deben intervenir los monos sagrados. Uf. Si es que hasta la fantasía necesita un mínimo de prudencia. Pero al final, por suerte, se la lleva al fin a la chica acuática su águila gigante, dejando a todos investidos con el sentido de lo sagrado y del mito cocinado ad hoc. A todos menos a uno: un desagradable vecino, un crítico cinematográfico que expone en unas intervenciones metaficcionales las convenciones argumentales de la película, es devorado por el perro-hiena (aunque creía, contra toda lógica, que un personaje secundario desagradable no podría sufrir ese final, ahí patina por primera vez su lógica). Lamentablemente para Shyamalan, el perrohiena no se ha manifestado para devorar a sus propios críticos, por ejemplo el de Film Journal International, en esta realidad pedestre. Claro que para el Christian Science Monitor  y gentes New Age dispuestos a agarrarse a un clavo ardiendo para creer que nuestra realidad está vigilada por poderes trascendentales, las empanadas mentales de Shyamalan les resultan agradables y sugerentes. Pues nada, nada, a por ellas, todas para ustedes. Mitología barata, entretenimiento barato, filosofía barata, lanzamientos multimillonarios de semejantes productos... ay que tristes auspicios para el futuro de América tras el Gran Cambio.

Unlocking Million Dollar Baby

 


Etiquetas: Cine, Shyamalan

 

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Retropost (2006): United 93

United 93

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa



9/11

 Si llegamos a ir ayer a ver esta película... ya hubiera estado redonda la redundancia. Yendo hoy, nos han enviado a la S-11 (Sala 11) de los Palafox. Es, dicen, la mejor película hasta la fecha de entre las que han hecho como homenaje al once-ese ése, lo que los americanos llaman 9/11—para el cual sugiero el logo de la izquierda. Es  curioso que aquí no nos muestran el derrumbamiento de las torres en la película, sólo el impacto del segundo avión, y filtrado por una pantalla de televisión, para mayor verdad de la experiencia. Muchos personajes de esta película se interpretan a sí mismos, unos años más viejos... ninguno de los pasajeros del vuelo, claro. Es una película muy bien hecha, de ritmo trepidante con cámaras agitadas y grano gordo, simulando el documental; lo del ritmo merece la pena destacar porque realmente la mayor parte de la acción consiste en técnicos de vuelo desesperados intentando aclararse de qué avión están hablando. Comienza la película con los terroristas como protagonistas, en plan mártires de la fe, y no busca demonizarlos más de lo que se demonizaron a sí mismos con sus acciones, esas bestias pías. El final es descorazonador, con los pasajeros al fin decididos a atacar, muertos de miedo, rabiosos y no especialmente heroicos, haciéndose con los mandos justo demasiado tarde como para poder enderezar el rumbo del avión. Justo antes de la oscuridad súbita, escenas convulsas y recortadas, fanáticos musulmanes y occidentales desesperados sacándose los ojos en la cabina de pilotaje de este United 93, modelo a escala de nuestro planeta—es lo que hace pensar. Los servicios de emergencia, la Fuerza Aérea, el Presidente... no salen bien parados, pero de manera discreta. De todo se enteraban todos por la CNN: los altos mandos, los controladores, yo mismo... en fin. El funcionamiento de las cosas no estaba pensado para contar con las acciones estúpidas y criminales de gente con las prioridades tan mal puestas como para no apreciar ni su propia vida. Ahora sí, un poquito más. Los servicios secretos que supuestamente estaban investigando a esta gente ni se mencionan. Nada estaba, y seguramente ni está, tan bajo control como nos hacían creer. Por suerte. Un mundo tan complicado como el nuestro, y donde todo estuviese además bajo control perfecto, no sería un mundo humano. Ni siquiera el Patriot Act lo va a deshumanizar, espero. Pero a estos salvajes del turbante prieto dentro del cráneo no se les detiene con la Fuerza Aérea, como les quieren hacer creer Bush y sus lobbies armamentistas a sus votantes y contribuyentes. No se les podrá detener, de hecho, hasta que sean más aborrecidos por los musulmanes pacíficos que por los propios occidentales... cosa que aún está muy lejos de suceder. Mientras, se lo están trabajando sin descanso.

Salvaciones imaginarias, matanzas reales

 

Etiquetas: Cine, Terrorismo, 11-S

 

Retroposts

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Retropost (2006): Aeon Flux

 

Aeon Flux

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

Esta película deriva de un videocómic, o sea que gentes no dispuestas a transigir con ciertos absurdos argumentales y convenciones, mejor abstenerse porque se podrían irritar gravemente. Está hecha con Charlize Theron en letras grandes; es muy visual y espectacular; vemos generosas dosis de la actriz, que hace honor a su papel estando de impresión como tiene que estar. El asunto va de una desagradable utopía futura, único habitáculo humano, ciudad ahistoricista amurallada, perdida en una selva mundial, que al parecer es tóxica, tras la extinción masiva de la mayoría de la especie humana en el lejano pasado. Todo es de diseño, muy bonito y futurista, pero el gobierno, como en las buenas distopías, controla, asesina y tiene horribles secretos. El secreto es que todos son clones, copias fabricadas generación tras generación de los pocos millones de supervivientes a la catástrofe de hace cuatrocientos años... que era nuestro tiempo. AeonFluxCharlize es AeonFlux, una terrorista/rebelde de la banda de los Monicans, que luchan por derrocar a la dinastía gobernante, los Goodchild, herederos de quienes encontraron la cura contra la epidemia. AeonFlux es la más gatuna y letal de las Monicans. Y va derrocando al gobierno con patadas y volteretas espectaculares que ya querrían otras Monicans, ayudada por una amiga cuadrhumana, y todo salpicado por unas sesiones de comunión virtual que tienen con la líder de la sectabanda Monican. Esta línea argumental se cruza con otro plot en el seno del gobierno, donde hay un hermano malo, un Badchild que quiere ser califa en lugar del califa para hacerse con el poder absoluto... y resulta que el Goodchild bueno (y benéfico líder) era, en la vida pasada, marido de AeonFlux, Christine que fue en nuestros días. Ahora ha descubierto la curación para que vuelva a haber nacimientos naturales, pero el hermano malo quiere perpetuar las clonaciones y su control gubernamental.... por suerte, es derrotado, y parece al final que de todos modos el bosque ya no es tóxico y los embarazos se producen de modo natural. Reunión de los futuros clones de Christine y su marido, aceptación de la muerte, encarnada en la imagen de un viejísimo Peter Postlethwaite que era el director de la fábrica de clones. Y tear down the wall, dulce reunión final.... (me dicen que esta justiciera moral esposa del Presidente poco tiene que ver con la anarquista de la serie original).

Los clones se presentan de manera un tanto acientífica como entes derivados, copias sin alma ni entidad auténtica, meras reproducciones vacías de ser, sobre todo si viven sin vivir en sí, que ni son ellos ni los que eran. Son como malas reencarnaciones, con el karma mal llevado. Están lastrados por quienes fueron en origen, y llevan una existencia de falsa conciencia. Así, AeonFlux vive su identidad como un trauma, interrumpido por flashes de memoria (característicos de los estados traumáticos) donde se le aparecen imágenes inconexas del pasado, fragmentos que no reconoce ni puede integrar en una narración vital—un poco en plan trauma, a la manera de Memento. Así pues, la recuperación de la autenticidad es también la recuperación de una historia coherente y de una memoria organizada. La realidad del futuro está traspasada de irrealidad: aparte de la ficción social en la que vive la comunidad (un poco a la manera de La Isla), están las comuniones mentales y reuniones virtuales de los Monicans, en una especie de ciberespacio mental. Frente a eso, la autenticidad está en derribar el muro (el muro del trauma que bloquea los recuerdos) y en regresar, en cierto modo, al pasado. Nuestro pasado, pero no del todo; hay un cierto toque años setenta u ochenta en flashback final que nos muestra la despedida de Christine y su pareja tras su primer encuentro amoroso. Nuestro pasado en los años setenta: más auténtico, lejos de tanta mediatización visual y realidad virtual. La película nos sumerge en un paréntesis virtualvisual, y nos promete que tras su fin regresaremos a nuestra realidad, que es la que era, más auténtica y sencilla. El futuro como trauma, pero el futuro que es un poco nuestro presente, donde la identidad ya es problemática, nuestro genoma está codificado, y nuestra interacción está cada vez más virtualizada, nuestros pasos más controlados por la vigilancia antiterrorista. El presente como trauma, interrumpido por recuerdos mal estructurados de lo que fuimos, o creemos que fuimos, en los setenta, esa reencarnación anterior.

AeonFlux. Dir. Karyn Kusama. Written by Phil Hay and Mat Manfredi, based on the characters by Peter Chung. Cast: Charlize Theron, Marton Csokas, Jonny Lee Miller, Sophie Okonedo, Frances McDormand, Peter Postlethwaite, Amelia Warner, Nikolai Kinski, Yangzom Brauen. Paramount Pictures / Lakeshore Entertainment, 2005.



El hombre del tiempo
Etiquetas: Cine, Theron, Trauma, Clones

 

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Retropost (2006): Cuando los Mundos Chocan



Cuando los Mundos Chocan

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

Por alguna razón inscrita muy hondo en mi subconsciente, siempre me han gustado las historias tipo Arca de Noé, de supervivientes encerrados en un espacio artificial cerrado, y las historias de catástrofes cósmicas, así que este clásico de la ciencia ficción (prod. George Pal, dir. Byron Haskin, 1951) lo tiene todo. A los nenes, que han visto hace poco El día de Mañana, les han encantado las escenas de destrucción universal. Y además la película se presta, como todas las de ciencia-ficción de la época de la Guerra Fría, a ser interpretada en términos de política fantasmática.

Sinopsis del argumento: unos astrónomos descubren que un planeta desconocido va pasar cerca de la Tierra, provocando catástrofes, y que días después toda la Tierra será destruida por la estrella a la que acompaña el planeta. La ONU debate el tema, pero no hay acuerdo en la comunidad científica sobre la fiabilidad de la predicción; así pues, no se hace nada. Mientras, unos generosos empresarios con visión de futuro sí han creído al astrónomo (que es además el padre de la chica), y financian la construcción de una nave que lleve a un pequeño número de elegidos hasta el planeta intruso, donde puedan empezar una nueva civilización. Dos líneas argumentales complementarias son cómo la chica cambia de novio, y cómo éste tiene reparos de conciencia porque el suegro lo quiere incluir entre los elegidos por enchufe. Al final, consiente ir de piloto suplente, medio engañado por un gesto generoso del antiguo novio. Quien se queda en tierra es el suegro, voluntariamente, y también (a la fuerza éste) un millonario egoísta que había puesto como condición para su apoyo el estar incluido entre los elegidos. Tras un intento de asalto a la nave en el último momento por parte del grupo de rechazados, ésta despega y llega felizmente al nuevo mundo, donde por suerte y casualidad la atmósfera es respirable y la temperatura ideal. Llevan en la nave, cómo no, animales domésticos, semillas, tratados de agricultura e ingeniería, y, única concesión aparente al arte, las obras de Shakespeare. La Biblia no consta, pero a cambio abre la película, con citas alusivas no a Ajenjo y el Apocalipsis, sino  a Noé y el Arca. La catástrofe cósmica es pues un castigo divino y purificación de una humanidad pecadora e imperfecta.

El simbolismo de la Bomba está a flor de piel en la película. A nivel explícito, no hay la menor alusión a tensiones internacionales de ningún tipo (aunque la inutilidad de la ONU presidida por un indio sugiere épocas más actuales de escepticismo USA para con esta institución). Lo que sí se contrapone es la incapacidad de los gobiernos frente a la visión e ímpetu de la empresa privada, y esto es naturalmente un axioma del liberalismo y de la posición de USA. Oímos hablar de otras naves similares que se construyen en otros países, pero no sabemos nada más de ninguna. Parece ser que el Nuevo Mundo será americano (el protagonista parece ser inglés, o sudafricano, obviamente no negro, pero se embarca con los americanos—esta es una empresa anglosajona). También será blanco el nuevo mundo: la raza negra no parece haberse considerado digna de perpetuar sus genes en el más allá.

La ideología pro guerra fría de la película es subliminal; probablemente también para quienes la hicieron. La colisión cósmica es, naturalmente, una versión desplazada del holocausto nuclear. Aquí adquiere la naturaleza de lo inevitable: es una cuestión de órbitas y rumbos cósmicos, un cataclismo que ha de venir, que los humanos no pueden evitar, y sólo apenas pueden encauzar de la mejor manera posible. Los temores y ansiedades de la guerra fría buscan así imágenes desplazadas que ayuden a concebir escenarios hipotéticos y posibles soluciones para la destrucción impensable con la que se estaba aprendiendo a vivir. La función de las películas es la de ofrecer soluciones imaginarias a problemas reales, como diría Fredric Jameson. La solución imaginaria es la supervivencia (es más, la hegemonía genético-cultural) de los Elegidos norteamericanos, del american way of life en otro sistema solar, tras la purificación de la carne imperfecta a la que alude el comienzo de la película. Mediante la selección del punto de vista narrativo, se nos presenta como aceptable la destrucción de miles de millones de seres, y de todo el Planeta, a cambio de la supervivencia de nuestro objeto de identificación imaginaria: en una buena narración catastrófica (lo vemos en los periódicos a diario) la lógica es siempre a favor de la vida: "terremoto en tal sitio - mueren decenas de miles, ¿tragedia?- vaya, se encuentra una niña bajo los escombros cuatro días después - ergo, falsa alarma, final feliz, era comedia".  Tal es la lógica narrativa de la catástrofe, hace jugar la identificación imaginativa con el protagonista contra la mera lógica de las cifras. En este sentido, los esquemas narrativos comunes son inherentemente optimistas (quizá por el Principio de Pollyana del que hablaba Leech), e inherentemente falaces, instrumentos de manipulación política que sirven para justificar los medios por desmedidos que sean. La figura de quien no delega imaginativa y políticamente en los Elegidos es convenientemente demonizada y exorcizada, en la persona del millonario paralítico y egoísta; el espectador, en cambio, está en una posición envidiable: a la vez delega imaginativamente, y sobrevive.

Se me dirá que la película habla de choques de planetas, no de choques de potencias... y que está basada en una novela de 1933, cuando no había aún bombas atómicas... Bueno, pero sí había bloques, inquietud planetaria, revolución en el aire; y sea como sea, los sentidos cambian con las adaptaciones y con el tiempo; en 1951 el peligro de un choque de planetas no era, desde luego, una hipótesis contemplada; el de la guerra nuclear, sí. Por cierto, uno de los autores de la novela original, Philip Wylie, escribía en este mismo año, 1951, una historia sobre contrabando de bombas atómicas... tema siempre actual. Visión de futuro, y de actualidad, no le faltaba.

Ni visión de las obsesiones tradicionales. La llegada al nuevo planeta, tierra deshabitada y virgen, lista para la colonización de los Padres Peregrinos, es una reedición del mito americano de la Frontera y del Nuevo Mundo, un mito utópico que ya aparecía a su manera bien perfilado en el siglo XVII en el poema Bermudas de Andrew Marvell. Podría decirse que esta película legitima, a su manera, el holocausto nuclear en el que el propio espectador habrá de perder la vida, a cambio de la identificación imaginativa con la América perfeccionada que seguirá al triunfo atómico; un mundo, por fin, blanco, angloparlante, with God on our side, y joven (ser joven es aquí más profundamente americano; Europa es vieja). Una nueva América que ocupa todo el planeta,  — una América, además, corregida, limpia de indios y otros pieles rojas.


Alegorías de la Bomba

 

 

Retroposts

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Life as a Dream You Leave Behind

jueves, 11 de agosto de 2016

Life as a Dream you Leave Behind

El Gran Teatro del Mundo - Le Grand Théâtre du Monde - This Huge Stage
hace aproximadamente un año

True Detective (1s season) episode 3 - Life as a dream you leave behind: https://youtu.be/TlSiXPXcjpk

 

Retropost (2006): CARS con caras

Cars con caras

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

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Hoy tenemos por fin planeado el visionado de Cars con los nenes y Chusi. En el último Mad Magazine salía un sendup divertido de Cars, presentando a los personajes rechazados para la película, por ejemplo un mercedes plateado hecho un acordeón llamado "Crumple, the totaled paparazzi-evader", o una furgoneta roñosa llena de mejicanos, "Don Pablo, the illegal alien-stuffed econo-van"; también "Flippy, the rollover-prone Suv",   o "Putrid Pete, the puke-filled prom limo"... y "Forgotten Frank, the leaf-flyer and pigeon-crap-covered Buick". El nuestro también necesita un lavado, y pagar unas multas. Y una revisión antes de irnos a hacer los kilómetros veraniegos de rigor. Otra cosa por hacer. Uf.

Bueno, pues vista Cars; es menos para niños que otras de Pixar, más para mayores simulando ser niños, no demasiado acertadamente en este caso. Y eso que la historia tiene buena base, políticamentecorrectamente hablando: coche de carreras trepa, que descubre los encantos de la lentitud, y de los pueblos de mala muerte con vecinos car-acterísticos. Pero los gags no son muy allá. Es curioso, a los coches siempre les hemos visto cara, y a veces se les pone humorísticamente en publicidad sobre todo (—normalmente los ojos están en los faros, y la boca en el capó, aquí no; están los ojos en el parabrisas y la boca en el radiador o el parachoques, como yo me los solía imaginar de crío al verles la cara).

Lo curioso, digo, es que nunca hayan salido personajes famosos de comic o cine encarnados en coches. Y eso que los americanos son muy dados a identificarse con su coche, la religión nacional dicen algunos, o al menos la identidad pública o carrocería de su personalidad es el coche, antes que el blog de cada cual o su "face". Je, pues esa es la mayor diferencia entre la USA profunda de Cars (buena película para Americana) y la USA real: que en la de la película nadie usa coche... porque son coches ya. Pero la pregunta del millón la hace Abo, pregunta de retrovisión:

- ¿Cómo consiguen mirar por el retrovisor si tienen los ojos en el parabrisas?

Al nuestro le hinchamos por lo menos el pie, digo la rueda. A ver si mañana le toca la revisión.... Yo identificarme me identifico más con la moto; donde haya cuatro retrovisores que se quiten tres.

Hinokio


Etiquetas: Cine, Pixar, Cars, Coches