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Retropost (2006): Casino Royale


Casino Royale

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

No es un remake de Casino Royale la película, sino una adaptación de Casino Royale la novela. Y se ve muy bien, a pesar de lo larga, con ciertos fallos de ritmo al final, cuando parece que ha acabado el argumento, sólo para volver a complicarse cuando la chica Bond resulta ser (cómo no) traicionera. Y mientras, los ingredientes de costumbre, lujosos hoteles y mansiones de magnates del crimen, tecnología punta o futurista (ya ni se sabe), violencia a mansalva, persecuciones espectaculares, intrigas detrás de intrigas. 

Destaca una secuencia inicial de persecución estilo parkour por una ciudad africana, y destacan por lo bajo las secuencias de partidas de póker excesivamente largas... pero claro, estamos en Casino Royale. Los caballeros con esmoquin juegan partidas interminables y se tratan con cortesía exquisita y glacial en el salón público del hotel, pero cuando se levantan de la mesa a hacer un descanso, y se meten en la trastienda—pues toma brutalidad, espadazos, karate a las costillas, despeñamientos por las escaleras, tiros a quemarropa—hasta que vuelve a empezar la partida y todos se vuelven a sentar en un ambiente de aparente normalidad, tras haberse cambiado a toda prisa la camisa empapada de sangre; con los moretones y cortes en la cara no sé qué hacen. 

Esta es la manera propia que tienen las películas de Bond de acercarse críticamente a la realidad: la cortesía y lujo del Occidente internacional de terminal de aeropuerto y gran hotel, parecen decirnos, no son sino el barniz superficial que cubre la realidad de las cosas, los contactos inconfesables entre los poderosos y el crimen organizado, las guerras industriales y la manipulación de las inversiones (capitalismo viril); el caballero bien trajeado no es sino una fiera inhumana que lucha a muerte y sin piedad en las bambalinas de la realidad oficial, en un argumento que el espectador no acierta a entender bien (¿Estará M a sueldo de alguien? ¿Quién pondría la mano en el fuego?). La confusión argumental y las trampas detrás de trampas vienen a decirnos que estamos indefensos en el mundo, que no nos enteramos, que los resortes del poder están siempre más allá, que lo que percibimos como el orden mundial, o el orden público, o el orden de la comunicación, no es sino una apariencia cuya auténtica cara gentes más expertas y puestas y duras que nosotros (el propio Bond) tampoco alcanzan a desentrañar plenamente. Un mundo en el que los poderosos y admirados, las gentes de mundo, los ricos y sus bellas, son invariablemente canallas de la peor especie. Vestidos de Dior y tratando con soltura al servicio; eso sí.

Algunas cosas no me han gustado. Este Bond es un poco pipiolo (el personaje digo, no el actor, que está genial). Acaba de obtener su licencia para matar y la usa con demasiada ligereza para el gusto de Mm. M. Ésta echa de menos la guerra fría, y claro, no puede presuponerse que Bond conoce aquellos años, estamos empezando de nuevo sin ninguna referencia al pasado del personaje como agente secreto. (Algo que se requiere periódicamente, claro, en el caso de personajes clásicos como superhéroes etc.: la historia avanza y los va descolgando y dejando en un eterno presente imposible). Este Bond, como digo, parece que tenga un pasado, de acomplejado social, según la chica: la dureza de ambos resulta ser una máscara y al final se la quitan en parte, él más que ella, para revelar un corazon tierno y amador y deseoso de cambiar... pues no, hombre, que esto no me gusta; James Bond ni tiene que tener pasado, ni sentimientos; tiene que ser frío, superficial, imperturbable, imposible, una pura máscara sin nada debajo. ¿Bond enamorado, y con la hombría dañada? Anda ya. 

Me quedo con esa visión de un mundo de apariencias, charadas, traiciones, falsedades y máscaras detrás de máscaras. Pero sin autenticidad debajo, por favor, que la autenticidad aquí queda falsa, y lo falsea todo. Los sentimientos son para fingirlos... las chicas.

Casino Royale. Dir. Martin Campbell. Written by Paul Haggis, Neal Purvis and Robert Wade. Based on the novel by Ian Fleming. Cast: Daniel Craig, Eva Green, Mads Mikkelsen, Judi Dench, Jeffrey Wright, Giancarlo Giannini, Caterina Murino, Simon Abkarian, Isaac De Bankolé, Jesper Christensen, Ivana Milicevic, Tobias Menzies, Claudio Santamaria. Metro Goldwyn Mayer / Columbia / Eon / Danjaq / Babelsberg / Stillking / United Artists, 2006.

El señor de la guerra


 

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Retropost (2006): Monster House

Monster House

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

Primero los españoles importamos al árbol de navidad y a Santa Claus, que ahora se llama Papá Noel; ahora estamos en plena importación de Jálouin (que diría la Real Academia). Y en efecto, este último Halloween fabricamos en casa una calabaza o Lantern que encantó a los niños, y nos fuimos con los más pequeños a ver Monster House.

A Álvaro nos lo dejamos en casa, y lástima, por que es una película más para preadolescentes que para pequeñajos. No sólo porque está protagonizada por el trío de Harry Potter (aunque sin varitas) sino porque tiene que ver con ciertas ansiedades sobre la pubertad, y la sexualidad y la vida adulta así un tanto oscuramente intuídas, como conviene.

Por cierto que estos prepúberes no sólo no tienen varitas sino que no usan mayormente ni teléfonos móviles ni videojuegos ni televisión… bueno, haberlos haylos, pero no se llevan, y el énfasis de la película está más bien en un tipo de preadolescencia nostalgia americana, atemporal. Para eso está ambientada en una arquetípica calle residencial que anda, mira que irte a generar eso por ordenador, cuando lo tienes delante de la puerta, ya hace falta ganas de gastar píxeles.

En fin, de la animación no hay queja, es espectacular, tipo Polar Express, en ese sentido una obra de arte. Me encantó la secuencia inicial con las hojas de otoño volando, pero es un poco como matar moscas a cañonazos, no sé si me explico. Ay, Occidente…

La temática es ésta, una vieja pareja que vive una relación enfermiza y obsesiva; el viejo con su casa. Se casaron por amor, pero ya había historia detrás. Ella era una Mujer Gorda de circo, y de ahí la rescató el escuálido galán cuando era galán. El casado casa quiere, y se pusieron a construir la futura Monster House, llenos entonces de ilusión. Pero la Mujer Gorda odiaba a los niños que se reían de ella, y cuando murió por accidente cayendo al cemento de la casa…. quedó milagrosamente convertida en una casa viviente, una casa dominada por el espíritu ofendido y agresivo de la Mujer Gorda. Así la casa, aterroriza a los niños y se traga sus juguetes… medio defendida medio aislada por el marido, ahora convertido en un viejo Gollum con camiseta, que espanta a los niños para que la casa no los dañe. Una pareja absorbente y enfermiza, vamos, como para recomendarte eso de crecer, hacerte heterosexual y poner casa para recibir.

Pues estas ansiedades sobre la pareja y la mujer absorbente y la casa devoradora parecen más bien de niños un poco más creciditos que los protagonistas (igual más bien niños de la edad de los guionistas) pero aquí se conectan con el incipiente descubrimiento de la atracción sexual por parte del Harry Potter protagonista. Cuando llega la Hermione de turno y lo elige implícitamente por encima de los genes más inadecuados del gordito Ron, tendrá que ponerse las pilas e investigar hasta el final y rescatar a la chica de la malvada casa… 

Están bien llevadas las referencias cinematográficas para mayores, como los paralelos con La Ventana Indiscreta. Esa era una película sobre otro niño grande que no quería compromisos ni ataduras y que temía verse con la pierna quebrada y en casa dominado por su señora... ahí conecta el tema, claro; y se hace deliberadamente no sólo con el espionaje por la ventana al vecino (esto es muy cinematográfico-reflexivo, lo del Peeping Tom, y nos pone al espectador en situación espontáneamente)—sino también con el contraataque del espiado, invadiendo el espacio sagrado del observador con una siniestra llamada telefónica.

Pero en fin, la malvada gorda es derrotada (hasta se reconcilia su espíritu con su marido al verse liberado) y se promete al viejo Gollum una jubilación en Florida y un ligue de la tercera edad... ¿quién dijo miedo? En fin, que se ventilan ansiedades ante la Esposa Succionadora, pero se nos promete que se superarán, y que los niños se socializarán adecuadamente sin temores primigenios a la Hembra Dominante.

Lo que no cogí de buenas a primeras fue la referencia a la "uvula" de la casa—el chiste de "eso que sólo tienen las chicas"—¡creía yo que estaban hablando del clítoris!  Es que los mayores a veces no nos enteramos.

Time Fighters
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Retropost (2006): De-Lovely



De-Lovely

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

Esta es una película de-liciosa sobre Cole Porter. Me encantan sus canciones, y aquí vienen arregladas y reinterpretadas por un buen plantel de estrellas y figuras. Qué más se puede pedir. Pues un acabado perfecto, buena coreografía, buenas actuaciones, ambientación lograda...  Y Hollywood emprendiéndola casi de frente con el tema de la homosexualidad, que no es poco. Bueno, de frente sería mucho decir, en la historia de un homosexual casado y bien casado (con señora rica) como Cole Porter. Y sobre todo si la historia va del amor que tenía a su señora, a pesar de los pesares. Lo que digo es que no han puesto en la portada a Cole Porter besando a un bailarín, o atacando por la espalda a un electricista, que sería otra opción más arriesgada. Sí se muestran los hábitos bisexuales (bueno, bisexuales por decir algo) de Porter, pero las escenas con caballeros son tan castas como casto era Porter con su señora.

O sea que a mitad de camino va ésta entre la clásica que habían hecho sobre Cole Porter (pura ficción heterosexual, una cosa simpática a lo Fred Astaire) y la realidad de las cosas. Se nos presenta como una historia de amor entre un señor con libertades y gustos difíciles y una esposa generosa, poco exigente, dolida en sus sentimientos pero entregada a la felicidad y el arte de su marido. En realidad se justifica bastante la manera de actuar de la época, cuando tantos homosexuales se buscaban un apaño oficial para aparecer en público y en sociedad, y sus intereses eróticos iban por otro lado y en secreto. Si esto daba lugar a sordideces, miserias morales, engaños y confusión de sentimientos, aquí queda todo un tanto estetizado a base de música bonita, elegancia en el vestir, muebles de estilo y casas que te cagas. Parece claro que las prioridades eran esas,  muy claritas, y el resto bah. La película pues hace double duty, a la vez mostrando la miseria moral escondida bajo tanta modernidad elegante y tanta pasta (como cuando Porter y su señora se dejan chantajear por un amigo común) y a la vez dándole un encanto de época y poniéndole música de fondo. El amor propio, desde luego, lo tenían sólo mal entendido esta pareja por lo que se ve; y el amor mutuo pues queda bastante en entredicho. Agridulce, pues, y no es extraño que en ese sentido no haya acabado de gustar; es que el material no da para más... al menos en la línea romántica.

Lo que sí me ha encantado es el planteamiento general, que muestra a un Porter post-póstumo, viendo desde su vejez un ensayo de una comedia musical tipo Cole Porter basada en su vida. (Como esos ensayos de Kiss Me Kate, que a su vez nos llevan al teatro dentro del teatro shakespeariano)... Vamos, que  De-Lovely va, reflexivamente, sobre el proyecto de sacar adelante De-Lovely, con las canciones adaptadas a los distintos momentos. Muchas veces el resituar una canción en el contexto decadente u homosexual de la vida de Porter se le saca a la luz una interpretación aún más picarona de lo que parecía en un momento; desde luego algunas se las traen desde el momento en que se hace la lectura homosexualizante. O si se interpretan desde el punto de vista del drogadicto.... un ángulo que aquí falta casi completamente, aunque alcohol se bebe abundantemente (a eso iban los americanos a Europa, y si no que se lo pregunten a Hemingway). También faltan, escandalosamente, las dos guerras mundiales, que aquí han debido pasar entre cóctel y cóctel sin dejar rastro. Aún se podría de-construir más esto y dejarlo más de-lovely de lo que fue. Por otra parte, el formato de ensayo para comedia musical, si bien es ingenioso y funciona cinematográficamente hablando, sí se presta otra vez a hacer lo que de hecho hace después de todo la película, es decir, darnos una nueva comedia musical de Cole Porter, en lugar de una visión más crítica. ¡Pero oye, que es una comedia musical, ya le vale! Y me lo pasé muy bien viéndola, y de-leitándome con ella, y de-nostándola. Es de-lovely.


De-Lovely. Dir. Irwin Winkler. Screenplay by Jay Cocks (based on the life of Cole Porter). Cast: Kevin Kline, Ashley Judd, Jonathan Pryce. With Natalie Cole, Elvis Costello, Sheryl Crow, Diana Krall, Alanis Morrisette and Robbie Williams. Prod. des. Eve Stewart. Music by Cole Porter, arr. Stephen Endelman. Ed. Julie Monroe. Photog. Tony Pierce-Roberts. Prod. Irwin Winkler, Rob Cowan, Charles Winkler. United Artists, 2004. Spanish DVD: MGM Home Entertainment, 2005.

El diablo se viste de Prada
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Retropost (2006): Un buen año


Un buen año

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa



(A Good Year). Joven ejecutivo agresivo del parquet bursátil de Londres hereda caserón francés de un tío, primero piensa venderlo, y luego decide quedarse para dedicarse a la vida rural y a una bonita francesa que va en el lote. De paso se vuelve generoso y comparte la herencia con su prima ilegítima recién descubierta.

Pasable la película de Ridley Scott—bueno, es de Ridley Scott, ¿no? Qué menos. Pero un tanto predictable de más, lo cual detrae. El casting y el acting: bueno, pues este señor Crowe tiene casi tantos tacos como yo, y le quitan diez por el morro, cosa que no acaba de colar. Para joven galán tiburoncillo pues no sé si está ya; su cosecha será buena pero es más gran reserva que vino joven. La francesa (Marion Cotillard) está deliciosa como debería estar, pero para ser mujer difícil y exigente se deja seducir echando virutas por el primer asshole simpático que pasa, comprometiéndose de por vida con él tras apenas cambiar diez frases y un polvo. El tema del romance está precipitadamente llevado; falla el ritmo lento que quiere transmitir la película al colisionar con el calendario acelerado que nos llega desde Londres, y el efecto es de eso, de efecto predeterminado. Defecto. Tampoco me acaba de llegar el encanto indiscutible para todos del Tío Henry...  aunque su moto era tan encantadora como la mía, y sin duda para su sobrino bien podía tener encanto el tío que iba encima. Los flashbacks poco aportan al argumento, sólo al ambiente campestre de niñez idílica; así que parecen bastante irrelevantes y gratuitos. Menos uno, cuando descubrimos que la francesita ya le había dado un beso al muchacho cuando eran niños y él veraneaba con su tío... abriendo así la posibilidad de que quizá sabía ella más de él que él de ella. Por ejemplo, sabía dónde estaba el grifo de la piscina. Lo increíble de este flashback es que se hubiese olvidado él de la niña, vamos hombre. Y es que tanto éste como los otros, aunque técnicamente bien ligados, quedan curiosamente inconexos con el personaje que se supone los experimenta; igual es por lo repelente de su caracterización, todo efecto de conciencia o memoria íntima sobre el personaje parece gratuito y ajeno a él.

Una película con mensaje tipo feelgood, beatus ille, etc., aunque a decir verdad la decisión de Crowe de irse por la apartada vía, back to basic kiss, no parece nada difícil, dada la comunidad utópica campestre que lo rodea al final. Más increíble es que un personaje del calibre que vemos al principio cambie jamás, y cuánto menos que coja una brocha o una escoba. Eso sí es ciencia ficción, y no lo que hacía antes Ridley Scott. Para comedia, aún le falta mano, a él o al guionista.

Lo que más me ha gustado.... Que yo también de niño veraneaba en Francia, en el caserón de la aldea de mis abuelos. Y que aquellos también fueron buenos años, buenos veranos...  de los que siempre te acompañan aunque te acabes dedicando al parquet bursátil. En realidad el lugar de los recuerdos sagrados está en el pasado, ahí están bien guardados si es que es un sitio donde algo se ubique; e inútil sería intentar viajar a ellos en el espacio-tiempo, ni a Francia. Están en otra dimensión. Vamos a dedicarle al buen año ese (y a aquella tarde soleada que nunca pasa) una jotica de Carmen París que lo resume:

Como si fuera un tesoro
Llevo en mi pecho guardados
La emoción de aquellas horas
Y el azul de aquel verano...


Flores rotas
Etiquetas: Cine, Scott, Recuerdos



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Retropost (2006): Scoop

   
Scoop

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

La última de Woody Allen, y hasta con Woody Allen, cosa cada vez más infrecuente. Pero ésta no va a hacer historia: es flojilla, una película sencillita (al estilo del Manhattan Murder Mystery), un poco como un homenaje a un tipo de películas de detectives que se hacían, o se deberían haber hecho, en los años cuarenta, pero que siempre parecen un poco distorsionadas, parodiadas o retomadas en plan histerizado, una vez se les incluye a Woody Allen como investigador. (Y un periodista que se escapa nada menos que de la barca de la Muerte, para dar el chivatazo de quién es el asesino). En este caso, el asesino principal ni sale; es un asesino en serie, pero conocemos a un copycat killer, que se aprovecha de la serie de crímenes para colar uno más, y librarse así de una prostituta que lo chantajeaba... Vamos, que el lema podría ser que "aunque cojan al asesino, y no sea tu novio, tu novio también puede ser un asesino"—hasta EL asesino, y hasta TU asesino si te descuidas. No os fiéis de esta gente que anda por las country houses de los ricachos ingleses, Woody Allen se ríe del té con pastas pero está convencido de que hay muchos esqueletos en los armarios. Y de que llegado el caso, se llevan por delante a quien les amenace la pasta y el status, sin pensárselo dos veces.

Algo copycat, aparte del caso del "El asesino del tarot", es que la idea básica del argumento quizá derive de El Nombre de la Rosa (¿hay una lógica unitaria detrás de las muertes, o la inventamos, o se cruzan varias lógicas?). Pero sobre todo, la peli es un poco autocopiona: ¿son clásicos del estilo de Woody, o está metiendo la mano al fondo del tonel a ver si aún puede sacar algo? Los actores no están demasiado acertados tampoco, en especial el aristócratarot. Woody ya se sabe: a estas alturas no es que experimente precisamente con su saber star, y la cosa rechina cada vez más si no se innova en esto. Sea como sea, un planteamiento sencillito para una película que se ve bien pero que no va hacer titulares... y si os la perdéis, pues aparte de un rato medianamente divertido, poco se habrá perdido.
Ah, bueno, un chiste de los de Woody, hablando de religiones con una elegante pareja inglesa en un cóctel: "Ah, el cristianismo, claro, claro. Bueno, a mí me educaron en la religión israelita, pero luego me convertí al narcisismo". Este casi me lo podía haber inventado yo.


Match Point




Etiquetas: Cine, Allen, Intriga

 

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Retropost (2006): Hoodwinked by Aristotle



Hoodwinked by Aristotle

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

Hoodwinked es un cruce entre Rashomon, Caperucita Roja, Agatha Christie, y Mentiras Arriesgadas (o similar). Aquí la han titulado La increíble pero cierta historia de Caperucita y el Lobo Feroz. Es una película de animación muy en la línea de Shrek (aunque Caperucita no es tan basta, claro, ni la animación tan fina).  También usa, como indica su título, la versión anterior "modernizada" de Caperucita Roja, Red Riding Hoodwinked (1955), una de Piolín y Silvestre. A los niños les encanta, y a los mayores también, a pesar de su animación no tan lograda ni acabada como las de Pixar. El guión es excelente, y el ritmo in crescendo de invenciones a cual más grotesca es lo suficientemente disparatado como para hacerte dudar del sentido de la realidad.

Lo que más me ha llamado la atención es la manera en que los pequeños han seguido maravillosamente bien una historia que va complicando el cuento de Caperucita incluyendo sucesivamente una rana detective, un lobo periodista, una abuelita campeona de deportes de riesgo, una cabra que canta hillbilly, y un conejito maligno que hace kung fu con las orejas. Lo complicado no sería esto, sino el planteamiento narrativo basado en la repetición de la historia inicial vista desde distintos puntos de vista, cada cual más completo y envolvente que el anterior, mostrando cosas que la percepción de Caperucita primero, del lobo después, del leñador luego, etc., habían pasado por alto: lo que parecía el cuento de siempre era en realidad el plan malvado de un ambicioso conejo, capitalista bucanero que quería hacerse con el mercado de pasteles y con el control de la realidad. Claro que hace falta que venga la rana investigadora para desentrañar el misterio.

La presentación de la misma historia desde distintos puntos de vista sucesivos, es decir, la simultaneidad secuenciada, es uno de los tipos fundamentales de estructura narrativa compleja. En términos narratológicos, se trataría de una estructura de relato consistente en una serie de analepsis (ya sea subjetivas, las unidas a la experiencia de un personaje, ya sea objetivas, las articuladas extradiegéticamente por la narración con su propia autoridad). La técnica de la simultaneidad secuenciada es en realidad una intensificación o reduplicación del proceso de lectura. Una relectura de la realidad, si se quiere: por parte del espectador, ayudado en esta ocasión por los distintos puntos de vista de los personajes. Pero en última instancia, toda narración es una simultaneidad secuenciada: al llegar al final, toda narración es releída (siquiera virtualmente) y vemos con otros ojos los acontecimientos que al inicio del argumento parecían tener un determinado valor: luego han sido transformados por el desarrollo de la narración. Quien llega al final de la narración tiene una perspectiva superior, irónica, sobre el tiempo y el punto de vista de quienes están atrapados en el mundo narrado.

A veces la presentación sucesiva de perspectivas simultáneas completa la perspectiva inicial ofrecida sobre la acción representada; otras veces queda relativizada de modo radical la posibilidad de llegar a una representación unívoca y fiable. En el caso de Hoodwinked, naturalmente se resuelve el misterio con los datos que faltaban al principio, y el final es satisfactorio no sólo por la derrota del Conejito ("me temo que hemos de arrestar a una cosita pequeña y peluda") sino porque se ha vuelto a estabilizar la realidad que las distintas versiones narrativas amenazaban con dejar en estado de virtualidad permanente. Los niños vuelven a descansar sobre terreno firme.

Las versiones literarias modernas de este tipo de configuración temporal (El Cuarteto de Alejandría de Durrell, As I Lay Dying de Faulkner) suelen ser más dañinas para la solidez de la realidad, que queda disuelta en los puntos de vista que la constituyen. Aunque también es clásica la utilización detectivesca de narraciones múltiples para esclarecer un misterio (The Moonstone de Wilkie Collins). En todo caso hablo aquí de narraciones verbales: a la narración cinematográfica le costó aceptar la imagen virtual entre los recursos legítimamente utilizables, sobre todo si se privaba a las imágenes "falsas", dependientes de un punto de vista y no autorizadas por la versión implícita de la realidad construida por la película, si se las privaba digo de signos visuales que indicasen su virtualidad: un toque nebuloso por los bordes de la imagen, por ejemplo. Hitchcock fue muy criticado por "tramposo" al presentar con la gramática de la realidad una secuencia que luego resultaba ser simplemente la versión elaborada por un personaje.

Claro que esta contaminación de la "solidez" de la imagen por la relatividad de la palabra estaba preparada por las raíces literarias del cine, por el mismo hecho de que se filmasen escenas de ficción, y más en concreto por el paso a la imagen que el cine clásico opera tras las introducciones narrativas y voces en off de las adaptaciones literarias.

Sea como sea, si una película como Ciudadano Kane ha sido durante mucho tiempo "la mejor película de la historia del cine" es en parte por este tipo de complejidad narrativa, basada en las articulaciones de la retrospección verbal y la representación en imágenes de "versiones" de la realidad, siempre teñidas de subjetividad y perspectivismo. La relativización de la solidez de lo que vemos es esencial, quizá más en el cine que en la literatura, pues todos venimos enseñados a no creernos lo que nos cuentan, sino lo que vemos... y hay que aprender que lo que vemos también está virtualizado por estructuras de percepción y representación. Me ha supuesto un gran placer la proliferación reciente de películas en las que la realidad flojea, y la aceptación definitiva de los recursos metaficcionales entre las herramientas estándar del cine.

Nos cuesta ver que una representación mimética como el cine es también una representación diegética: una narración. Nos cuesta ver que el cine es retrospectivo, puesto que la película parece moverse hacia adelante como una máquina, y sólo en ocasiones volverá explícitamente hacia atrás... Pero una película está construida desde su final, como cualquier narración artística. Todo lo que se incluye en la película está subordinado a una lógica de la narratividad (como la llama Philip Sturgess) que es eminentemente retrospectiva. Todo lo que se incluye deberá tener su función en el conjunto.

Esto suena a Aristóteles... y de hecho fue Aristóteles el que al crear muchos conceptos narratológicos merece el nombre del primer narratólogo; narratólogo de la mímesis también: la Poética es una narratología de la tragedia. Aunque Aristóteles, dando una de cal y otra de arena, también es el mayor responsable de que haya pasado desapercibida la narratividad del teatro. En la oposición que establece entre narración épica y drama, declara por ejemplo (un tema que aquí nos atañe) que sólo la épica puede presentar acciones que transcurren simultáneamente: las presenta sucesivamente, claro.  Y el drama no puede (dice).

Inmediatamente se nos ocurren refutaciones tan obvias como que las narraciones de los mensajeros en el drama también representan acciones que transcurren simultáneamente... claro que no las representan en escena. Está claro que la idea misma de una analepsis objetiva en el drama ofendía a la mentalidad griega, al menos a la de Aristóteles y a la de quienes escribían efectivamente las obras. Y hubo que esperar a Time and the Conways de J. B. Priestley, en el siglo XX, para encontrarse con una obra cuyo acto tercero transcurría años antes del segundo acto.

Así pues, Aristóteles y la poética aristotélica en general contribuyeron a perpetuar el error de las identificaciones precipitadas y fijas entre modalidades narrativas: "es drama, luego no muestra una versión narrada de la realidad, sino la realidad"; "es drama, luego ha de respetar la secuencia cronológica". Etc. Hoodwinked by Aristotle, y mucho tiempo después de haber rechazado las "tres unidades".

De este modo pasan desapercibidas, en última instancia, la narratividad del drama (que algunos redescubren periódicamente), o la virtualidad de la escena teatral y de la pantalla. Algo que, a pesar de los experimentos metaficcionales de Shakespeare, o de Beckett, o de Amenábar, siempre está por reinventar y volver a explotar. Quizá el teatro, por ser "menos narrativo" que el cine (según se supone), sea un reducto más duro de pelar aún para los juegos con la temporalidad, el punto de vista, la simultaneidad, y la virtualidad de la imagen. Pero hoc opus, hic labor; y donde hay algo duro de pelar, ahí están las posibilidades a explotar de un género o arte. Y ahí están, como digo, Shakespeare o Beckett  para indicar lo que se puede hacer con el metadrama y la virtualización de la escena. Al público, por otra parte, no hay que subestimarlo. Si en tiempos As I Lay Dying o Rashomon parecían cosa compleja, los niños de hoy en día siguen perfectamente el cuento de Caperucita Roja, y se lo pasan en grande viendo cómo la realidad no es todo lo sólida y transparente que parecía ser.

La atalaya retrospectiva

 

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Retropost (2006): El diablo se viste de Prada

jovenzuela aspirante a periodista, que ha de encontrar la autenticidad (ay, la búsqueda de la autenticidad en el sistema de clases... pues no tiene tradición ni nada eso, en la novela inglesa). Esto es en Nueva York, ya se sabe, bright lights, big city, y de cómo nos deslumbra. Al final acaba trabajando en periódico tradicional e intelectual de la urbe, pero eso es tras pasar por una fase de secretaria en una revista de modas tipo Vogue (que ya se sabe que hacen perder la cabeza hasta a las vicepresidentas). La chica se las promete muy felices, pero para hacer carrera ha de vender el alma al diablo... cosa muy frecuente, claro, entre quienes quieren hacer cualquier tipo de carrera, especialmente meteórica, despegando por la runway hasta la jet-set de tu profesión.

El diablo que se viste de Prada es la directora de la revista—Meryl Streep, que está, como siempre, genial, en un personaje de los que le van, una jefa venenosa, con tensión interna acumulada, tiránica, perfeccionista y workahólica, que vive para su trabajo y para ser la top of the top, y tener a todos bailando a su son. Le gusta además ver cómo los demás se venden por las zanahorias profesionales que les ofrece; es en realidad, seguramente, uno de sus mayores placeres ver cómo para hacer carrera venden su integridad y traicionan a sus principios y colegas. El poder: la felicidad de ver a los demás hacer no lo que quieren (incluso lo contrario de lo que quieren), y verlos haciendo lo que tú quieres hacer con ellos. Lo dicho, el diablo sobre la tierra, y desde luego que puede vestirse de Prada, de hecho tiende especialmente a vestirse de Prada y a vivir en un mundo de pura imagen: que eso es el poder, el poder proyectar tus imágenes por todo el mundo hasta que desplazan a la realidad y la rehacen a su medida: un microclima donde el Jefe es el rey del mambo, el centro del universo.

Pero la chica periodista recapacita, ve la senda errónea que tomaba, y deja de contestar a las llamadas de su jefa. No como el brazo derecho de la Streep, que va a seguir siendo el factótum hasta el fin de sus días... Así que final feliz; se incluye en él el rechazo al indeseable galán tentador y sus cafeterías de diseño, y el regreso con el novio de toda la vida al que habia cambiado por el empleo megafashion (aunque este final queda un poco abierto, para que imagine el personal, caso frecuente últimamente, como en The Break-up o Eternal Sunshine of the Spotless Mind). También podrá volver la chica a llevar la talla 38, que es la que le pedía su cuerpo, en vez de la 36 que exigía la empresa; y Prada que compre el que quiera, o el que pueda, o el que quiera matarse por ello. Una historia de género, vamos, que se repite porque debemos tenerla mal aprendida, y se seguirá repitiendo cada vez más, supongo. Venderle el alma al trabajo es venderle el alma al diablo, y todos lo hacemos en una medida u otra. Como dice la Streep, si no llevamos Prada, llevamos la Prada de hace diez años atrás, rebajada y pasada por el mercadillo. Pero en fin, siempre aprieta menos que la talla 36 de pasarela.

Match Point

 

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Retropost (2006): Time Fighters

Time fighters

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

Me ha gustado la película Prime (dir. Ben Younger, 2005, con Uma Thurman, Meryl Streep y Bryan Greenberg). Je, el nombre del director tiene chiste, como veréis. En español la titularon Secretos compartidos. Va la película sobre una recién divorciada fotógrafa neoyorkina de 37 años (Thurman) que se enamora (mutuamente) de un jovenzano de 23 años (Greenberg), que casualmente es el hijo de su psicoanalista (Streep)—lo cual da para algunas situaciones divertidas, al ver el doble estándar que aplicaba la doctora mientras no sabía que se trataba de su hijo... En fin, ese argumento de la psicoanalista se desvanece gradualmente, y la película se centra en la pareja y en su imposible convivencia. Problemas de edad, de ahí el título: aunque Uma evidentemente está juvenil, tiene otros planes para su vida: estabilizarse, tener un hijo... y renuncia a la pareja al estimar (ella, no él) que él no está maduro aún para eso, que no es el momento. Vamos, que aunque los dos están enamorados y ambos están en su "sexual peak"... no están en su "prime" en el mismo sentido. Así que tras escenas, rupturas y reconciliaciones, la película termina de modo un tanto atípico con un encuentro fortuito un año después de su breve aventura; se miran con emoción pero no llegan ni a hablarse, y cada uno (presumiblemente) sigue su rumbo, aunque los finales abiertos están para que cada cual los cierre a su gusto.

El tema crucial es la diferencia de edad, cosa de broma y relax para la psicoanalista Streep mientras no descubre que se trataba de su hijo (bueno, el tema se complica también con que el muchacho es judío y su madre tiene ideas firmes al respecto, o sea que hay un cierto jungle fever por medio, o un adivina quien viene a cenar, con el tema de las parejas interétnicas). Pero lo que les lleva a romper, con dolor, es ver que están en dos momentos de su trayecto vital, él empezando una carrera de pintor, con mundo por ver, ella buscando ya una pareja tranquila y niños. El amigo sociópata del aspirante a pintor se escandaliza de su diferencia de edad: 37 años! ¡pero si esta tía está combatiendo a la edad! ¡una time fighter! she’s on the clock! Este amigo lo tiene clarísimo; las mujeres mayores que uno pueden servir para una sesión, pero no para asentarse en una relación comprometedora con ellas. La diferencia de edad no llega aquí, de todos modos, al extremo de Harold and Maude, pero a cambio se introduce el tema "niños", que en aquella otra pareja no era cuestión al ser Maude casi octogenaria.

Y es que en Prime se muestra, llevándolo un poquito a un extremo para mayor claridad, un aspecto de las relaciones modernas que está a la orden del día. Antiguamente, un hombre aposentado buscaba una esposa más joven. Hoy hay tendencia a más fluidez y variedad, con más parejas de la misma edad (lo más normal) o donde la mujer es mayor que el hombre. Pero... el reloj biológico no ha cambiado tanto, y eso lleva con frecuencia o bien a tensiones (los famosos hombres que no quieren tener niños) o bien a parejas sin hijos. O a la imposibilidad de encontrar una pareja, sin más, quizá por estar buscándola en un grupo de edad donde no están en oferta. Si las mujeres estudian y tienen carrera, lo normal es que empiecen a plantearse tener hijos a los treinta y muchos, o cuarenta y tantos (frecuente). Y... de ahí tantas adopciones y tantas chinitas en Aragón.

Siempre se ha presentado a las mujeres como víctimas de su reloj biológico, del tiempo que corre en contra de ellas. Ya lo decía Anne Finch, condesa de Winchilsea, en un poema feminista de hacia 1700, donde detalla los argumentos contra las mujeres con estudios o con carrera; una historia familiar sin duda:

They tell us we mistake our sex and way;
Good breeding, fashion, dancing, dressing, play
Are the accomplishments we should desire;
To write, or read, or think, or to enquire,
Would cloud our beauty, and exhaust our time,
And interrupt the conquests of our prime;

our prime... Ay, las mujeres, víctimas de la educación, no de la naturaleza, dice la Winchilsea; siempre alguien delante señalándoles el reloj, recordándoles que están on the clock, que están condenadas a ser time fighters.Víctimas del tiempo, o más bien quizá de los tiempos, porque una sociedad que considerase a los bebés como un bien necesario estaría organizada de otra manera. El caso es que necesarios necesarios no lo son. Se importan, en caso de apuro; para hijos, de China; para trabajadores (ya criados), de África o de Sudamérica. Y los europeos y las europeas nos dedicamos entretanto a seguir nuestros individuales cursos vitales y nuestra realización personal, trabajando nuestras parejas sin hijos (típicamente) y nuestras confluent relationships. Pero este discurso y circunstancias típicamente postmodernos están mezclados, claro, con otros muchos otros discursos y circunstancias que arrastramos del pasado. Como el cuerpo que también arrastramos, y que aún manda lo suyo aunque todos seamos time fighters hoy en día.

La terminal


 

Etiquetas: Cine, Parejas, Amor, Younger
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